Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 45

AKRAM

Una vez en palacio nos deshicimos de los caballos y escoltas, para dirigirnos hacia el salón principal donde seguramente se encontraría nuestro padre.

El sol ya se había ocultado, por lo que seguimos el camino de antorchas y lámparas de aceite que iluminaban nuestro camino.

Tal y como lo esperábamos, el Rey se encontraba en su silla, sin embargo, no se veía sorprendido por nuestra repentina llegada, al contrario, aparentemente estaba a la espera de que llegásemos.

-Padre, venimos a pediros una audiencia. -Solicitó mi hermano.

Personalmente prefería que fuese él quien tomase el control de la conversación, puesto que mi padre parecía escucharlo con mayor atención a él, en lugar de contradecirlo todo el tiempo como sucedía conmigo.

-¿Una reunión de emergencia que no puede esperar el comienzo de un nuevo día? Estoy ansioso por conocer vuestras inquietudes. -Sus palabras contradecían a su apariencia desinteresada.

-Mi hermano y yo -Señaló en mi dirección a la par que me mencionaba. -Nos preguntamos si habéis acordado alguna fecha para la partida de nuestros invitados. -Se aclaró la garganta tras pronunciar la última referencia, puesto que eran tan o menos de su agrado que lo eran para mí.

Por supuesto había hecho bien en dejarle hablar a él, puesto que de lejos hubiesen sido las palabras escogidas dentro mi vocabulario para expresarme.

-¿Hay alguna razón en particular a la que se deba vuestro deseo por su partida?

Un sonoro resoplido escapó de mis labios, dejando en evidencia lo ridícula que me parecía su pregunta. ¿No era tan obvio para él?

-Está claro que no han encontrado lo que buscaban en nuestra ciudad, han ofendido a nuestro servicio, intentaron robar nuestros alimentos, debemos cuidarlos como si de niños se tratasen puesto que son incapaces de mantenerse un solo día sin iniciar una disputa -Khaleb comenzó a ser cada vez más firme en sus declaraciones, las cuales aparentaban ser acusaciones. -Las mujeres dentro y fuera de palacio temen cruzarse en su camino, los niños se ocultan y no han salido a jugar por días. Beben y comen a nuestras expensas, a este ritmo tendremos que reajustar las raciones de alimento en caso de que vayan a extenderse.

-¿Qué es lo que te he enseñado todos estos años hijo?

Khaleb permaneció en silencio y confuso, a la espera de que mi padre prosiguiese.

-Nuestro Reino es pacífico, y son bienvenidos todos por el tiempo que necesiten, no podemos echarlos como si nada, no sería correcto.

-Tan pacífico que tiene un ejército totalmente armado y letal, listo para la conquista de nuevos territorios o para terminar con sus enemigos. -Dije por lo bajo.

-¿Decías? -Me preguntó, a lo que simplemente negué con la cabeza.

-Sucede que vistos los comportamientos que tuvieron en tan solo unos días, no encontramos lógico extender su estadía por más tiempo, eso solo nos pone en peligro. -Prosiguió Khaleb.

-¿En peligro dices? -Ahora sí habíamos llamado su atención.

Incapaz de contenerme por más tiempo me adelanté a Khaleb y decidí ser menos sutil.

-¿En verdad sois tan ciego como para no daros cuenta de que todo esto no es más que una pantomima? -Hice una pausa -Lo que buscan no es a la mujer del tal Malek, esa es solo una excusa para asentarse en las afueras del reino, e incluso ingresar a palacio para estudiarnos e identificar nuestros puntos débiles. -Elevé el tono de voz y dejé que las palabras brotasen de una buena vez. -No me diréis que les habéis creído todo el teatro del esposo preocupado, no haces más que ponernos en riesgo cada día que pasa. Seguro han calentado tus oídos con halagos y promesas de regalos, todo lo que dices sobre poner primero al pueblo no es más que pura hipocresía en tus labios.

En ese momento alguien se aclaró la garganta tras nuestro.

Al girarme comprobé que se trataba del Jeque Yusuf acompañado de sus hijos Kamal, Hakim y Malek.

Era más que obvio que habían escuchado parte de nuestra conversación si no es que toda, o por lo menos mi airada intervención, sin embargo, poco me importaba.

Prefería que estuviesen enterados de mi forma de pensar acerca de ellos, e incluso se viesen descubiertos en sus intenciones, antes que seguir fingiendo cortesías.

-Esperamos no interrumpiros. -Dijo el Jeque.

-Desde luego que no, de hecho, llegan en el momento oportuno. -La tensión pudo hacerse perceptible de repente. -Mis hijos tienen algunas inquietudes que tal vez puedan ser aclaradas ahora que se encuentran presentes.

-Será un placer. -Concedió el Jeque.

-Los príncipes se preguntan sobre el día de su partida.

-Precisamente veníamos a hablar sobre el tema. -Esta vez fue Malek quien intervino, parecía eufórico. -Desde luego no pretendemos ser una carga para vuestro reino.

-Poco se esfuerzan… -Escapó de mis labios, pero ya que estábamos sincerándonos…

-Es interesante que seas tú quien lo diga -Musitó por lo bajo, casi inaudible de no ser porque me encontraba más cerca de él que el resto. -Lamentamos los incidentes que pudieron surgir tras nuestra llegada. -No iba a dejarme engañar por sus hipócritas palabras. -Pero creemos que nuestra estadía aquí ha llegado a su fin.

Repentinamente sus hermanos abandonaron la sala.

-¿A qué se refieren? -Esta vez fue Khaleb quien preguntó.

-A que hemos encontrado lo que vinimos a buscar. -Una sonrisa demente se dibujó en su rostro que ahora estaba triunfante. -Adhara, cariño, ¿por qué no nos acompañas?

En ese momento vi a la verdadera Adhara ante mis ojos, siendo arrastrada por los hermanos de Malek, y sentí como si me hubiesen echado un balde de agua fría, no pude moverme puesto que mi cuerpo entero estaba petrificado, la respiración se me cortó y no hacía más que desear despertar de esta pesadilla.

Ella no podría estar aquí porque se encontraba segura en los pasadizos secretos tras mi habitación…



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En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

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