Jack dormía profundo en sueños que atormentaban su dichoso descanso, logró escapar del primer sueño, miró alrededor adolorido con su vista difusa y borrosa, entonó un silbido y una sombra negra se levantó delante envuelta en una nube espesa, quiso levantarse de la cama y así poder escapar, pero la nube se acercó tocando su mano y mostrándole la figura de una cola, la bestia antigua, unas letras en su antebrazo que se tornaron negras y de a poco fueron reviviendo un fuego mortal quemando la cama, el suelo se incendió, la nube densa se intensificó sobre el cuarto, las paredes de madera se escribieron fugazmente en lengua antigua y siniestra edificada en algún sitio de la historia bárbara y sin nombre recordando las historias que fueron leyendas terminando en un susurro en el aire, Adgalad ûd-fedi ûrfrend ôs leyó la sombra con una voz chillona, siseó al oído de Jack.
—Sí, sí, sí, Umbal rduna elg —siseó al oído de Jack.
—Vete —dijo Jack—, no ha llegado mi tiempo, todavía me falta un tiempo, no pude cumplir mi turno, aquí aún falta mucho, crees que te entregaré así porque sí lo que me fue dado, tú no eres quién para quitarme la vida, sucia muerte —escupió Jack en su cara.
—Yo hablo, no de tu vida, dame tu camino y te levantaré de esa cama, tras pasarás los muros de ese reino si quieres, te delegaré mi poder, tengo toda la autoridad de quitarte la vida, pirata mal trecho, ¿os ruega el que calló?, ni mira ni escucha —rio siniestramente con su voz chillona—, soy la muerte.
—La muerte, todos sabemos que solo eres uno más, tonto idiota, no puedes jugar, ni siquiera puedes hacer el papel de los Munday caídos, Sarpley has vendido tu alma y te has convertido en un mal emisario de Fergüs —contestó Rimbeck.
—No desafíes a un emisario —contestó Sarpley con aire de desdén—, mira mi poder, pude entrar en tus sueños, mal vivido —dijo acercando sus manos huesudas a su rostro—, mi nombre es Igh-Iôrg (comedor de sueños) en tu lengua, aquí manda mi poder, es tiempo de buscarte, Rimbeck —dijo bajando la voz chillona, y convirtiéndola en un susurro—, tu marca pierde fuerza, eso denota que tu tiempo se acerca, para servir a Fergüs.
—Muérdagos y canicas —expresó Jack fatigado por la maliciosa lengua de Sarpley—, no me he encomendado a ti, sucio bastardo, pondré mis manos sobre ti, haré una hoguera y pisaré tu ceniza, descalabrado vividor, si comes mis sueños te despedazaré, siempre lo he hecho, cada vez que me perseguías.
—Psss—zigzagueó como víbora—, trata de correr o gritar Psss, trata de golpear o encestar tu primer golpe, ¡apunta contra mí tus sucias manos! —vociferó lleno de odio.
La nube se convirtió en una sombra negra, unas manos blancas y huesudas llenas de venas tocaron el rostro de Jack, bajando de tanto en tanto sobre las barbas coloradas, el pelo se le erizó. Aquellas manos eran frías e insípidas, Sarpley se dio a conocer con una nueva figura desgarradora y maléfica, su frente llevaba la marca de Fergüs, una hoja, una estrella y una gota de agua, su oscura mirada y al mismo tiempo una tristeza invadía su semblante, su poder era notorio, así la desdicha lo acompañaba, llevaba puesto un atuendo ámbar gastado con pequeñas estrellas que rodeaban el cuello bordadas en oro negro de Ledelvoh, una cadena caía de su cuello incrustada, llevaba un pedazo de cristal ocre.
—¿Sabes, Rimbeck? —preguntó ladeando su cabeza—, he traído un presente de Fergüs, tu fiel amo, un fragmento de Aishla —dijo acercando la marca de Fergüs sobre Jack.
—¿De dónde lo has sacado? —preguntó Jack alborotado sin poder moverse por un poder extraño.
—¿Por qué te alborotas? ¿Acaso no eras tú quien deseaba tomar el reino que jamás fue? —dijo con aire de desdén—, aquí tengo la maraña de tu sobrino a punto de comer su corazón. —Y se echó a reír.
—Maldito Sarpley, el día que pueda salir de aquí pondré mis manos sobre ti, haré de ti carroña para dragones, o mejor aún te haré comer de tu inmundicia.
—Recuerda, solo es un sueño de mal gusto —y se volvió a reír, el suelo comenzó a temblar y las paredes se empezaron a desquebrajar, una niebla espesa subió debajo de la cama y ese poder extraño aumentó sofocando al viejo, la luna se disipó y las ventanas convergieron saltando los vidrios y una luz pálida blanquecina apareció en el medio del cuarto alumbrando lo que parecía ser el camarote de Jack—. Déjame seguir jugando con él —y le encestó una cachetada al niño y Darío comenzó a llorar y a gritar.
El piso crujía y las olas golpeaban el casco, los tripulantes corrían para mantener a flote la embarcación.
—¡No! Déjalo en paz, es un heredero al trono, idiota, si Fergüs llega a enterarse te matará a ti, no le importara quién eres, no importará el pacto o lo que haya pagado, buscará tu inmundo nombre y serás degollado delante de todos aquellos que solías amar, así demostraría soberanía sobre sus malditos emisarios, veo que sigues codiciando a Aishla y las siete espadas —la presión del pecho aminoro y así pudo levantar una de sus manos—, crees que tengo miedo, no puedes matarme, tu amo me quiere vivo, inútil, he descubierto tu plan, mi ventaja está más allá de la esperanza, corre legendaria, serpiente ama de la mentira, solo eres igual a Mientar, él es tu maestro reptil, ridículo.
Sarpley volvió a sisear nuevamente y dijo: —Psss, sucio embustero, crees llevarme la delantera, mientras tú estás aquí muriendo, Fergüs se aproxima a minas Autar, Cans busca a tu pequeño rey, intentarán despertar a Obelión, así despertarán la profecía.