Aitana al acecho

Capítulo 23 'Tropiezo trás tropiezo'


Aitana

—¡Oh por dios! —expresé al acercarme a la chica que yacía en el piso—. ¡Dios, lo siento! En verdad lo siento —me coloqué en cuclillas.
—Descuida, creo que estoy bien —dijo ella al tocar su cabeza.

«Al menos no la maté»

—¡Michelle! —el grito de Tobías, llamó mi atención—. ¿Estás bien? —le preguntó al acercarse a ella.
—En verdad lo siento, no sé qué fue lo que pasó —volví a excusarme.
—Ah, ¿en serio? —Tobías me miró incrédulo.

Él estaba dudando de mí, pero yo no lo había hecho intencionalmente … ¿o sí?

—Tranquilo, estoy bien —la tal Michelle le sonrió—. Sólo fue un golpe ligero.
—Ven aquí —la tomó en brazos.
—Déjame ayudarte —intenté hacerlo, pero …
—Ya hiciste suficiente, Aitana —Tobías me miró molesto.

Tal vez estaba siendo una exagerada, pero su frialdad para dirigirse a mí, me dolió mucho, algo que provocó que mis ojos se empañaran con lágrimas.

—En verdad lo siento —volví a disculparme con la chica y me alejé antes de comenzar a llorar como una tonta frente a ellos.

Caminé y salí de la feria para ir en busca de Tucker, fue en ese entonces que me permití llorar. No lograba entender por completo el porqué Tobías tenía esa actitud conmigo, estaba tan acostumbrada a sólo su buen trato que esto conseguía herirme.

Estuve a punto de llegar al auto, pero …

—Aitana —la voz de Tobías me detuvo.
—¡¿Qué demonios pasa contigo?! —me giré y le grité.

No pude evitarlo.

—¿Conmigo? —se acercó más a mí—. Acabas de atacar a la chica con la que salgo.

¿Tan importante era para él?

—Eso fue un accidente.
—¡Por Dios, Aitana! Eres una buena lanzadora, no esperes que te crea.
—¡Pues entonces no lo hagas! —volví a gritar—. Dime qué soy una mentirosa, una idiota … ¡Dime lo que quieras! Después de todo, ya no soy más tu amiga, ¿cierto? ¡Ya no soy nada para ti!

Me giré para continuar con mi camino, pero me detuvo del brazo e inmediatamente me rodeó por la cintura y unió su frente a la mía. Sorprendida por su acción, detuve mis lágrimas y fruncí el ceño.

—¿Qué … qué haces? —titubee.
—¿Es que no te das cuenta, Aitana? —mi corazón latió con fuerza.
—¿Qué? —pregunté con nerviosismo.
—Yo …

—¡Aléjate de ella! —Tobías me soltó ante aquel grito.

Sin siquiera pensarlo, Tucker se lanzó furioso contra Tobías, dándole un puñetazo en el rostro.

—¡Ahhh! —grité asustada antes de intentar detener a Tucker—. ¡Basta, por favor!

Lo tomé del brazo, pero fue inútil, Tucker me lanzó al suelo.

—¡Eres un imbécil! —Tobías respondió a la violencia al verme en el piso.

Ambos comenzaron a golpearse mientras yo los miraba aterrada.

—¡Tobías, basta por favor! —mis gritos continuaron—. ¡Tucker, detente!

—¡Hey! —Cervantes llegó de algún lado y no dudó en intentar separarlos—. ¡Suficiente! ¡Deténganse!

Cervantes sujetó a Tucker, pero parecía que mi novio estaba poseído. Ni siquiera me percaté del momento en que tomó una roca del suelo, sólo observé como se la lanzaba al rostro de Tobías.

—¡Nooo! —me puse de pie, rápidamente y me acerqué a mi amigo.

Su frente estaba sangrando.

—¡Aléjate de él, Aitana! —me exigió mientras intentaba soltase del agarre de Cervantes.
—¡Noo! —le grité al mirarlo—. ¡Eres un bárbaro!
—¡Vete de aquí! —me pidió Tobías.

El muy bruto quería continuar con la pelea.

—Tobías, por favor, ya basta —le supliqué.
—Ni siquiera pienses que permitiré que te vayas con él.
—¡No tienes por qué permitir nada, maldito idiota! —le gritó Tucker al por fin soltarse—. ¡Aitana es mi novia y ella vendrá conmigo!
—¡No iré a ningún lado contigo! —le grité con valor—. Quiero que te vayas, Tucker —mi llanto aumentó al ver su rostro ensangrentado con sorpresa.

No quería alejarme de él, pero no podía permitir que esto continuara, él me había prometido que no volvería a perder el control y no lo cumplió.

—Dije que nos vamos —Tucker dio un paso adelante, pero de inmediato, Cervantes se colocó frente a él mientras Tobías me colocaba a sus espaldas—. ¿Eso lo que quieres? —me preguntó—. ¿Quieres que me vaya? ¿Lo prefieres a él que a mí?
—Ya la escuchaste, estúpido —le dijo Tobías.
—Sólo ve a casa y contrólate —volví a pedirle—. Por favor.
—Pues si así lo quieres.

Fue lo último que dijo antes de dirigirse a su auto y subir en él. Sus llantas barrieron el pavimento por la fuerza con la que aceleró y todos lo vimos desaparecer a distancia.

—Ese chico está un poco loco, ¿no creen? —expresó Cervantes.
—¿Estás bien? —le pregunté a Tobías.

La sangre que salía de su frente, ya había llegado a su cuello.

—¿Y tú? —se refirió a la pequeña herida en mi mano, la cual, ardía un poco.
—Sólo es un raspón —le respondí.
—No creo que necesites suturas, pero si quieres puedo llevarte al hospital —propuso Cervantes.
—Sí, esa es una buena idea —dije rápidamente al limpiar mis lágrimas.
—No, está bien, iré a casa.
—Tobías, pero estás muy …
—Estoy bien —me interrumpió antes de mirar a su amigo—. Sólo hazme un favor y busca Michelle para que la lleves a su casa.

Bajé la mirada ante la mención de la chica, no me agradaba que se preocupara tanto por ella. Tal vez sí era importante para él, a pesar de haberla conocido …. ¿cuando demonios la había conocido?

«Rayos»

—Descuida, bro, iré a buscarla.
—Gracias —Tobías chocó el puño con él.
—Adiós, Aitana —me asintió con la cabeza.

Cervantes tampoco me agradaba, no creía que fuera un buen amigo para Tobías, pero si no hubiera sido por él, la pelea de hacía unos momentos hubiera terminado en la jefatura del pueblo, así que ...

—Gracias por todo, Cervantes.

Volvió a asentir con la cabeza y se fue.

—¿Quieres que te lleve a casa? —me preguntó
—Pues, yo pensaba llevarte a la tuya —resopló divertido.

Con su mirada puesta en mí, retiré la pashmina de mi cuello y comencé a limpiar la sangre que se deslizaba en su rostro, además de la que salía de su nariz. 




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