No sé como comenzar: hola, ¿Cómo estas?
Estoy aquí, escribiendo estas palabras que probablemente nadie va a leer. Y, si lo hacen, puede que piensen que soy estúpida, o incluso loca, por compartir lo que escribo. No los culpo. A veces me lo pregunto yo misma.
¿Por qué sigo haciéndolo?
¿Por qué insisto en darle vida a estas palabras cuando sé, en lo más profundo, que no tienen ningún valor?
Mi libro, "si es que se le puede llamar así" es una porquería. Lo sé.
No hay que ser un genio para darse cuenta de eso. Pero, aun así, aquí estoy, publicándolo en una plataforma donde todo el mundo puede escribir, esperando que, tal vez, alguien lo lea, aunque en el fondo sé que se perderá entre millones de textos más.
Puede que piensen que exagero, que soy una de esas personas que buscan atención, que disfrutan quejándose de la vida. O puede que me vean como alguien rara, extraña, una persona que no encaja del todo en lo que se espera de alguien que escribe.
Me es gracioso pero realmente no lo sé, y, siendo sincera, no me importa. Porque sé que, al final, nadie lo leerá. Nadie prestará atención a estas palabras que salen de mi mente, como si fueran meros suspiros que se desvanecen en el aire. Y, aun si alguien lo hace,
¿qué diferencia haría?
¿Qué cambiaría realmente?
Hay días en los que me siento atrapada en esta sensación de inutilidad. Es como estar escribiendo para un vacío, arrojando palabras en una botella al mar, sabiendo que probablemente nunca llegará a ninguna orilla. O, peor aún, que si alguien la encuentra, ni siquiera se tomará el tiempo para leerla.
¿Y si lo hacen?
Tal vez se rían. Tal vez sientan lástima. Quizás simplemente pasen a lo siguiente, olvidando que alguna vez tropezaron con mi "libro". Es ridiculo, porque incluso escribí un capítulo sobre los lectores, sobre las personas que leen libros, o que podrían leer el mío.
Y ahora, mientras sigo escribiendo estas palabras, me pregunto si hay alguien ahí, del otro lado de la pantalla, leyendo esto en este momento.
Si eres tú, si te encuentras leyendo esto, te deseo lo mejor. No sé quién eres, no sé en qué situación te encuentras, pero espero, sinceramente, que tu vida no sea una mierda como la mía.
Porque, si algo he aprendido en todo este proceso de escribir y compartir lo que escribo, es que todos cargamos con nuestras propias tormentas, nuestras propias batallas. Pero algunas vidas parecen estar condenadas desde el principio, como la mía, y simplemente me pregunto si la tuya es mejor, más brillante, menos sofocante.
Lo espero de todo corazón.
Pero bueno aquí estoy, una vez más, preguntándome por qué sigo haciendo esto. Publico capítulos de este libro sabiendo que no tienen ni pies ni cabeza, que no tienen estructura, ni trama, ni personajes que importen.
Son solo pedazos de mí misma que arrojo al abismo, esperando… no sé ni qué. Tal vez algo de alivio, tal vez una sensación de que al menos he sacado algo de dentro de mí. Pero incluso eso se siente vacío.
Nada cambia.
Sigo siendo la misma persona atrapada en los mismos pensamientos, en las mismas dudas y desilusiones.
A veces me pregunto si estoy desperdiciando mi tiempo. Porque, si soy completamente honesta conmigo misma, sé que este libro no es bueno. No es lo que la gente quiere leer.
No tiene esas historias emocionantes, esos giros sorprendentes, esos personajes que te hacen sentir. No tiene nada de eso. Y aun así, sigo escribiendo.
¿Por qué?
No lo sé. Tal vez porque es lo único que me queda. Porque en medio de esta apatía que siento, escribir es lo único que me permite al menos sentir algo, aunque sea por un breve momento.
Lo gracioso es que, mientras escribo esto, me sigo diciendo a mí misma que debería parar, que no tiene sentido seguir escribiendo algo que nadie leerá. Y, sin embargo, sigo.
¿Es una especie de terquedad?
¿O simplemente soy incapaz de soltar la idea de que, tal vez, en algún rincón de este vasto universo digital, alguien me leerá y, por un momento, entenderá lo que siento?
Me resulta difícil de creer. Las probabilidades de que alguien realmente se conecte con estas palabras son tan pequeñas que, honestamente, parecen inexistentes.
Al final, escribir este libro ha sido como un acto de desesperación, como si tratara de aferrarme a algo, cualquier cosa, para no desaparecer del todo. Pero incluso eso se siente inútil. Es como si todo lo que escribiera se evaporara en el momento en que sale de mi mente.
Y eso es lo que duele más. No la crítica, no el juicio de los demás, sino la indiferencia. Saber que no importa cuánto me esfuerce, cuánto trate de expresarme, al final del día, nadie realmente prestará atención.
Y no es que esté buscando reconocimiento o fama. Nada de eso. Lo que busco es algo mucho más simple: sentir que no estoy sola. Sentir que hay alguien más ahí afuera que también ha sentido lo que yo siento, que también se ha preguntado si vale la pena seguir escribiendo cuando parece que el mundo entero está sordo a tus palabras.
Pero ese alguien, si es que existe, probablemente tampoco leerá esto. Porque, como dije antes, este libro no es bueno. Es una porquería, y lo sé. Pero es mi porquería. Y, al final del día, eso es todo lo que tengo.
Así que, si por algún milagro llegaste hasta aquí, si has leído cada una de estas palabras que he escrito, te doy un millón de gracias. No tienes idea de lo mucho que significa para mí saber que, al menos por un momento, no estuve sola en esto.
No sé si entenderás lo que he tratado de decir, ni si te importará. Pero te deseo lo mejor, de verdad. Espero que encuentres lo que sea que estés buscando, y que tu vida sea todo lo que la mía no ha podido ser.
Porque, aunque no te conozca, aunque nunca sepa quién eres, me importa que estés bien. Tal vez eso sea lo único que me queda por decir.
Y ahora, creo que ya he escrito suficiente por hoy.
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desahogo mental y emocional, miedos sin fin, quiero ser normal
Editado: 16.11.2024