Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 51

AKRAM

La noche oscura casi había ocultado el rastro de sus caballos por completo, de no ser por la luz de la luna me hubiese sido imposible seguir su rastro en la arena.

Lo tenía a la vista ahora, se habían detenido a descansar y yo me encontraba tras unas dunas cercanas que me ocultaban de su rango de vista.

Busqué a Adhara con cuidado, y la distinguí a un lado del caballo de Malek, se encontraba de rodillas y con la cabeza gacha, pero a pesar de su postura no parecía derrotada, mas bien daba la impresión de encontrarse concentrada en algo.

Malek, por su parte se encontraba con su padre y hermano mayor, discutían sobre algo que por la distancia no podía oír, pero que seguro tendría que ver con el retraso de sus tropas.

Aunque en realidad lo esperaba, me extrañó no ver al resto de sus hombres con él, ¿No debería estar el mejor de sus luchadores en las primeras filas inspirando al resto a la batalla?

Me preguntaba qué detalle estaría pasando por alto, era obvio que constantemente miraba alrededor buscando señales mías mientras afilaba su cimitarra, esperaba que llegase para atacarlo, claramente no había notado mi presencia.

Era el momento perfecto para atacar, tanto su padre como su hermano se encontraban alejados y distraídos, Malek tendría una muerte rápida, solo necesitaba encontrar un punto más cercano…

Pero algo cambió, un destello casi imperceptible apareció a lo lejos, creí que había sido una ilusión mía, pero la mirada de los tres también seguía esa dirección.

Entonces más destellos aparecieron, eran como antorchas separadas las unas de las otras por varios metros de distancia, pero si agudizaba la vista podía distinguir diminutas figuras humanas que avanzaban en nuestra dirección.

¡No!

Sabía que era ridículo el número de hombres que había llegado al reino en búsqueda de Adhara, pero también sabía que no eran la totalidad de ellos los que acudieron a la convocatoria, suponía que el resto se había quedado resguardando sus demás tierras, aunque ya había discutido con Khaleb la posibilidad de un ataque.

Por supuesto no se estaban retirando tan llanamente.

Solo habían ido a dar la señal para que el resto de sus tropas avanzase de una vez y diese el golpe final.

Debía tomar una decisión.

Hice un cálculo veloz sobre el número de hombres que avanzaban y el tipo de armas que parecían tener.

Eran por lo menos 200 hileras, cada una con alrededor de 50 hombres, no cabía duda que había convocado a todos sus hombres, estos parecían hormigas avanzando sobre la arena, una parte de ellos portaba lanzas, eran los que más fácil se distinguían.

¿Qué debía hacer?

Adhara estaba aún ajena a todo ello, ¿Por qué no se daba cuenta del mayor peligro aproximándose?

No podía dejarla, pero tampoco podía quedarme aquí y permitir que tomasen ventaja.

Mi corazón y mi responsabilidad estaban enfrentados.

¿Qué debía hacer?

Cerré los ojos tratando de pensar en un plan.

Los hombres iban todos a pie, calculaba que aún les quedaría una media hora para llegar hasta nuestra ubicación actual y unas dos horas hasta la ciudad, tiempo suficiente para organizar a mis hombres si partía de inmediato.

Volví a abrir los ojos para buscarla y ver la forma de rescatarla, pero no la encontré donde hace apenas unos segundos se hallaba.

Malek la zarandeaba de nuevo mientras le decía algo que no pude escuchar, ella en respuesta le escupió en el rostro a tiempo de darle un rodillazo en las partes nobles, de pronto sacó sus manos, que hasta ese momento aparentaban estar atadas, y vi con horror cómo sacaba algo de entre sus ropas -la daga aventuré- e intentaba clavarlo en el cuello de Malek, pero este lograba detenerla.

Esa fue señal suficiente para sacarme de mi momentánea rigidez y montarme en el caballo para acudir en su auxilio.

-¡Apártate de ella! -Grité tratando de distraerlo.

Tanto el Jeque como Kamal corrieron para tomar sus respectivas armas, mientras veía con orgullo cómo Adhara aprovechaba la breve confusión de mi llegada y recuperaba tanto el equilibrio como el dominio de la daga y se la clavaba en el costado, provocando que este gritase de dolor.

Llegué hasta ellos rodeándolos y extendí mi brazo esperando que Adhara lo tomase, y una vez lo hizo la impulsé para que lograse subir en el lomo de mi caballo.

No iba a acabar con ellos ahora, ya habría tiempo para ello en la inevitable batalla que se avecinaba, primero la pondría a salvo.

-¡Arre! -Azoté las riendas del animal para que este se impulsase con mayor velocidad, mientras con la cimitarra hacía un corte limpio a las sogas que ataban de manera improvisada los caballos en los que se transportaban ellos.

El liberarlos nos daría una leve ventaja y permitiría llegar sin contratiempos dado que ahora no tenían un medio rápido para transportarse.

La adrenalina aún corría por mis venas y el soplo del viento servía para aclarar mis pensamientos volviéndome al presente.



#3425 en Novela romántica
#199 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.