—Bienvenida Edith, pasa por favor.—El gran brujo mayor de la secta oscura invitaba a pasar a su nueva recluta.—Me interesa mucho conversar contigo.
El lugar era muy oscuro, apenas iluminado en algunas esquinas por algunos fuegos de color rojo pegados a las paredes encendidos mágicamente que levitaban por un encantamiento.
Era como un salón del rey en un castillo de la edad media. En este lugar el trono estaba al fondo y más alto que lo demás. Este trono se había convertido en uno al gusto del brujo mayor. Terminaba en picos y tenía figuras de rostro de gárgolas grabadas en toda su estructura. Además de una parte en las coderas figurando el cuerpo de dos dragones que cruzaban hasta llegar a la cima del trono. El material con el que estaba hecho era plata pura. Luchaba por brillar y alumbrar el lugar pero era imposible por más brillante que fuera.
La habitación era grande y no tenía cortinas que permitieran el paso del Sol. Las paredes eran de un metal muy extraño pero muy resistente incluso contra la magia.
Había tierra en algunos sectores y sobre ella algunas plantas que crecían descontroladamente. La decoración estaba basada en unos cuadros del renacimiento. Muestras de artistas como Miguel Ángel y Leonardo que fueron robadas por estos grupos en su debido tiempo. Estas pinturas no solo estaban ahí por su valor sino por los mensajes ocultos que manifestaban. Mensajes que guardaban los secretos de toda la orden incluidos sus orígenes.
—¿En qué puedo ayudarle?—Edith le hablaba con respeto como todos los brujos oscuros hacían. A pesar de su rebeldía, había tenido este detalle porque después de Ajaw no tuvo a quien seguir y de alguna manera le veía como algo similar, un refugio ante la ausencia de su maestro.
—¿Qué tal van tus prácticas y dominio de los nuevos hechizos que has estado aprendiendo?—Le preguntó con mucho interés por sus avances.
—Todo va excelente gran brujo.—Agachó la cabeza como otra muestra de respeto.—Los hechizos son muy interesantes y seguro serán de ayuda para mí en el futuro. Le doy gracias por compartir sus secretos.
—No tienes nada que agradecer. Después de todo fue un acuerdo al que llegamos el día que te uniste. Yo te enseñaba el arte verdadero de la brujería y tú los de tu ex maestro, además de permitirte unirte a mis filas.
—Así es gran brujo, y estoy muy satisfecha con los resultados.
Edith seguía teniendo esa mirada fría de la que se había hecho dueña en estos meses pero en su mirada se veía algo más, ambición por el poder.
Deseaba volverse la bruja más poderosa de todas y así acabar con sus enemigos. Al resto de brujos planeaba dominarlos convirtiéndose en la gran bruja. Este deseo a su manera lo había fabricado con la única intención de homenajear a su querido maestro.
—Si tú estás satisfecha es porque yo he cumplido mi parte. Entonces dime ¿Por qué tu no has cumplido la tuya?
El ambiente se comenzó a llenar de una energía café muy oscura y muy densa que incluso impedía ver a través de ella.
Era parte de la esencia del brujo Selt, una energía que superaba a la de Edith en todos los aspectos.
Sabiendo esto, retrocedió tres pasos sintiendo temor como nunca antes lo había sentido. Sus dedos comenzaron a comprimirse adoptando una posición como los gatos cuando están a punto de brincar.
—¡Quiero saber!, ¿Por qué no has transmitido los hechizos y los secretos del poder de Ajaw como lo prometiste?—Reclamaba el brujo mientras su energía se seguía dispersando en el ambiente apunto de alcanzar a Edith.
—He pasado algunos gran brujo, hechizos que aprendí de Ajaw en el tiempo que estuve con él.—Seguía dando pasos hacia atrás para buscar refugio pero no pudo hacerlo más al sentir que la pared de la entrada estaba ahí, encapsulándola para su mala suerte.—Esos hechizos son potentes y sus brujos no los han podido ejecutar.
—¿Dices que ninguno es tan suficientemente bueno para lanzar un hechizo de tu maestro?—Se levantó de su trono muy indignado por dicha acusación.
—Yo no he dicho eso gran brujo.—Edith comenzaba a sudar al sentir el peligro de la energía tan cerca de ella. Era como una bomba de tiempo y en su caso, quedaban muy pocos segundos para que detonara llevándosela entre la explosión.—Solo digo que sus brujos están acostumbrados a otro sistema de magia.—Hizo su intento para salvarse mostrando otro de sus talentos que nada tenía que ver con la magia, uno con el que había nacido y usado desde pequeña… la labia.
—¿Cuál es la diferencia entre los sistemas de magia según tu?
Los ojos del brujo oscuro brillaban notándose más por la falta de luz en la habitación. Su túnica negra cubría la mitad de la cabeza y hasta parte de la frente haciéndolo ver muy misterioso. La túnica que llevaba puesta estaba hecha con piel de varios animales y se rumoraba que de piel humana también. Era muy gruesa y resistente ante varios tipos de temperatura pero lo más importante es que era resistente contra la energía tan elevada que emitía él mismo y algunos de sus hechizos. Su túnica cubría todo el cuerpo desde la espalda hasta la parte de enfrente cerrándose con varios broches del mismo color.
—Sus brujos están acostumbrados a crear hechizos basándose en la energía oscura, además de meter solo algunas emociones o apoyarse en algunos elementos en específico. Están acostumbrados a trabajar así.—Al recordar a su maestro y todo lo que le enseñó se motivaba e incluso asomaba una leve sonrisa en su rostro.—La magia de Ajaw era libre, se basaba en usar la propia energía y dejar fluir todas las emociones aplicando un hechizo según el estado en qué nos encontramos. No se anclaba a ningún objeto sino que aprendía a usar la energía de lo que se encontraba a su favor.
—Esa debe ser un arte muy bueno ¿No?—El brujo detuvo su enojo y también la energía que ya rozaba la piel de Edith.—¿Crees que yo pueda hacer esos hechizos?—Preguntó siniestramente con la intención de compararse con Ajaw.