Aishla

12 La armadura del fénix

Mientras la noche concurría a la ida del atardecer, y las sombras se engrandecían a la ida de la luz, Iuray volvía de recoger leña para la noche fría que se acercaba, admitió que hacía mucho tiempo que no hacía ese frío, siempre él estuvo bien organizado con la leña antes del anochecer, pero esa noche venía con sorpresas, Terry se lanzó sobre la hoguera chamuscando los trozos de madera que Iuray había depositado dentro, el calor se abrió paso sobre el frío y recorrió cada rincón de la choza del trolls abrigándolos como una suave manta. Mairina colocó una cazuela del tamaño de un mamut (para exagerar el tamaño lo digo), era tan grande como ella, colocó siete zanahorias del tamaño de una calabaza, las cebollas eran de la medida de una pelota de fútbol, sacó del zurrón tres pimientos rojos, siete huevos de dragón de montaña, Iuray trajo diecisiete tubérculos, y siete ardillas con cola de sierra. Mientras ella preparaba el almuerzo.

—Ten cuidado, son ardillas con cola de sierra.

—Sí, las he visto —le contestó Mairina y siguió con su trabajo.

Si lo has notado como yo, los trolls son de buen comer, todo aquello que se germina en esa región crece el doble de grande, una de las pocas actividades o podría decir competencia de los trolls de cara ancha es el juego de la agricultura, cada año se juntan los granjeros para competir no solamente en lo grande de sus frutos, sino también en la cantidad.

Genowich volvía de despedir a Puplais que estaba herido, una de las piernas la tenía mal, pero con el tiempo volvería a recuperarse.

—Genowich, quítese el abrigo —dijo Mairina que le había preparado algo de ropa nueva—, este frío es repentino, y veo que se le metió en los huesos.

—Brrr, gracias, Mairina, y por cierto muy repentino para el pueblo —dijo Genowich amordazado al calor de la hoguera.

Naira también entraba repentinamente con los pelos fríos y mojados, la dama de blanco saltó a la hoguera y de a poco fue tomando su color, su cutícula blanca se reincorporaba y sus mejillas se teñían de rosa a medida que Mairina le daba una ración del caldo.

José cuidaba de Jack, y Sinfi se habría quedado dormido a la cabecera, el frío devolvía unos momentos agradables.

 La comida servida, y todos sentados, Terry se atragantaba con un platillo favorable, los nuevos huéspedes comían con culpa, Genowich les tocó las heridas para sanarlas, ellos asentían con las miradas tristes cada palabra, también comentó cómo fue que el que calló habló, y dónde se encontraba la maravillosa fruta, les habló de su travesía, lo difícil que fue llegar y lo peligroso que fue salir de allí, también Naira comentó lo sucedido con el dragón.

—Desde la noche de la llegada de Jack, estuve persiguiendo a ese bravucón —dijo Naira y pidió disculpas por las palabras fuertes—, es asombroso lo rápido y fuerte que es, pero como dije, cuando usted recibió a Jack y mandó a Max a que sacara de aquí ese dragón, comenzó mi búsqueda, había escuchado hablar en el pueblo que merodeaba un escarabajo, entonces al salir vi a Max, lo perseguí, sabía que ese sabueso podía llevarme, y fue así, en el momento en que Max concurrió a dormir, entré en acción, llevando lejos ese dragón, golpeé su casco considerables veces así poder atormentarlo y dejarlo que se volviera loco, mi espada no hacía efecto sobre su coraza, y vaya que me equivoqué, se escabulló en su frenesí desapareciendo, examiné sus huellas y sin efecto nos las encontré hasta la mañana, crucé el río Nern que queda al sur, me pregunté ¿por qué volvía? Lo había ahuyentado hacia el sur lejos de Malivales, había tomado su tamaño común cuando encontré nuevamente su rastro, parecía haberse tranquilizado nuevamente, al encontrar el campamento me di cuenta de que había despertado su cólera nuevamente, y fue ahí cuando lo vi descargar su furia contra José, Sinfi y Jack.

José agachó la cabeza penosa y Sinfi escuchó cada palabra de Naira, habría quedado petrificado y dio gracias a la dama por salvar la vida de ellos. Su pena recordó a Darío, quiso verlo jugar con el niño como solía hacer él.

Iuray que terminaba su tercer plato añadió: —Esto es solo el comienzo, en el paso de Bed-delg al sur de los bosques se aproximaba dos o tres a paso pesado, parecían muy cansados. ¿Qué será que los trae aquí?, detrás he visto una polvorera, podrían ser muchos más, y vienen por él —dijo triste.

— ¿Quién es él? —preguntó Sinfi.

—Jack —contestó José enfurecido—, lo que me temía, hay secuaces del que duerme, deambulando por Malivales, tuve la dicha de cruzarme con uno de ellos, traté de que razonara, volví a persuadir y frustrar sus pensamientos, solo me temo que ahora es un muerto vivo, quién sabe que le deparará, Cans ha estado buscando su despertar, lo he escuchado en varias oportunidades, y en la noche nuevamente se escuchó, trata de despertarlo, ya ha pasado el tiempo, su dormir se esfuma, y se aproxima una guerra los dragones, escapan de él, Malivales fue el escondrijo de los Dragones en la antigüedad.

—Serán días largos y oscuros —admitió Genowich, al que le corría un miedo interno—, tendremos que esperar a la brevedad, ser sobrios y no beber la angustia que nos depara el mañana.

Sinfi que tenía un pico chillón añadió: —¿Cómo ser cautelosos en este tiempo que predices? Darío se encuentra fuera, no podemos contener el desafío de salir a buscarlo, ¿cómo esperar?

—No te olvides de quién lo protege, si un ojo común lo observa diría solo es un perro, y un ojo que puede mirar el otro lado no creería que ese perro fuera un Munday —dijo José—, nuestro punto de llegada era la casa de Peñasco, no sabremos si ha llegado, confío en ese sabueso y sé que ha cumplido su objetivo, sabe decidir muy bien y no me cabe duda de que ha llegado sin problemas, tiene buen olfato y un sentido común. Tendremos que esperar aquí, Jack duerme y se recupera de sus heridas, sin él no podremos encontrar el botín.



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En el texto hay: fantasía fénix, aventura y magia.

Editado: 18.06.2024

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