Sentada a la mitad de la cama, mirando a la pequeña ventana que daba al frío firmamento de una gran roca sin sentido, miraba hacia el pequeño deslumbre de la luna que sin piedad atravesaba su ventana solo para que su luz pudiera darle pequeñas caricias en el cabello, mientas ella envuelta en letras y melodías tarareadas se olvidara del mundo, mientras su mente daba mil vueltas por toda la habitación mirando a su pequeña libreta con una sonrisa incomparable, y ella no lo vio pero por momentos miraba con detenimiento a los inexpresivos ojos de la luna que fueron mas profundos que el mismo mar y en búsqueda de todas sus palabras e historias que se perdieron en ella. Cuando, en silencio, bajo la mirada sonriéndole una vez más a la noche y a las estrellas que eran sus fieles acompañantes. Y casi imperceptiblemente la luna le susurró al oído: "Eres mi rosa blanca"