Aitana al acecho

Capítulo 21 'El clavo que saca otro clavo'


Tobías

¿Enojo? Era más que enojo lo que sentía, la ira calaba mis malditos huesos, las ganas que tenía de estrangular a Brittany con mis propias manos, era enorme. Sabía que querría vengarse de mí por haberla dejado, y estaba preparado para lo que fuera que sus estúpidos berrinches la llevaran a hacer, pero ¿esto? ¿Exponer la intimidad de mi hermana de una forma tan aberrante? Estaba jodidamente traumada esa engreída.

—Necesitamos hacer algo al respecto, esto no se puede quedar así —comentó mamá con molestia.
—Podemos denunciarla —dijo papá, refiriéndose a Brittany.
—¿Y cómo lo vamos a probar? —preguntó Donna entre lágrimas.

Había estado llorando desde que llegamos a casa.

—Ella se lavará las manos, su mismo padre la ayudará a salir de todo esto.
—A mí no me importa quien sea su padre, yo ...
—¡Olvídalo, papá! —Donna lo interrumpió al levantarse del sofá—. ¡No importa lo que hagas, ella ya ha arruinado mi vida! —salió corriendo de la sala.

Suspiré pesadamente al pasar una mano por mi nuca.

—Esto es mi culpa —les dije—. Iré a hablar con ella, y le pediré que ...
—Tú no harás eso —mamá negó con la cabeza—. Si en verdad has terminado con esa niña, no te atrevas a volver a buscarla.
—Pero necesito hacer algo ...
—Tu padre y yo haremos algo —me interrumpió—. Brittany lo único que quiere es llamar tu atención, y no tienes por qué darle el gusto.
—Tu madre tiene razón, Tobías, ya no muevas más este asunto que nosotros nos encargaremos.
—¿Y esperan que me quede de brazos cruzados?
—Puedes darle apoyo emocional a tu hermana, ella lo necesitará.

«Rayos»

No era muy bueno en ese aspecto, desde que recordaba, lo que más hacíamos Donna y yo, era; molestarnos por cualquier cosa, pero no era como que tuviera otra opción, mi hermana necesitaba sentir que no estaba sola y por supuesto que la apoyaría, sobre todo porque ella estaba pagando por una venganza que iba dirigida a mí.

—Bien, iré a hablar con ella —les dije antes de salir de la sala.

En breve, subí por las escaleras y me dirigí a la habitación de Donna, por suerte, la puerta no tenía el pestillo puesto, así que la abrí sin antes tocar. Ella se encontraba en el centro de su cama, hecha un ovillo.

—Vete —me pidió al mirarme—. No quiero ver a nadie.
—Sólo quería saber si necesitabas algo.
—Necesito retroceder en el tiempo para no prestarle mi móvil a la perra de tu novia, pero no puedes darme eso, ¿cierto? —suspiré.
—No, no puedo —entré y cerré la puerta—. En realidad, he venido a disculparme. Lo que Brittany hizo ...
—Fue para vengarse de ti, lo sé —terminó por mí—. Sólo que ... —su llanto aumentó ligeramente—, no puedo creer que me haya hecho esto. Se suponía que éramos amigas.
—¿Dijiste "prestarle mi móvil"? —comencé a acercarme a su cama—. ¿Qué fue lo qué pasó? —me senté al borde de ella.
—Pues ... —limpió sus lágrimas y también se sentó—, la noche anterior, me pidió mi móvil porque según ella, se había quedado sin batería y mientras yo iba al baño, ella debió copiar el video.
—Entonces ...

Pensé por un momento mi pregunta, no quería incomodarla, sobre todo porque ni yo, ni mis padres sabíamos acerca de sus preferencias sexuales.

—La otra chica ... —continué con delicadeza—. Quién estaba contigo en el video ... ¿ella ..., ella es ...?
—Tenía miedo —confesó.

Jamás la había visto tan vulnerable como en ese momento.

—Tenía miedo de salir del closet y ser juzgada —bajó la mirada—. Le conté a Brittany sobre ella, pensando en lo liberador que había sido decírselo a alguien, pero me equivoqué —se encogió de hombros—. Debí saber que alguien como Brittany, nunca sería una amiga leal —volví a suspirar.
—Donna ... en la actualidad no tendrías por qué preocuparte por tus preferencias sexuales. Sólo la gente tan cerrada se atreve a juzgar por estas cosas y también es algo que debería tenerte sin cuidado, mientras tu seas feliz ...
—¿Es que eres ciego y bruto?

«Aquí viene la vieja Donna»

—Soy una chica linda, acostumbrada a ser el centro de atención. ¿Te imaginas lo que pasaría si de pronto digo que me gustan las chicas? Mi mundo ideal se acabaría —sonreí compasivo.
—Creo que tu mundo ideal comenzaría.

Guardó silencio, asimilando mis palabras.

—Dices que fue liberador decírselo a una sola persona, ahora ... ¿te imaginas que todos a tu alrededor lo supieran? ¿Lo fantástico que sería para ti no seguir cargando con ese secreto? Porque ¿a quién rayos le importa lo que la gente diga?
—A ti sí te importó cuando decidiste cambiar tu físico —resoplé sin abandonar la sonrisa de mi rostro.
—La primera persona en quien pensé al cambiar de hábitos, fue en mí, y sí, tal vez hubo alguien más por quien lo hice, pero ... aún así, siempre fue por mí, por sentirme bien conmigo mismo.
—¿Por Aitana?

Tragué pesado al escuchar su nombre.

—No quisiera hablar con ella —desvíe la mirada.
—Eso es nuevo. Debes estar muy molesto por lo qué pasó entre ella y ...
—Es suficiente, Donna —elevé un poco la voz, pero me arrepentí rápidamente.

Por supuesto que estaba enfadado con Aitana. «Diablos.» Más que enfadado, estaba dolido, ella se había entregado a ese imbécil y no le bastó con eso, sino que también, me restregó en la cara lo bien que la había pasado.

No sabía que sucedería con nuestra amistad, era verdad que habíamos hecho una promesa, pero en ese momento, no quería ni verla en pintura.

—Lo siento —pasé las manos por mi cabeza—. Es sólo que no quiero hablar de ella, además, esto no se trata sobre mí, sino de ti.
—No sé qué va a pasar —volvió a sollozar al abrazar sus piernas—. Creo que no quiero volver a clases nunca más.

Suspiré por tercera vez al acercarme para abrazarla.

—Descuida —besé su cabeza—. Nuestros padres entenderán que necesitas tiempo.

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Me abrí paso entre el montón de chicos que había en la casa. Como era habitual, Cervantes daba una fiesta por cualquier motivo o excusa, decía que no se necesitaba de la razón para celebrar cada día que la tierra nos permitía vivir, obviamente, sus estupideces me hacían reír, puesto que era más que claro, que sólo eran pretextos para embriagarse y tener sexo con sus invitadas.




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