Aitana al acecho

Capítulo 17 'Declarando la guerra'


El día del evento había llegado, algo que me tenía muy nerviosa, aunque para ser sincera, también estaba un poco emocionada por usar aquel hermoso vestido. Realmente esperaba que todo saliera bien, ya que en cuestión a mi calzado, las zapatillas seguían sin cooperar conmigo.

Tomé un largo suspiro y salí de la cama para dirigirme al cuarto de baño. Tomé una rápida ducha y continué con mi rutina de todas las mañanas. Debía estar lista para cuando la loca de Donna pasara por mí —cosa que sería muy pronto—. Había quedado con ella para alistarnos en su casa, no era algo de mi total agrado, pero lamentablemente, no tenía opción.

Al terminar de trenzar mi alborotado cabello, tomé mi móvil y marqué el número de Tucker, pero no me respondió. Suspiré con pesadez y salí de mi habitación, estaba a punto de bajar las escaleras cuando escuché el sonido de una cierra eléctrica, mismo que provenía de la casa de mi novio.

Sin pensarlo, entré a la habitación del enano para mirar por la ventana y averiguar de qué se trataba.

—Ay, mi Dios —murmuré al ver a Tucker en el jardín delantero de su casa.

Sin apartar la vista de él, mis manos buscaron a tientas los binoculares, una vez que los encontré, los llevé a mis ojos y me sacié ante tremenda vista.

Tucker tenía el torso desnudo mientras pasaba la sierra eléctrica por un trozo de madera, sus jeans caían ligeramente de sus caderas, mostrando un abdomen bajo perfectamente trabajado, inclusive, los rayos del sol hacían que su piel brillara por el sudor que se deslizaba por su cuerpo.

«Madre mía»

Estaba totalmente cautivada, mi novio ya no sólo era el sexy vecino, ni el sexy chico fit, sino que también era un escultural y sexy carpintero.

«Quiero morirme ... pero morirme de placer en sus brazos»

Con mis mejillas encendidas, alejé los binoculares de mis ojos, justo en el momento en que Tucker desviaba la vista, no tenía la intención de mirar hacia la ventana del enano, pero por casualidad o tal vez por sentir mi mirada acosadora, lo hizo.

De inmediato me sentí avergonzada por ser descubierta.

Él me sonrió y meneó la cabeza, indicándome que bajara. Yo sólo le asentí, sonriendo como idiota.

Al salir de la casa, me tomó unos cuantos pasos para llegar a la suya, nuevamente, me sentí cautiva al mirarlo, y no sólo eso, me cautivaba más la idea de que iría directamente a besar a ese sexy carpintero.

—Hola —dejó de trabajar para sonreírme coqueto.
—Hola —no perdí tiempo, deslicé mis manos por su torso y lo besé.

Tucker no dudó en responder, me tomó de la cintura con precisión y profundizó el beso, provocando de manera impresionante que mi cuerpo entrara en calor. No iba a negarlo, verlo de aquella manera me había excitado.

—Mhmm —murmuró al morder ligeramente mi labio inferior—. Creo que a alguien le gusta verme trabajar bajo el sol.

«¿Y a qué mujer cuerda no le gustaría?»

Sonriendo con timidez, bajé la mirada.

—Lo siento, no quiero lucir tan ...
—¿Hermosa? —me interrumpió.
—Iba a decir "tan descarada", pero ... —me encogí de hombros y él extendió su sonrisa.
—¡Ahhh! —lancé un pequeño grito cuando me tomó en brazos y me giró en el aire.

En breve, me colocó de nuevo en el piso y me besó, un beso con el cual descubrí algo ... Tucker ya no sólo me gustaba, comenzaba a querer a ese chico.

—¿Lista para esta noche? —me preguntó.
—Eso creo —le respondí sin dejar de abrazarlo—. ¿Y tú? ¿Estarás a tiempo con tanto trabajo? —me referí a la madera que estaba cortando—. Que por cierto, ¿me dirás en qué trabajas? 
—Estoy remodelando un poco la casa.

Eso explicaba por qué no había sala.

—¿En serio? —me distancié—. ¿Me dejas echar un vistazo? —quise caminar hacia la entrada, pero su brazo me detuvo.
—De ninguna manera, señorita —volvió a abrazarme—. Hay demasiado desorden ahí dentro y no quiero que esta hermosa piel se dañe al tropezar con algo —besó mi clavícula—. Aunque te prometo que cuando esté lista, serás la primera y única en verla.
—Bien —le sonreí radiante.
—Y respondiendo a tu otra pregunta, por supuesto que estaré listo, además, quisiera invitarte a otro lugar después del evento —fruncí el ceño.
—Pero el evento terminará tarde, ¿a dónde podríamos ir a esa hora.
—Bueno, renté una linda cabaña a las afueras del pueblo —mi sonrisa comenzó a borrarse mientras mi mente le abría paso al nerviosismo—. Me gustaría que esta noche la pasemos juntos.

«¿Por qué a mí?»

Apenas si había aprendido a caminar —besar—, y este ya me quería llevar a correr —tener sexo—. Era obvio que me encantaba su proposición, pero me sentía aterrada al compartir la cama con él. Mi inexperiencia no sabría como responder ante esa situación.

—¿En ... en la misma cama?

«Pero que bruta»

—Pues claro —sonrió divertido—. A menos que seas una desalmada y me eches al suelo.

La madera era caliente, no pasaría frío.

«Ay, ya cállate, Aitana»

—Creo que ... me encantaría —mordí mi labio.

«Vamos, tú puedes»

Su pulgar alejó mi labio de mis dientes, enseguida, él lo atrapó con los suyos.

—Por supuesto que te encantará —susurró seductor y mis débiles rodillas estuvieron a punto de tocar el suelo.

Una canción del género pop y en volumen alto, llamó nuestra atención, al girar la cabeza, observamos a Donna —mi salvadora en ese momento—, estacionar su Mini Cooper rosa en medio de la calle.

«Aquí vamos»

—¡Buenos días, tortolitos! —nos saludó al bajar de su auto. Retiró la gafas de su rostro y se acercó a nosotros.
—Tucker, ella es la hermana de Tobías ...
—¡Donna! —la bruta me interrumpió y se presentó ella misma, extendiendo su mano.
—Mucho gusto, Donna —Tucker tomó su mano y besó su dorso.
—¿Alguna vez te han dicho lo sexy que eres?
—¡Oye! —le advertí mientras Tucker reía.
—Pero qué preguntas las mías —giró los ojos, ignorándome—. Por supuesto que ya te lo han dicho. Tienes el cuerpo de un ...
—Ya es suficiente —la interrumpí.




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