Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 25

ADHARA

Al volver a la superficie, la luz me golpeó de una forma casi dolorosa. Sentía mis oídos más sensibles y alertas.

Me había equivocado algunas veces más, unas cuantas horas no eran suficientes para adquirir las habilidades que a él le habían costado años.

Pero aún no me sentía segura, había agudizado mis sentidos y estaba más alerta, podría hasta sacar ventaja a mi atacante e incluso lastimarlo lo suficiente para salir corriendo, pero no podía defenderme realmente, no sabía usar ningún arma y el tiempo se me estaba agotando.

-¿Cuándo aprenderé a usar la khopesh? -Pregunté

-No aprenderás. -Respondió secamente.

-Pero no es suficiente…

-Se requiere mucho más que un día para poder acostumbrarse al peso, la técnica y los movimientos de cualquiera de mis armas. Normalmente se inicia con una cimitarra de entrenamiento y se avanza poco a poco -Me cortó.

-Bien, entonces con cuál empezaré -Miré hacia su colección, tratando de identificar la cimitarra de entrenamiento.

-Con ninguna.

-Entonces cómo se supone que…

-Pensé en algo más… -Parecía buscar las palabras correctas -Adecuado para ti.

-¿A qué te refieres con adecuado? -Dije con desconfianza, ¿Qué podría ser adecuado para mí?

Se dirigió a la mesa, la cual aún se encontraba llena de alimentos y demás delicias. No me había percatado de que en medio había un pequeño amarro, suponía que envolvía más frutas o panes. Sin embargo, Akram lo tomó y desenvolvió con cuidado.

En medio había una daga preciosa, adornada con cristales de diamante y un mango de cuero fino.

Jamás había visto una pieza más bella y a la vez letal, sin importar lo pequeña que se veía en comparación con cualquiera de las armas en esta sala, aún así se veía amenazante.

Akram la extendió en mi dirección, lo miré insegura, pero parecía estarme invitando a tomarla. Así pues, con manos temblorosas la levanté y de no ser porque la veía en mis palmas, hubiera dudado que la tenía, era realmente liviana.

Era una daga aguja, la punta delgada claramente le quitaba peso, estaba tan absorta admirando su belleza que casi no noté que tenía grabado en el mango una “A”, ¿Cuál podría ser su significado?, ¿Sería mi inicial, su inicial, alguna otra palabra?.

-Es preciosa.

-Es tuya.

-¿Mia?

-Si, tuya.

-No puedo aceptarla. -Traté de rechazarla, se notaba lo valiosa que era.

-Tú misma dijiste que necesitas un arma para protegerte, esta es liviana, fácil de esconder entre las ropas y es cómoda. No la subestimes por su tamaño. -Argumentó.

-Solo la aceptaré si me la das como préstamo, luego te la devolveré. -Traté de negociar.

-No es… de mi estilo.

Sabía que estaba buscando alguna excusa, entre su colección tenía armas con muchas más piedras preciosas y con grabados más extravagantes que esta.

-¿A qué te refieres con que no es de tu estilo?

-Digamos que lo que mejor va conmigo son las armas grandes… no así las pequeñas.

Notaba algo implícito en sus palabras, parecía estar sugiriendo algo más, su mirada de pronto se tornó llameante, como si hablase de una cuestión diferente.

-No veo por qué no…

-Solo acéptala, y no aceptaré un no por respuesta. -Sabía que podía ser tan o más testarudo que yo, y en este caso no se rendiría. -Además, podría pensar que no fue de tu agrado y mandar a ahorcar al herrero.

Claramente bromeaba, lo cual era raro en él y su típico carácter siempre serio.

-Al menos podrías decirme qué significa esta “A”

-Es mi inicial -Soltó con indiferencia.

-Ah. -Qué más podía decir.

-Se supone que fue hecha para mí, debía tener algo mío. -Complementó.

-Claro. -Desde luego no iba a tener otro significado que ese, pero una parte mía esperaba que así fuese, y que hubiese una explicación oculta -Y ¿De qué material es la hoja? -Traté de cambiar de tema.

-Está hecha de acero traído del mismo Damasco.

La historia del joyero de Damasco que mi padre solía contarnos a mis hermanas y a mi volvió a mi mente. Nos aseguraba que hasta la fecha las joyas más finas y hermosas provenían esa ciudad, quienes no solo tenían los metales más puros, sino que sabían trabajarlo como ningún otro. ¿Cómo es que había pasado de soñar con historias de amor a tener que luchar por mi vida?

-Es realmente hermosa.

-Come, -me ordenó -antes de que retomemos el entrenamiento iré a supervisar los avances del ejército. Mientras tanto será mejor que descanses y recuperes tus energías.

No iba a contradecirlo, comenzaba a notar el peso de esa mañana acumulada con la de la noche anterior, mi cuerpo entero pedía a gritos un respiro.



#3425 en Novela romántica
#199 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.