Aitana al acecho

Capítulo 9 'Una posible oportunidad'


Tobías

Estaba soñando, creía que estaba soñando porque sólo esa razón hubiese podido justificar lo que acababa de escuchar. Aitana me había pedido que ... ¡¿qué?!

«Dios, casi nunca te pido nada, pero ayúdame a entender lo que ella acaba de decirme»

—¿Qué-qué dijiste? —trastabillé.
—Tobías, sé que esto se escucha muy loco, pero necesito tu ayuda —bajó de la cama y comenzó a caminar de un lado a otro—. Donna me dijo que los chicos necesitan de esas cosas, tú sabes ... arrumacos, sexo ... tú eres un chico, sabes de lo que hablo y hace un momento, Tucker y yo nos besábamos y él me tocó un pecho y ...
—¿Qué el idiota hizo qué?

Inmediatamente, mi lado cavernícola saltó a la luz.

—Olvida eso, ¿quieres?

«No, claro que no. Ahora es algo que me va a estar torturando toda la noche»

—Lo que quiero que entiendas, es que no quiero ser una inexperta —continuó—. Quiero poder saber lo que estoy haciendo, y no verme como una tonta ante él.
—Aitana, tú no te ves como una tonta.

«Tu inocencia es excitante en grandes cantidades»

—Claro que sí —se detuvo y me miró fijamente—. Me aterré en cuanto él me tocó y a pesar de que me estaba gustando, lo detuve.

«Demonios. No quiero escuchar eso»

Tomé un suspiro al sentarme al borde de la cama, apoyé mis codos en los muslos mientras cubría mi rostro con las manos. Mi mente intentaba analizar todo lo que acababa de escuchar, por un lado, lo que sentía por Aitana me orillaba a aceptar inmediatamente, no todos los días la chica de la cual has estado enamorado desde la infancia, toca tu puerta y te pide que le quites su virginidad, pero por otro lado, no quería hacerlo sólo para que ella fuera a mostrarle a aquel idiota lo que había aprendido conmigo.

Lo segundo era bastante repulsivo para mí.

—Oye —se acercó y tomó asiento a mi lado—. Sé que estoy excediendo el nivel de apoyo que me estás brindado, pero somos amigos desde que éramos unos niños y si lo ves desde otro punto, no sería tan raro.
—Aitana —me puse de pie—. Esto es más que sólo hacerlo y ya —enfrenté su mirada.
—¿Por qué? Sólo es sexo —resoplé.
—¿Escuchas lo que estás diciendo? —fruncí el ceño—. ¿En dónde crees que quedará nuestra amistad cuando eso suceda?

«Cielos» Tener sexo con Aitana lo cambiaría todo para mí.

—Continuaremos siendo amigos.

«Demonios»

—Sólo piénsalo, ¿de acuerdo?
—La que debería pensarlo eres tú, no yo. Se necesita química para poder tener intimidad —comenzó a morder sus uñas al bajar la mirada.
—Entiendo ... tú no la sientes conmigo —murmuró.

«Oh, rayos. Si tan sólo supiera»

Suspiré al tomar sus manos para evitar que siguiera mordiendo sus uñas y volví a sentarme a su lado.

La miré fijamente a los ojos.

—Aitana ... tú eres quien no la siente —un nudo se instaló en mi garganta al decirlo.

Saber que ella no sentía lo mismo por mí, me dolía.

—¿De qué hablas? Eres un chico súper guapísimo, además de sexy —ladeé una sonrisa.
—Eso no es lo mismo.
—Entonces explícame.
—Es ... difícil.
—Diablos, Pumba —desesperó al ponerse de pie—. Lo estás haciendo muy complicado.
—Pues porque es complicado.
—De acuerdo, está bien, ya lo entendí. No quieres y no voy a forzarte a hacer nada que no quieras —se dio la vuelta y caminó para dirigirse a la puerta.

«Vamos Tobías, haz algo»

Con nerviosismo, me puse de pie y la detuve del brazo.

—Está bien —accedí—. Acepto tu propuesta.
—¿En serio? —preguntó sorprendida.
—Sí, pero tenemos que aclarar algunos puntos.
—Sí, claro —volvimos a sentarnos.

«Demonios, Tobías, ¿en qué te estás metiendo?»

—Para empezar, debemos conocernos —sonrió ante mi petición.
—¿De qué rayos hablas? Nos conocemos perfectamente. Sabes hasta qué bragas uso en mi periodo —comencé a reír.
—Son horribles, Aitana —se unió a mi risa.
—Cállate, sabes lo que quiero decir.
—Y yo me refiero a ... —las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta.

¿Cómo rayos debía explicarle?

—Me refiero a ... nuestros gustos sexuales —sus mejillas se tiñeron de rojo.

Era tan linda.

—Esto es muy raro —expresó.
—Pues tú comenzaste con esto, ahora te aguantas —suspiró.
—Bien, pero no entiendo cómo podría esto ayudarnos si sólo se trata de ... —bajó la mirada—, estar desnudos en una cama y cometer el acto.

«Carajo»

Mi sangre hervía de tan sólo de imaginarlo.

—Mírame —le pedí y lo hizo—. El hecho de que sólo hagamos esto por hacerte perder la virginidad, no quiere decir que no haré todo lo posible porque tu primera vez sea memorable.

Me miró con ojos brillantes. Tal vez ninguno de los dos lo sabía en ese momento, pero la tensión sexual entre nosotros ya había iniciado.

—Escucha, no haremos esto incómodo —le sonreí con tranquilidad—. Iremos poco a poco.
—Pero no quiero ir despacio.
—No hay prisa, Aitana. Él debe esperar hasta que tú estés lista para entregarte a él.

«Espero que eso nunca pase»

—Está bien —me sonrió segura de sí misma—. Lo haremos a tu modo.
—Bien.
—Dijiste puntos que aclarar, hablaste en plural, ¿cuál es el siguiente? —suspiré.
—¿Recuerdas la promesa que hicimos en el puente medio? 
—Ser amigos para toda la vida —asentí con la cabeza.
—Sin importar en qué termine todo este asunto, nosotros no dejaremos de serlo ... pase lo que pase, no puedo perderte Aitana.

Era verdad, aún así no la tuviese nunca como yo quería.

—Yo tampoco quiero perderte nunca —me abrazó.

Un abrazo que sentí en lo profundo de mi alma. Nuestras vidas estaban a punto de cambiar, aunque realmente esperaba que no fuera para mal.

Alguien tocó la puerta y casi inmediatamente, nos distanciamos.

—Siento interrumpir, chicos —dijo mamá al abrir—. La cena está lista.
—¿Te quedarás? —le pregunté.
—Claro —me sonrió y le respondí de igual forma.




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