"Al caer la nieve" (libro 1)

Capítulo 7: Niña de casa.

Después del berrinche y drama que hizo Lucía cuando opté por irme con el idiota popular, ya no quiso ni llevar a Stefany a su casa. No se inmutó en ordenarle que saliera del auto y se largara con su novio. Ni idea porque actuó así y no sé hasta cuándo le durará el enojo. Solo espero que esto no afecte el lazo que estábamos creando al permitirle pertenecer a nuestro grupo, aunque lo más probable es que ya esté bien roto.

Y todo por la culpa de…

— ¿Esa chica en verdad es tu mejor amiga? —lo miro con tanto odio que se da cuenta— ¿Qué?

— ¿Tenías que ser tan maleducado con ella? —no dejo que responda— Oh, cierto. Ya recordé tu personalidad de siempre.

—La malcriada fue ella al no consultarnos porque prácticamente nos estaba obligando. —tiene mucho sentido— ¿Te parece eso correcto?

Niego con la cabeza.

No puedo contradecir ese detalle que yo misma noté.

—Es mi amiga. —puntualizo, cambiándole de tema. No tengo ganas de seguir discutiendo con lo mismo— Aún no puedo ponerle título a nuestra relación, ya que la conocí hace poco.

—Había oído de la chica nueva que atraía a la mayoría de los chicos. —se queda pensando— decían que era como yo, pero en versión femenina.

— ¿Cómo tú? —imagino a Santiago como mujer y no hay forma que luzca igual a Lucía. No puedo evitar reír— ¡Nada que ver!

—Hasta que al fin ríes. —finjo que no lo he escuchado— Pero yo hablaba de la popularidad, más no del físico.

— ¿Sentiste curiosidad por saber si tus amigos tenían razón?

—Claro, pero ellos se opusieron. —frunzo el ceño— Temían a que yo me enamorara de ella y terminara por dejarte.

— ¿Pensaron en mí?

—Solo un poco porque luego, lo pensaron bien y aceptaron que yo debía salir con alguien a mi altura.

— ¡Vaya amigos que tienes! —resoplo— De seguro, son lo típicos hombres que prefieren más la belleza externa que la interna… —lo miro atenta— ¿Mateo también pensó lo mismo?

—No. —niega con la cabeza— Él es muy diferente al resto, sobre todo porque anda conquistando a tu mejor amiga.

— ¿Y tú?

—Yo… solo tengo ojos para mi novia, aunque sea falsa.

Me lanza una mirada que no dudo en desviar. ¿Cómo es posible que suelte esas palabras como si nada y encima, me dé un ataque de nervios? Cierro los ojos, pensando en otras cosas y gracias al cielo, logro relajarme.

Nuevamente, mi iris azul se posa en Santiago.

— ¿Y pudiste verla o no?

— ¿A la presumida y altanera? Sí.

— ¿Por qué actuaste como si nunca la hubieras visto?

—Porque estaba seguro de que se hubiera alzado más y nadie puede ser más creído que yo.

—Como siempre pensando más en ti, que en los demás.

—Típico de mí ¿no? —el tonto sonríe, contagiándome— No sé, pero tengo la leve sospecha de que tu nueva amiga no se muestra como realmente es, y es por ello que usa una máscara de superioridad por temor al rechazo y en quedarse completamente sola.

—También pienso lo mismo. —doy un suspiro— Por eso no me importó presionar a mis amigas para incluirla en nuestro grupo.

— ¿No les agrada?

—Ellas creen que resultará siendo Judas. —murmuro preocupada— Yo no la veo de ese modo. Considero que es una persona que necesita apoyo y mucha comprensión, sobre todo porque es nueva en la ciudad y no tiene amigos.

—No deberías confiarte tanto, pero puedo entenderte.

Es la primera vez que él y yo tenemos una conversación seria sin bromas pesadas, ni peleas, ni burlas. Me agrada nuestro ambiente y la fluidez que tengo para soltarle lo que llevo por dentro. Quizás sea por el tiempo que tenemos de conocernos y porque en el fondo, algo me dice que puedo compartir lo que sea con él.

«¿Será que me estoy volviendo loca?»

Ambos continuamos caminando y tengo algo atravesado en las cuerdas vocales…, una especie de necesidad por lanzarle una pregunta por más vergonzosa que sea. Y digo que me dará vergüenza porque en la vida, imaginé que se lo preguntaría cuando se supone que no me gusta ni un poquito.

— ¿Lucía te pareció bonita? —él luce incrédulo y ya me arrepentí— No tienes porque responder.

—Si eso es así, ¿Por qué me lo preguntaste?

—Tiene un club de fans por si quieres unirte. —el que presione los labios me da a entender que debo estar viéndome como una estúpida. Niego con la cabeza— No lo sé.

—Sí lo sabes, solo que no quieres admitirlo. —arrugo la frente. Santiago coge una de mis manos y deja el dulce de siempre— Tengo tiempo para que lo hagas, así que solo diré: “Me parece tolerable, pero no lo suficiente hermosa como para tentarme”.

— ¿Has leído “Orgullo y Prejuicio”?

—Sí.

—Pero… aunque Darcy dijo eso de Elizabeth, al final terminó muy enamorado de ella.

—Lo único que recuerdo es que ella lo odió al comienzo, ¿Cómo es que terminó el libro?

Él sonríe y se adelanta sin importarle que me haya dejado más perdida que antes. Cinco minutos después capto la pregunta y el rubor me invade el rostro, «No, debo estar equivocada». ¿Por qué me daría entender algo así? Lo más probable es que haya extrañado molestarme y solo mencionó lo primero que se le ocurrió.

Maldito burlón.

 

 

Al día siguiente, tanto mis amigas y yo nos quedamos en shock al contemplar la nueva apariencia de Lucía y al parecer, no somos las únicas, ya que todos mis compañeros no dejan de observarla. Hasta ayer, modelaba con su propio estilo y ahora, tiene el cabello bien recogido, nada de maquillaje y la falda del uniforme casi le llega a los talones.

—Estaré loca o acaso… —murmura Milagros— ¿No luce igual a Cielo?

Las tres me estudian de pies a cabeza para luego volver hacia a ella quién no deja de charlar con dos compañeros. Yo soy de las que suelen llevar el cabello recogido, odio la idea de tener la falda muy arriba de la rodilla y, además, no me gusta usar maquillaje, ya que prefiero lucir natural. Una cosa son mis gustos y la otra es que piensen que la hermosa de Lucía Richi se esté copiando de mí.



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En el texto hay: juvenil, romance, drama

Editado: 07.11.2024

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