Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 61

AKRAM

Por más que lo intentase era incapaz de concentrarme en los informes que me estaban siendo presentados, cada líder de tropa debía reportar las bajas y los resultados tras el ataque de los mercenarios y si hubo algún civil herido, pero solo era capaz de tener una expresión neutral puesto que no estaba prestando atención.

De mi mente no salían las expresiones de Adhara, parecía triste y culpable por todo lo acontecido con los mercenarios, a la par que un tanto decepcionada y distante; y podía comprender las razones de su lejanía, pero lo que más me inquietaba fue ese último beso antes de mi partida, no tuvo la entrega que de costumbre nos dábamos, en su momento lo asocié precisamente a ese sentimiento de culpa que ella cargaba y que por más que le dijese que nada de lo ocurrido se debía a ella, Adhara se seguiría con aquel cargo de conciencia. Empero cada que le daba más vueltas al asunto la palabra “despedida” se me venía a la mente.

No creía que Adhara fuese capaz de marcharse sin decir nada, ambos éramos conscientes de que tendríamos que separarnos tarde o temprano, pero aún teníamos tiempo para disfrutarnos.

-Fariq Awwai -Llamaron mi atención -Estamos esperando sus nuevas órdenes respecto a la seguridad del reino.

-Redoblen la guardia, especialmente en la dirección que tuvo lugar el ataque, si se atrevieron a llegar por aquel lado es porque creyeron que es un punto débil, asegúrense de que no lo sea. -Lo miré serio, a lo que simplemente asintió. -Manden soldados encubiertos a todas las aldeas aledañas y los pueblos que nos rodean, que vayan también con nuestros aliados y que al retornar informen sobre posibles amenazas, no me importa si se trata de un levantamiento de 20 panaderos, no podemos confiarnos de nuevo.

-Así será señor.

-Ya pueden retirarse. -Finalicé para despacharlos y así poder volver al palacio, y tener una última reunión con mi padre.

-Fariq -Llamé a mi segundo al mando mientras montaba mi caballo. -Revisen el inventario de armas y que el herrero revise el estado de las mismas, si es necesario hacerles mantenimiento que lo haga a la brevedad posible.

-Delo por hecho, señor. -Se volteó hacia los que aún se mantenían expectantes a mis órdenes -Ya oyeron, revisen y saquen todas las armas que tenemos en…

No pude escuchar más, pues ya había partido en dirección al palacio seguido por mis escoltas.

Una vez llegamos y fui anunciado antes de ingresar al salón principal, me encontré con un ambiente más iluminado de lo normal, y con un leve aroma a incienso mezclado con esencia de flores. Debió llegar alguien muy importante para que se tomaran tales molestias.

A medida que iba ingresando noté como todos los ojos estaban puestos en mi, a diferencia de otras ocasiones en las que ni siquiera se percataban de mi presencia.

-Al fin llegas hijo -Escucharlo me produjo un rebrote de rabia interna -Te esperábamos un tanto más temprano. -Su tono era de regaño disimulado tras una sonrisa y un intento por sonar gracioso.

-Primero son mis deberes como príncipe ¿Verdad padre? -Respondí con sorna.

Khaleb emitió un sonido burlesco que trató de disimular con una tos y una expresión de total desaprobación, aunque sabía que le divertía cada vez que desafiaba a nuestro padre.

-Me alegra que lo tengas tan claro. -Sonrió de una forma que me provocó un leve estremecimiento, como si supiese algo que yo no. -Oh pero que descortés de mi parte, -hizo un ademán solemne y señaló en dirección mía, pero sin señalarme realmente puesto que mas bien parecía señalar a la entrada que se encontraba tras mío, -aún no te presenté a nuestros invitados.

¿Invitados? No veía a nadie inusual en la sala.

De pronto los grandes portones se abrieron y un par de hombres vestidos con ropas finas, equiparables a los de la realeza, seguidos de su corte de unas 30 personas hicieron su ingreso.

Reconocí al Jeque Zoram de inmediato, no era la primera vez que lo veía, anteriormente había realizado expediciones por sus tierras y los pueblos que él administraba.

Estaba claro que todo esto había sido preparado con antelación, pero me sorprendía que hubiesen llegado tan pronto, no debieron parar ni una sola vez en el camino.

¿Quién era el hombre que lo acompañaba entonces?

Supuse que se trataría de su primogénito, debido a los rasgos similares de sus rostros.

-Hacen su ingreso el Jeque Zoram y su hijo Abdel -Los anunciaron, su corte era accesoria, no necesitaba anunciarse, pero servía para dar la impresión del gran apoyo que tenía.

No ver a la que supuestamente era mi prometida me causó tranquilidad, puesto que esperaba que en algún momento llegasen, pero no estaba preparado para que fuese ahora.

Todos inclinaron su cabeza a modo de saludo, fue más una señal de cortesía, para nada se asemejaba a la reverencia que debían ofrecerle a mi padre.

Una vez llegaron a la palestra en que se encontraba el trono del Rey, tuve que hacerme a un lado y acomodarme en el lugar en que se supone debe estar el General del ejército.

-Majestad -Dijeron al unísono el Jeque Zoram y su hijo Abdel, mientras hacían una reverencia y besaban la mano de mi padre.

-Esperamos no ser inoportunos, pero tras enterarnos de los últimos acontecimientos que se suscitaron en el reino quisimos cerciorarnos de que su excelencia estuviese bien. -El Jeque creía que podía convencerme de tal cosa, cuando lo único que le importaba era asegurarse de que no habíamos perdido el trono y que las riquezas estuviesen intactas.

-En cuanto nos enteramos partimos de inmediato, no hubo tiempo para prepararnos como es debido, pero -Abdel se hizo a un costado y señaló a su corte que llevaba diferentes cofres a los pies de mi padre y los abría para que éste pudiese ver su contenido. -le trajimos algunos regalos, que esperamos sean de su agrado.



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En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

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