Y así como el aprendizaje, tampoco los capítulos ni las páginas de un libro son lineales. La mente, nuestro maravilloso proyector, nos va dictando cada letra, cada palabra, cada oración que resulta de una extraña combinación de imágenes, voces internas, pensamientos, sensaciones y ese músculo que llevamos en el pecho llamado corazón.
Ese mismo, ese músculo vital que late al compás del alma. Pero no vamos a detenernos a analizarlo demasiado en profundidad, porque sino, inevitablemente, nuestra mente curiosa nos llevaría a estudiarlo en profundidad, cosa que sin duda alguna sería ¡apasionante! ... pero no es allí adonde queremos llegar, ¿verdad? No, exactamente, no desde el enfoque anatómico, al menos.
Entonces, ¿adónde queremos llegar?