Al Borde del Abismo Libro 2

EPÍLOGO

El final...  

Un año y medio más tarde nada cambió. 
Un año y medio después borrachos de esa densa luz, a veces demasiado encandilante y difícil de soportar ellos siguen al pie del cañón. 

Son felices dentro de los extremos, la intensidad del amor, la pasión y los celos. 
Es que bajo la lupa de la intensidad y el vicio fue que se reunieron y contra todo pronóstico no sólo se enamoraron sino que se demostraron que vivir el uno sin el otro es cosa imposible. 

Zafira, la heredera de un imperio compartido llegó llenando de bendiciones y delirios la morada de los Ghazaleh. Ese inmenso predio a los pies de la colina del Vittoriano, donde el aroma a naranjo predomina y los atardeceres son los más espectaculares de toda Roma. 

Una preciosidad de largos cabellos de ébano, piel como nieve y ojos cielo, mar y tierra corretea por cada rincón de la casa, mostrándole a sus poderosos padres que no existe límite para quienes llevan los apellidos Ghazaleh —Leombardi en la sangre. 

La pequeña del clan, con apenas año y medio camina con entereza y seguridad, llama a sus padres con una aristocracia de nobles y hace babear a cualquier adulto que la repara por más de medio minuto. 

Bella, encantadora, y sobre todo una guerrera que luchó por nacer aferrándose a las entrañas de su madre y atravesando complicaciones una semana antes de la fecha de parto establecida fue traída al mundo mediante cesárea y con la unión umbilical enredada en su frágil cuello. 

Sana, rebelde, mañosa, vivaz y con la guapura de su progenitora cautivó a su familia convirtiéndose en un auténtico delirio... 

Un delirio gitano. 

Ismaíl ha crecido a la par y para asombro de Nicci y Rashid, el apuesto niño se convirtió en guardián, mentor y protector de la revoltosa Isi. 
El vivo calco de Rashid, aunque de cabellos castaños y mirada más acaramelada de la del magnate es el otro descendiente que trae en jaque a todo mundo. 
Con un encanto y magnetismo que atrapa, Ismaíl Ghazaleh tiene en claro su punto desde muy temprana edad. Con cuatro años decidió que cuando grande seguirá los pasos de papá: se hará cargo del imperio hotelero que viene de generaciones. 

Es que el sismo de pelo caoba y el ciclón de mirada oceánica podrán tener cien adjetivos con los cuales describirlos, no obstante para los hijos de la dependencia, el amor y el vicio la definición exacta es que son arrolladores. 

Ismaíl y Zafira llegaron para arrasar y está claro que resultan una mezcla exótica de dos hermosas y explosivas personalidades. 

Ya sabemos que son debilidad. 

Y el Talón de Aquiles del invencible y orgulloso Rashid Ghazaleh, quien cuida excesivamente a su descendencia. 

Vigila las prácticas de fútbol del varón, y escolta la habitación rosada atestada de muñecas y peluches temiendo que en cualquier instante el príncipe azul de año y medio, dos o tal vez tres trepe al balcón de su niña y le arrebate a su doncella en pañales, biberón y chupete. 

A Nicci y Rashid la vida les ha sonreído de nuevo, y aunque discuten a diario aman hacerlo. 
Son así y no tienen argumentos para explicar porqué se celan, se adoran, se pelean, se reconcilian y vuelven a pelearse. 

Salen a cenar viernes y sábados, llevan a los niños al parque, trabajan cada día esmerándose como si fueran novatos en busca de reconocimiento y un ascenso y cuando discuten... El sexo es su mejor mediador y aliado. 

Hallaron en su vicio placentero el bálsamo y una excusa perfecta para pelear porque... 

En definitiva es mentira que las parejas son miel y rosas.
Las parejas riñen todo el tiempo y más aún cuando estos son un extremo altamente contaminante. 

Pelear y reconciliarse follando es el placer culposo del señor y la señora Ghazaleh. Los máximos representantes de un amor desproporcionado, alocado e intenso en toda la extensión de esa poética, temible y profunda palabra. 

Un amor que nació en las sombras y que emergió como la efervescencia de una copa de champaña. 

Que ha sido, es y será cuestionado porque... De manera innegable captor y cautiva estaban buscando desesperadamente encontrarse un día de aquellos y trascender de la penumbra hacia una brillante luz. 

[...] 


—¡Nicci! —Bruna corre por el jardín y su grito desbocado me hace gracia—. ¡Por todos los cielos! ¿En dónde estabas mujer? 

Rodando los ojos le toco el hombro, procurando trasmitirle la calma que hoy a la siciliana, le brilla por su ausencia. 

—Respira conmigo y contemos hasta cinco —inhalo profundo, exhalo y en silencio cuento—. Mejor —sé que no hizo ni mierda lo que acabé de decirle pero al menos logré que se callara—, estaba buscando las velitas. 

—Las velitas, las velitas —se pega en la frente con la palma de la mano—. ¡El pastel! El idiota de Kerem dejó el pastel en el auto. ¡Kerem! —se da la vuelta y me deja en el medio del jardín con la palabra en la boca. 

Se va gritando que todo se está por arruinar, que la crema, el pastel y que Kerem tiene cerebro de mosca. 

Desde que Rashid dejó el tratamiento médico, hace casi dos años, las cosas entre Bruna y el Bohemio no han estado del todo claras... ¡Y se les nota! 

No se pudieron olvidar, ni curar, ni sanar ninguna herida porque son más contaminantes que Rashid y yo. Tuvieron muchas idas y vueltas pero de un tiempo a esta parte hay más vueltas que idas y al parecer muy permanentes porque los dos, sólo que por separado estuvieron buscando mi opinión y mi consejo acerca de una "probable" por no decir segura apuesta a mudarse juntos e intentar que lo suyo funcione... Otra vez. 
Bien dicen que la tercera es la vencida así que... ¿Porqué no? 
Se quieren, se mueren el uno por el otro, están en un lleva y trae desde hace unos meses y son dos personas libres de compromisos. 
Me encantaría verlos juntos de nuevo viviendo un idílico romance sin obstáculos. 




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