"Al caer la nieve" (libro 1)

Capítulo 17: Celos.

El idiota de mi novio se incorpora y pronuncia algo que no escucho, ya que yo seguía enfocada en la hermana mayor de Lucía. No sé exactamente que era lo que esperaba de ella, quizás algún índice de pena por haber tratado de besarlo a pesar de que era consciente de que él estaba saliendo conmigo. «¡Exacto! Porque Santiago Valenzuela era absolutamente mío. ¡Dios! Estoy sacando una nueva faceta que no conocía» Me quedo estudiándola lentamente y me doy cuenta de que una de sus manos no paran de acariciar su tobillo, detalles que no contemplé por andar muriéndome de celos.

— ¿Pasó algo? —pregunto y esta vez, miro a Santiago.

— ¿No has escuchado lo que acabo de decirte? —niego. No tiene caso el mentirle— Danna se tropezó y se golpeó el tobillo.

— ¿Has revisado el que no se le haya inflamado? —Steve habla al unirse a nosotros. La expresión del tonto se torna molesta. Después de todo no fue mala idea el que me acompañara.

—Eso estaba haciendo hasta que… Cielo apareció.

—Creo que deberíamos dejarlo solos. —respondo. No me gusta el “Apareció” que menciona Santiago como si estuviera tildándome de haber sido una metiche— El almuerzo ya está listo y, por cierto, estuvo rico tu limonada.

No espero a que diga algo, solo me doy la vuelta, disponiéndome a irme de allí y cuando lo hago, suelto un quejido de dolor. Me agacho para poder tocar mi pie y casi me desmayo al ver uno de mis dedos con ese color carmesí.

— ¿Estás bien, pequeña nube? —ni sé en qué momento se ubicó a mi lado— Te cortaste con las piedritas.

—Ya le había dicho que tuviera cuidado. —Steve se pone a mi misma altura y trata de envolver mi pie con su… ¡¿Polo?! ¿Cuándo se lo quitó? — Será mejor que te cargue, dudo que puedas dar un solo paso.

—Ni se te ocurra.

Estaba claro que Santiago no iba a permitir que me tocara, es un maldito celoso, y aunque eso me llena de satisfacción, ni crea que voy a darle el gusto. El enojo me sigue saliendo por los poros, no pienso disculpar el que haya preferido venir aquí con esa que conmigo.

—Santi… —por fin Danna da señales de vida, ya no voy a necesitar el negarle su ayuda al chico de ojos verdes. Los dos se fijan en ella mientras que yo continúo aguantando el dolor— Yo también estoy herida. ¿No lo recuerdas?

«¿Pretende que la cargue? Aj» No tiene nada grave y, aun así, anhela ser llevada por sus brazos. Señor, dame tolerancia para poder soportar esta situación que va empeorando a cada segundo. Me muerdo la lengua para no decir algo imprudente y de la nada, tengo las piernas elevadas, mis manos rodean el cuello de Steve y por poco, chocamos nuestras narices.

—Tengo que curar a Cielo, así que…

—Baja a mi novia ahora. —detallo una pequeña sonrisa en los labios de Steve— No volveré a repetirlo.

— ¿Serías capaz de abandonar a Danna por tus celos tóxicos?

—No me provoques.

—Entonces haz lo que es correcto.

—Y lo correcto es que yo lleve a mi novia y tú te encargues de Danna.

—No fui yo quién me escapé con ella y dejé de lado a Cielo.

Santiago aprieta los puños. Su paciencia ha llegado a un límite que me hace actuar sin pensar y, por lo tanto, exclamo:

— ¡Párenle los dos a su pleito de críos! —ambos me miran y yo solo estoy enfocada en el baboso de mi novio— Ayuda a tu compañía antes que se le hinche más el tobillo. Yo vine con Steve, así que me regreso con él.

—Cielo…

—No pienso discutir delante de ellos, ¿Has entendido?

Sin más, los dos desaparecen de mi vista.

Ni bien cruzamos la puerta de la casa, todos se incorporan de la mesa al verme con el pie envuelto. Trato de decirles que no es nada, pero conociendo a mis amigas sé que es en vano en mencionar que todo está bien cuando en realidad, ando retorciéndome de dolor.

— ¿Qué rayos te pasó? —preguntan al acercarse a nosotros— ¿Dónde estuvieron?

—Se cortó el dedo por andar distraída debido al shock.

— ¿Shock? —murmura Mili confundida— ¿Cuál shock?

—El casi beso de Santiago y…

Decido apretar el cuello de Steve para que cierre la boca y no siga siendo un chismoso. Se nota que lo disfruta y más si se lo cuenta a las más “urracas de la ciudad”. Por suerte, ellas no lo presionan y rápidamente, Lucía le indica que me lleve a mi habitación porque ahí mismo hallará el botiquín. Mis amigas intentan seguirnos, pero Lu las bloquea haciéndoles recordar que deben terminar el almuerzo. ¡Qué alivio!

Al llegar allí, él me acomoda en la cama para luego disponerse en buscar el botiquín. Cuando logra hallarlo, vuelve a mí y me exige que apriete los labios porque sí o sí va a tener que aplicarme alcohol, ¡Demonios!

—Cuenta hasta tres.

—Sé que lo harás cuando diga uno… —doy un grito— ¡Hiciste trampa!

—Fue más rápido. —le jalo la oreja y solo ríe bajo. Limpia la herida y poco a poco la cubre con una crema— Ha sido pequeño el corte, no necesitarás ningún punto.

—Es bueno saber que no arruinaré el paseo por ir a una clínica. —suspiro y hago una mueca— ¿Qué clase de playa tiene tantas piedras?

—Eran visibles como para que te cortaras, pero estabas tan sumergida pensando en cómo asesinar a Danna para luego asesinarlo a él.

No sé cómo es que Steve logra leer mis pensamientos. En ocasiones siento que él y yo tenemos cosas en común, además de una conexión especial que es difícil de interpretar.

—Claro que no.

—Las expresiones de una mujer celosa se capta con facilidad.

—Bueno…, pienso que cualquier chica reaccionaría de ese modo al ver a su novio con su ex, ¿no lo crees?

—Tú no eres cualquier chica. —lo dice con tanta naturalidad que me hace sonreír. Steve venda mi pie con cuidado— Aunque admito que fue gracioso ver tu reacción y sobre todo el que aceptaras que te cargara.

—Sobre eso…

—No me importa ser usado, Cielo. —no es agradable escucharlo decir eso— Prefiero eso que ver triste a la chica que me gusta.



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En el texto hay: juvenil, romance, drama

Editado: 07.11.2024

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