Al amor de mis mil vidas jamás contadas

Capítulo 1: La hora del reloj

Viajando en la memoria del pasado, hallé una de las frases que más me conmovió escuchar de mi madre y que si tengo permitido opinar, es más una frase que se acerca a la sentencia de un sin fin. “Añoré su presencia, añoré por muchísimo tiempo el que volviera a mí “- decía. Aún recuerdo su expresión, su mirada pérdida en el suelo de la cocina y como minutos después, se levantaba de la silla mirando la hora que indicaba el reloj, suspirando siempre decía “Así es la vida mi niña”. Siempre creí estar de acuerdo con ella en cualquier parecer, solo que esta vez, no supe como coincidir con ella.

Mi inspiración siempre fue la literatura, sin embargo para ella, su inspiración era el arte y como misteriosamente la vida en uno de sus trucos la unió con el ser que más le cambió la vida puesto que en el arte encontró un túnel que sin querer queriendo, la guiaba hacía él.

“Siéntate mi niña, siéntate a mi lado y escucha… Quizá, en un futuro puedas contar alguna de mis historias. Quizá y cuando sientas tu primer amor, me recuerdes a mí y que si estás en aprietos con tu gran amor, seas más lista que yo”. Y sinceramente sí, sí quiero contarla porque esta historia vale la pena en cualquiera de los sentidos, la contaré justo como sucedió, justo como ella quería y justo como me marcó.

Aquel día, mi madre me sonrió y se sentó a mi lado, mirándome fijamente a los ojos, empezó a decirme: “Recuerdo ese día, bastante bien lo recuerdo, es que… ¿cómo no lo iba a recordar? Fue como un día cualquiera, iba para mis clases de artes a escondidas, como siempre, ya sabes que tu abuelito nunca me dejó hacer lo que siempre quería, pero bueno, de penas no se vive.  En aquella tarde, me encontré con mi vecino ¡qué ser tan egoísta! Nunca, nunca me cayó bien pero tu abuelo siempre había sido muy amigo del padre de él, en cambio tu abuela, por el contrario, no lo soportaba, ni a él ni a  su madre, sin embargo, cenábamos siempre un domingo de cada mes. Recuerdo como él se acerca y me dice de manera mordaz que tendré que soportarlo un domingo más. Ese último domingo, tus tíos, tu abuela y abuelo lucían de manera despampanante pues esta familia resultaba ser de dinero y bueno… tu abuela aunque vivía con rencor, siempre quería lucir bien. Resultó que llegaba un muy cercano amigo de la familia, unos dos años mayor que yo. Te juro que al verlo sentado en esa mesa, me cautivó por completo, su manera de vestir, su tez, su mirada y aquellos labios. De los hombres más guapos que había conocido y aunque no hubo mucha química al principio, comenzó a contarme su historia, su presente y futuro ¡Adivina! aparte de guapo ¡Inteligente! Muy encantada estaba yo. Minutos después, terminé por enterarme que iba a contraer matrimonio ¡imagínate como quedé! Pero bueno, no podía quejarme, yo también tenía una relación en ese entonces. Aproximadamente dos horas después de terminar la cena, nuestra mirada se encontró y quedé aún más deleitada, nunca supe si él igual, pero eso sí, él ya sabía la magia que estaba causando en mí… No dudes de mi hija, no creas que no ame a tu padre, tu padre siempre ha sido mi alegría absoluta ¿Me crees, verdad?” – “Si madre” – respondo.

¿Cómo era posible que una persona causara tanta alegría en otra sin haber vivido la historia cliché de un gran primer amor? ¿Se trata acaso de tener la mejor de las suertes el encontrar a alguien que sea capaz de ubicar y desubicar?  

“Días después, empezó a dirigirme la palabra; fue así por mucho tiempo, tiempo que después invertimos en vernos, en caminar, en hacer planes… Planes que quizá, solamente quizá él no debía hacerlos conmigo, vieras hija mía, era una conexión que nunca había sentido, era poseer todas las emociones con tal solo verlo e imaginarlo… Negablemente, el congeniar no era correcto, ni en su caso, ni en el mío. Su gran amor no era yo, era la mujer que había escogido para toda la vida, no obstante y en mi caso, el muchacho que compartía conmigo una relación era consciente que ambos tendríamos planes distintos e ideas distintas y que si la vida nos volvía a unir en uno de sus extraños y largos planes del futuro era porque sencillamente y sin tantos rodeos, estábamos destinados a estar juntos, siendo así, lo aceptaríamos con mucho gusto… ese era el plan, mi plan hasta que llegó Pablo.  Resultó que la conexión tan grande que habíamos creado, nos llevó al delirio del amor, al abismo de la pasión y la errónea idea de un eternamente.

Año y medio después, él se casa con ella; toma por decisión propia el irse y dejarme en un estado de absoluta bohemia… Y aunque por fin acepté un sentimiento inconcluso, la confesión de mi gran pecar se quedó solamente en mi consciente; nunca salió a la luz, solamente pude encontrar por medio de mis creaciones un camino que me guió hacía él, trajo consigo, la mejor de mis suertes, incluyendo a quien es ahora, mi plena alegría. Desafortunadamente, no puedo negarte que añoré verlo, sentirlo y escucharlo, así como tampoco negaré que consumimos nuestro sublime amor… Solamente volví a ver y saber de él una vez más cuatro años después  mientras caminaba por la playa que solíamos recorrer al ser jóvenes, en ese entonces, yo iba a irme de la ciudad, estaba lista para seguir creciendo. Justo ahí, cuando giré para dar un último vistazo, mi corazón se detuvo al escuchar su voz…” – Pone su mirada en el suelo y suspira, viendo la hora que indicaba una vez más el reloj, continúa diciéndome ya con su voz entre cortada. – “Lo quise hija, lo quise con el alma, pero no era mío, la vida tuvo una manera muy dolorosa para decírmelo… Él era parte de mi camino, pero no de mí futuro y aunque la vida siguió y sucedió lo que debía pasar, ambos terminamos concordando ese día que la vida es un completo enigma que trabaja de formas misteriosas como un fiel rompecabezas. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, tal vez nos dimos cuenta, tal vez no… Solamente sabíamos que en la siguiente vida o en nuestra siguiente oportunidad estaríamos esperándonos a las 4:30 de la tarde en aquel lugar que nos pertenecía”- Sin nada más que decir, mira la hora del reloj, se levanta y besa mi frente. – “Hija mía, cuando te enamores, sé lista, sé más lista que yo, valora todo y deja ir… Pero no olvides intentarlo solamente una vez más.”




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