Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 43

ADHARA

Antes de ingresar a la habitación pegó su oído a la pared, para escuchar algún movimiento o señal que indicase que los sirvientes aún se encontraban del otro lado, y aún conmigo en brazos, entró con cautela, hasta asegurarse que no había nadie.

Tal y como lo había anunciado, delante nuestro se encontraba la mesa atestada de manjares, me preguntaba qué harían con los restos de la anterior, ¿tendrían permitido comerlos? ¿O es que acaso debían desperdiciarlos?.

Al lado derecho se encontraba una inmensa bañera tallada en madera y reforzada con hierro, de ella salían los vapores del agua todavía un tanto caliente que además le proporcionaba al ambiente un toque cálido y diferente; no era la misma que me había dejado utilizar la primera vez, cabían dos personas cómodamente, pero ni siquiera veía probable el meterme acompañada.

-Ven. -Tomó mi mano tras ponerme en el piso, y suavemente nos condujo hacia uno de los extremos de la habitación.

Aún no terminaba de acostumbrarme a esta clase de gestos por su parte, el contraste de su rudeza física con sus actitudes cordiales era un privilegio del cual solo a mí se me había permitido ser testigo.

Abrió el baúl que contenía los vestidos lujosos que me había regalado hace unos días, y tomó los jabones y aceites que también habían sido guardados en su interior.

-No… -Aclaré mi voz. -No pensarás que vamos a bañarnos juntos. -Intenté adelantar mi rechazo a los posibles planes que pudiesen estarse formulando en su cabeza.

-¿Es que piensas perderte la placentera sensación de un baño caliente para relajar toda la tensión acumulada?

Así como podía comportarse de manera tierna y dulce, no desperdiciaba las oportunidades para sugerir situaciones que pudiesen incomodarme.

-Es cierto que me gustaría poder tomar ese baño caliente -Se aproximó hasta casi juntar nuestros cuerpos. -Sola. -Aclaré con una sonrisa, retrocediendo un paso para recuperar una sana distancia que calmase el ambiente ya de por si acalorado por los vapores del agua hervida. -Así que la respuesta es sí, voy a perderme esta grandiosa oportunidad.

-Bien, tú te lo pierdes.

Se quitó la camisa que cubría su torso, captando por completo mi atención. Una parte mía sabía que debía apartar la mirada de inmediato y concederle algo de privacidad como lo había hecho las anteriores veces, pero la otra deseaba ser rebelde y deleitarse con aquella vista.

Sus músculos se marcaban por completo, sus hombros eran anchos, pero no demasiado, y estaban en perfecta proporción con el resto de su cuerpo, sus fuertes brazos no eran exageradamente gruesos, y los contornos de su pecho y abdomen estaban perfectamente delineados; El impulso por acariciarlo se volvió casi incontenible.

Allí estaba él, parado en frente mío, desafiante como siempre y a la expectativa de mi reacción.

Mi subconsciente no dejaba de gritar que debía acallar el rumbo de mis pensamientos y controlar los deseos que Akram provocaba en mi.

Pero pudo más el fuego y ante la imposibilidad de contenerme por más tiempo, extendí mi mano para colocarla en su cuello y descender suavemente por sus hombros hacia sus brazos, su piel ardía bajo mi palma, pero no se movió, ni se apartó. Repetí la caricia con mi mano derecha y luego con ambas manos acaricié su pecho descendiendo hacia su abdomen, pretendiendo comprobar si aquello que mis ojos veían era real y no un maravilloso producto de mi imaginación.

Lo rodeé suavemente con ambos brazos y me pegué a su torso, dándole un delicado y tímido beso a la altura del corazón para esconderme por la vergüenza de mis actos bajo su quijada.

Acarició mi mejilla concediéndome unos breves instantes antes de levantar mi rostro de manera que nuestros labios se juntaron en un beso repentino y cargado de pasión.

Me levantó e hizo que mis pies, ahora descalzos, rodearan su cintura, profundizando nuestro beso y avanzando hacia la bañera.

En medio de mi letargo escuché el sonido del agua chocando contra el piso tras desbordarse por alguna razón.

Solo cuando sus brazos me fueron liberando con lentitud, y sentí el agua tibia llegar hasta un poco por debajo de mis rodillas, fui consciente de dónde me encontraba, separándome de manera abrupta, rompiendo nuestro beso.

-No puedo… -Intenté salir de la bañera, pero él me detuvo.

-No voy a pedir que te desvistas si no lo deseas, no voy a tocarte si así lo quieres, respetaré siempre tus decisiones, pero permíteme consentirte a mi manera y apartar todo aquello que te aflige, aunque solo sea por un momento.

La intensidad de su mirada y la súplica de su voz derrumbó por completo mis defensas; no iba a desnudarme, conservaría sus ropas.

Le di la espalda para que tuviese algo de privacidad y pudiese terminar de desnudarse, mientras me sentaba lentamente en aquella bañera, procurando que el agua no se desbordase en demasía.

-Tranquila. -Me susurró al oído mientras se acomodaba tras mío. -También voy a conservar la ropa para no incomodarte. -No dije nada por miedo a que los nervios me traicionasen y delatasen más de lo que seguramente el tono rojizo de mis mejillas ya lo había hecho. -Acércate más.

Apoyé mi espalda en su pecho y poco a poco me fui relajando. Acomodé mis brazos en los bordes de la bañera y mi cabeza en el hueco de su cuello.

Él tomó un trapo y lo untó con el jabón, remangó una de las mangas de la camisa que yo vestía y frotó los espacios que mi vestimenta le permitían, hizo lo mismo con mis piernas y mi cuello, mientras yo dejaba que también se llevase los problemas.

Lavó mi cabello con mucho cuidado y derramó algunas gotas de aceite en él dándole suaves masajes.

Por mi parte simplemente me relajé, al punto de encontrarme entre la frontera del sueño y la consciencia; mi cuerpo casi flotaba y apenas sentía la tela que me cubría.



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En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

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