— ¿Te cuesta dormir?
Había optado en visualizar las pequeñas estrellas que ocupaban el cielo nocturno a través de mi ventana. No tenía nada de sueño y aquello se lo agradecía al calor insoportable que solo me provocaba el de darme un buen chapuzón en la piscina. «Adiós a mis ganas de nadar como pez por culpa del dedo de mi pie». Me fijo en Stefany cuando se ubica a mi lado.
—Al parecer tú tampoco puedes conciliar el sueño. —ella asiente. Doy un suspiro— La vista es bonita desde aquí, sobre todo si aprecio esa cascada iluminada de varias luces de colores.
—Y yo que creía que tu insomnio se debía al bombón popular que yace a unos metros de nuestra recámara.
— ¿Ósea que tu desvelo se debe a que no puedes estar con Felipe?
—Por una parte, sí y por la otra no. —la noto preocupada.
— ¿Te pasa algo no?
—Sí, pero no pienso confesártelo sola.
— ¿Qué significa eso?
La puerta se abre y frunzo el ceño al ver a Liliana junto con Milagros. Ambas entran y contemplo unas bolsas de papitas en sus manos. Es raro el que quieran realizar una pijamada sabiendo que no puedo moverme bien.
—Imagino que no están aquí para darnos las buenas noches, ¿O sí?
—Es difícil el que nuestros padres nos den permiso para dormir juntas, así que deberíamos aprovechar esta noche. —habla Mili y al mismo tiempo, pide que acomodemos las almohadas y un cubrecama en el suelo. Lo hacemos y las tres me ayudan a sentarme sobre este— ¿De qué hablaban?
—De una confesión. —se lo recuerdo a Stefany por si cree que lo he olvidado. Me percato que Liliana le lanza una mirada para luego meterse una papita en la boca— ¿Qué se traen las dos?
— ¿Qué? —es tan obvio su nerviosismo. Cruzo los brazos y las observo con seriedad— Bueno…, lo que sucede es que…
— ¡La némesis se enteró de la apuesta que hicimos en mi fiesta!
— ¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ?!
Siento que mi rostro palidece y que el oxígeno no me está llegando a los pulmones. ¿Cómo que Lucía sabía la verdadera razón por la que estoy saliendo con Santiago? Intento levantarme para agarrarlas del cuello y ambas se ponen en modo de defensa. «Tienen suerte de que ande con el pie vendado».
—Antes que nos asesines déjanos decirte que no lo hicimos a propósito. —menciona Stefany— No teníamos idea de que esa antipática estaba escondida y escuchaba lo que hablábamos.
— ¿Por qué sacar ese tema en su casa? ¡Su casa!
—Lo sentimos mucho, Cielo.
—¡¿Creen que con sentirlo cambiarán las cosas?! —exclamo con enojo— Se suponía que habíamos hecho un pacto el cuál consistía mantenerlo en secreto, ¡¿Qué demonios voy a hacer ahora?!
—También nos preocupa y más cuando sabemos que él te gusta. —agrando los ojos. No esperé esas palabras— Ni te esfuerces en negarlo porque sería en vano.
— ¿Por qué creen…?
—Cielo…
Milagros me corta la pregunta y me mira como si estuviera reprendiéndome. Aunque claro, solo trata de decirme que ya es momento de abrirme con las dos porque prácticamente eran las únicas que no sabían lo que realmente estaba sucediendo con Santiago. Tomo aire y sintiéndome segura les digo:
—No me gusta. Yo… me enamoré de él y para mi sorpresa, él también siente lo mismo.
Ambas están a punto de dar gritos hasta que recuerdan que estamos en casa ajena y que tenemos a las hermanas Richi al acecho. Cada una coge una almohada y se desfogan sobre estas.
Quisiera reír, pero aún estaba llena de coraje.
— ¿Aceptaste ser su novia de verdad? —asiento con las mejillas rojas. Lili se emociona más— Ya sabía que por algo te pidió salir con él.
—Para serles sinceras, lo nuestro comenzó como un trato.
— ¿Cómo?
No tenía caso seguir ocultándolo, así que me confieso como si hubiera cometido algún pecado. Lo más extraño es que ellas lucen normales, súper tranquilas cuando deberían ya estar desmayadas en el suelo por mi relato.
—Lo intuíamos. —responden las tres. Stefany agrega: —De la nada, el bombón popular que nunca había tenido una novia oficial acepta que salgas con él… ¿Necesitabas algo a cambio?
—Si lo sospechaban por qué no…
—En el fondo sabíamos que lo negarías porque era un detalle que iba en contra de nuestras reglas—se fijan en Mili— ¿Tú sí lo sabías no?
—Ella lo supo hace poco. —respondo por ella y miento— Si se los cuento ahora es porque yo ya no quiero seguir con esto. El que me guste interfiere con lo que acordamos, así que… me declaro perdedora.
—No tienes por qué hacerlo, Cielo. —frunzo el ceño— Somos nosotras las que hemos perdido contra ti.
— ¿Qué?
—El que Santiago sienta algo por ti es más que suficiente para que seas la vencedora. —se quedan pensativas y bajan sus miradas— ¿Qué se debe hacer cuando se pide un tiempo en la relación?
Ruedo los ojos.
Qué ganas de darles un golpe en sus cabezas.
— ¡Ni crean que voy a dejar que terminen con sus novios, babosas! —resoplo y ellas me miran atónitas— Si me ando tildando de “Loser” es porque elimino ese bendito desafío. Lo que realmente me importa en estos momentos es coserle los labios a Lucía y ustedes tienen que sí o sí ayudarme.
—Tratamos de hacerlo al pedirle que guardara el secreto, pero…
— ¿Pero?
—La némesis dijo que solo accedería si fueras tú quién se lo pidiera. —Stefany hace una mueca— Como eres su supuesta mejor amiga, no dudaría en hacerte el favorcito.
¿Acaso ella pretende que me ponga de rodillas y le suplique que no se lo diga a Santiago? Estaba en desventaja y Lucía lo sabía, ¿Por qué tomarse esa molestia? «De seguro solo está alargando el momento para apuñalarme bien o solo quiere quitarme de la cabeza el hecho de que le gusta mi novio». Sea cual sean las cosas, mi noviazgo peligra y no estoy dispuesta a perderlo.
Tengo ganas de vomitar.
—Necesito un poco de aire. —intentan ayudarme, pero las freno— Yo puedo levantarme sola.
— ¿Quieres que te acompañemos?
—No. —logro mi propósito y me encamino hacia la puerta— Estaré bien, solo necesito un tiempo para mí.