Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 22

ADHARA

Sostuve con firmeza la Khopesh, esta vez de manera correcta, no tenía intención de lastimarlo realmente, pero tal vez podría demostrar que no soy tan débil y delicada como él cree.

Recordé algunos de los libros de mi padre, en sus páginas había dibujos de guerreros que blandían sus armas e intenté levantar el adminículo por sobre mi cabeza, balanceé mi cuerpo y tomando impulso dirigí su filo hacia Akram.

No tuve oportunidad de rosarlo siquiera, apenas pude notar sus movimientos cuando se agachó e ingresó en el arco de mi brazo, tomándolo y arrebatándome el arma una vez más, mientras que me jalaba hacia él, desequilibrándome por completo y haciendo que cayese en su dirección, teniendo que agarrarme a su torso para evitar el golpe.

Había sido tan sencillo para él que aborrecía mi propia lentitud, no tenía oportunidad, no sabía ni podía protegerme a mí misma.

-¿Tropezaste?

Mi postura actual era humillante, como pude me reincorporé y lo enfrenté.

-Tienes años de entrenamiento, no es justo.

-Las batallas no suelen ser justas.

Llena de rabia y fortalecida por su altanería me propuse quitarle la khopesh, salté lo más alto que pude para alcanzarla puesto que él la sostenía por lo alto.

Cansada de hacer el ridículo me impulsé por última vez, pero en esta ocasión él me apretó contra sí con su brazo libre.

-Para, no creo que tu agresor tenga tanta paciencia como yo, a estas alturas tendrías uno o ambos brazos menos.

Me estremecí con tan solo imaginarlo, ¿eran necesarios los detalles sangrientos?

-Se supone que tú estas aquí para decirme qué debería hacer para defenderme, no solo para molestarme.

Con un movimiento violento conseguí que me soltara, dando un paso hacia atrás, de manera que retomaba la distancia entre ambos.

-Para empezar, saltar como un niño no te servirá de nada. Pudiste golpear mi abdomen, mi garganta o pisar mi pie, para luego aprovechar mi dolor y tomar ventaja. Te mostraré cómo.

Apoyó la Khopesh en una de las paredes para así tener ambas manos libres.

Se acercó a mí y colocó mis manos en su abdomen, de inmediato sentí cómo la calentura se apropiaba de mis mejillas, a pesar de la tela que lo cubría podía sentir lo marcado que estaba, seguramente debido a su constante entrenamiento.

-¿Sientes esta región?. -Presionó más mis manos contra sí, y vaya que lo sentía.

-S.. -Tuve que aclarar mi garganta puesto que ningún sonido salía de ella. -Si.

-Justo al centro del abdomen, debajo del esternón, donde las últimas costillas se encuentran, muy por encima del ombligo. -Mientras me explicaba pasaba mis manos por su torso de manera que podía sentir exactamente lo que describía. -Aquí. Debes golpear con todas tus fuerzas, esto provocará que se bloquee el aire en tu oponente, además de dolor, debes hacerlo rápido, sin darle tiempo para reaccionar. -Levanté la mirada encontrándome con la suya que me observaba fijamente. -Practiquemos.

Dió un paso hacia atrás, dándome algo más de espacio.

Cerré mi mano en un puño y traté de juntar mi fuerza en ese punto, respiré hondo y con el impulso de mi cuerpo lancé un golpe hacia el punto que él me había señalado.

Sin embargo, él se apartó y salí disparada, llevada por mi propio impulso, antes de que pudiese chocar con algún mueble o que me tropezase sentí que me sujetaba por el abdomen y me reincorporaba a mi posición original.

-¡Te moviste! -Lo acusé

-¿Esperabas que me quedase quieto y dejase que me golpearas? -parecía genuinamente sorprendido por lo crédula que había sido. - ¿Me veo como un saco de entrenamiento?

Iba a hacérmelo difícil, estaba claro.

-Pero…¿Cómo se supone que aprenda a defenderme si no puedo practicar realmente?

-Te equivocas Adhara. -Mi nombre en su voz profunda me provocaba un cosquilleo que atravesaba mi columna vertebral. -Estás practicando, tu agresor no esperará tu golpe, debes saber reaccionar, ser veloz, precisa.

-Solo tengo tres días Akram. -Protesté

-Solo necesitas un golpe para…

Esta vez no lo pensé tanto, y antes de que él pudiese prevenir mis movimientos volví a intentar golpearlo, esta vez con éxito. Mi mano dolió de sobremanera, pero estaba satisfecha.

-¿Decías algo?

Se inclinó hacia adelante, supuse que para recobrar el aliento.

Por al menos un minuto no emitió sonido alguno, incluso llegué a temer por su bienestar.

Sin prevención alguna una carcajada suave provino de él, me pareció increíble estar presenciando tal suceso. Akram, el hombre que siempre estaba serio y parecía estar enojado todo el tiempo esta noche no solo había sonreído, sino que también me deleitaba con el sonido de sus risas.

-Esta es la primera vez en muchos años que recibo un golpe así. -Inspiró haciendo una pequeña mueca de dolor. -Aprendiste bien, aunque debemos corregir tu postura y la posición de tus dedos, seguramente te hiciste daño. ¿Me equivoco?



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En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

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