Aitana al acecho

Capítulo 6 'Otra oportunidad'


Aitana

Ya pasaban de las nueve de la noche, me encontraba hecha un ovillo al centro de la cama mientras limpiaba con la manga de mi pijama unas cuantas lágrimas que se deslizaban de mis mejillas. En momentos como ese era cuando más necesitaba a mamá, ella sabría que decirme para aliviar mi tristeza. Papá lo intentó, pero no logró hacerme sentir mejor, no lo culpaba, yo era una chica difícil que se lamentaba por una simple tontería.

La puerta de mi habitación se abrió y alguien entró, no podía verlo, puesto que estaba de espaldas, sólo lo escuché dejar algo en el mueble antes de acostarse a mi lado y rodear mi cintura con su brazo.

Era Tobías, su aroma había embriagado mis fosas nasales.

—Es un idiota —susurró.
—¿Papá te lo dijo? 
—Me hubiese gustado que tú me lo dijeras.
—No quería interrumpirte mientras estabas con tu novia —suspiró.
—Me refiero a que no me contaste que estabas interactuando con él ... Siempre me cuentas todo.

Guardé silencio por un breve momento antes de girarme y verlo a la cara.

—¿Recuerdas cuando comenzaste a salir con la primera chica y no me lo contaste por temor a que no resultara como querías? —asintió con la cabeza—. Pues por el mismo motivo yo no lo hice.

Su mano acarició mi cabello.

—¿Quieres que lo golpee? —sonreí ligeramente.
—Eso no me hará sentir mejor.
—Yo sé que te hará sentir mejor —al sentarse, tomó los dos vasos con ICE que había dejado en el mueble—. En cuanto tu papá me dijo lo que había pasado, pensé en que nuestra bebida favorita desde niños, te ayudaría un poco —extendí mi sonrisa y también me senté con las piernas cruzadas.
—Gracias —tomé de su mano mi ICE de fresa.

Ambos bebimos un poco.

—¿Recuerdas cuando lo bebíamos hasta que nuestro cerebro se congelara? —preguntó divertido.
—Si, éramos demasiado torpes. Nos gustaba sufrir —reímos.

De nuevo bebimos a través de la pajilla, tenía la intención de sólo tomar un poco, pero de un momento a otro, comenzamos a retarnos con la mirada, él frunció el ceño y yo también lo hice, ambos comenzamos a beber más a prisa hasta que ...

—¡Au. Demonios! —me quejé al ser la primera con el cerebro congelado.

Él intentó reír, pero su momento llegó.

—Maldición —tocó su cabeza.

En cuanto la terrible sensación pasó, fue mi turno de burlarme de él. En breve, ambos caímos sobre el colchón, riendo por nuestras tonterías.

—Ya no hagamos eso, ¿quieres? —expresé.
—Fuiste tú quien me retó.
—Claro que no.

La risa comenzó a desvanecerse para darle paso al silencio, un silencio cómodo que se prolongó. La compañía de Tobías era muy importante para mí y su deseo por mudarse a Seattle me estaba matando por dentro.

—Gracias por estar aquí —le susurré.

Me sonrió de forma amable, me quitó el ICE y volvió a dejar ambos sobre el mueble. Enseguida, lo miré deshacerse de su calzado y comenzar a quitar el edredón de la cama.

—Ven acá, Timona —me pidió—. Tendremos un maratón de Harry Potter.

Al meternos bajo el edredón y acomodarnos, Tobías tomó el control remoto para reproducir la película, una vez que lo hizo, me entregó mi ICE y bebimos de él mientras mirábamos el inicio de Piedra filosofal.

🕞🕝🕜
 


—Aitana —escuché la voz de papá en mi sueño—. Despierten o llegarán tarde a clases.
—Si, mañana —murmuré.

«Creo que no estoy soñando»

—Tobías ...
—Estoy despierto, estoy despierto —respondió él somnoliento.
—¿En serio? Porque yo no lo noto. Van a llegar tarde a clases, así que ya salgan de la cama —fue lo último que escuché antes de que cerrara la puerta.

Estaba cansada, no quería salir de la cama, ya que no había dormido nada después de mi turno en el trabajo. Ni siquiera terminé de ver la primera película de nuestro supuesto maratón, pero tenía responsabilidades, sí, las que todo el mundo odia.

—Pumba ... 
—Cinco minutos más —su brazo se aferró a mi cintura.
—Llegaremos tarde.
—Pues no vayamos a clases —su mano, accidentalmente, se movió y me tocó un pecho.

Desperté por completo.

—¡Tobías! —salté de la cama—. ¡Me tocaste un pecho, tarado!
—¿Cuáles? Si no tienes —expresó con los ojos aún cerrados.
—Idiota —resoplé y me fui directo a la ducha.

Al pasar veinte minutos, ambos ya estábamos duchados y listos para salir de casa. Tobías me insistió en faltar a clases e ir a dar un paseo —nada me hubiese hecho más feliz en ese momento—, pero como ya lo había mencionado anteriormente, estaba atrasada con los trabajos de la universidad y no quería bajar mis notas.

—¿Qué tal te fue ayer con mi hermana? —me preguntó divertido al salir de la habitación.
—Está loca. Me hizo mirarme al espejo para hacer esto.

Imité una de las miradas que Donna me enseñó y se echó a reír.

—Ya no hagas eso, parece que te dará un ataque de epilepsia.
—¡Oye! —le lancé un golpe a su fuerte abdomen—. Hoy amaneciste con el afán de molestarme, ¿no lo crees? —me adelanté y comencé a bajar las escaleras.
—Sólo estoy tratando de vengarme —dijo a mis espaldas—. Tus ronquidos anoche no me dejaron dormir —sonreí.
—A la próxima duermes en el ...

Me interrumpí a mi misma antes de decir sofá, ya que al terminar de bajar las escaleras, miré a Tucker en mi sala.

«Dios»

Mi corazón latió con fuerza cuando se puso de pie, creí que me iba a sonreír, pero ni siquiera me estaba mirando, estaba observando con ... molestia a Tobías.

—Ahm, Tucker, él es Tobías el mejor amigo de Aitana —lo presentó papá—. Tobías él es Tucker, nuestro nuevo vecino.

Ambos sólo asintieron con la cabeza.

—Dejé pasar a Tucker porque tiene algo importante que decirte —añadió notando el ambiente tenso.
—Es tarde y debemos ir a clase —expresó Tobías para mi sorpresa.

«¿Y ahora qué rayos?»




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