"Al caer la nieve" (libro 1)

Capítulo 21: Ruptura

Ni bien llegó el lunes, me dije a mí misma que debía enfrentarlo.

A pesar del tremendo desplante que obtuve por parte de Santiago, logré sobrevivir al fin de semana. Cuando retorné a casa ese día, estaba tan llena de coraje pensando que me había visto la cara de idiota…, hasta que mi madre comenzó a preocuparse porque no era normal el que él no haya llegado a nuestra cita cuando tuvo la valentía de pedirles permiso. Me sentí confundida e incluso más estúpida porque ni siquiera le pedí su teléfono o la dirección de su casa por si este tipo de situaciones ocurrían.

Estaba odiándome por haber sido tan inconsciente y no haya intentado obtener su información más importante.

— ¡Cielo! —mis pensamientos son interrumpidos por Milagros quién no duda en acercarse a mi pupitre. Olvidé que las primeras interrogaciones vendrían por parte de mis mejores amigas— ¿Qué tal les fue? ¿A dónde te llevó? ¡Cuéntamelo todo!

Quisiera poder responderle… pero ¿Qué podría decirle? No existió una cita, el novio nunca se presentó y a mí solo me están entrando las ganas de llorar. Bajo la mirada, no quiero que se dé cuenta que ando rota e intento calmarme.

— ¿Qué sucede? —soy pésima actuando— ¿Pasó algo?

— ¡Cielo!

«Genial»

Ahora son Stefany y Liliana quiénes aparecen, y rápidamente, invaden mi espacio. Las mismas preguntas continúan saliendo de sus bocas y yo ya no puedo con tanto. Necesitaba un buen pretexto para largarme de aquí antes de que las lágrimas rodarán por mis mejillas.

— ¡Hola, chicas preciosas!

Y como para rematar mi agonía, Lucía hace acto de presencia con esa voz chillona que la caracteriza. «¿Preciosas? ¿Qué bicho le habrá picado hoy?». Mis amigas ni prestan atención a su saludo porque andan más pendientes de mí y por lo mismo, ella carraspea para luego decirme:

—Supongo que le están poniendo al día a Cielito, ¿no? —las cuatro escuchamos atentas y fruncimos el ceño— ¿Los pasos de baile?

—Ahhh…, sí algo. —habla Liliana y se enfoca en mí— La Miss Lady es buenísima como coreógrafa y los pasos que nos enseñó no son nada difíciles.

—Pero por supuesto. —agrega con orgullo— Por algo ella trabaja en la empresa de mis tíos. —su semblante cambia a una de seriedad y me mira fijamente— Espero que este sábado sí puedas asistir, no hay pretexto y…, ¡Ay! Esto pesa demasiado.

Lucía avienta una casaca negra con tiras azules sobre mi pupitre y tengo que frotarme bien los ojos porque quiero creer que no es la que usó Santiago en los días que estuvimos en la bendita casa de playa. Sí, la misma que me prestó y se lo devolví cuando caminábamos por el parque.

— ¿Eso es de… Santiago?

—Sí. —estira su brazo y lo masajea— Lo olvidó en mi casa y mi hermana me pidió que se lo entregara.

— ¿Estuvieron juntos? —ella asiente luciendo inocente. Mis amigas no pueden hablar de la impresión— ¿Cuándo?

—No lo recuerdo bien, pero… —vuelve a coger la prenda— pensé que él te lo contaba todo, ya que eres… su novia. —el que lo resalte con una sonrisa me provoca escalofríos— En fin, hablaremos del vestuario en la hora de receso.

Lucía se marcha, ubicándose en su lugar mientras que yo no puedo salir del shock. El pecho me dolía, sentía que no podía respirar y estaba a punto de romper en llanto. Tenía tantas preguntas flotando en mi cabeza: «¿Santiago había salido con Danna? ¿Ese sábado? ¿Acaso él me había dejado plantada por verse con ella? Si eso era así, ¡¿Por qué carajos me invitó a salir?! ¡¿Por qué me había dicho que me quería cuando no era verdad?!»

Y yo como idiota creyendo que algo malo le había pasado.

— ¡Cielo! —Stefany logra que reacciona y se queda muda al contemplarme. Los ojos rojos debieron delatarme— No me digas que…

Salgo despavorida del aula y no lo medito mucho cuando me dirijo hacia la enfermería. Tenía la esperanza de que la enfermera Ana no se hallara allí para así poder deshidratarme sin interrupciones.

— ¿Todo bien, cariño?

Estoy más que condenada al no tener el privilegio de desfogarme a solas.

—Me duele mucho la cabeza.

—Te ves muy decaída. —ella toca mi frente con su palma— No tienes calentura.

Pero sí tengo el corazón roto.

— ¿Podría darme alguna pastilla para el dolor?

«¿O podría arrancarme este órgano latente que no se cansa de sangrar?»

—De acuerdo. —contesta con dulzura y saca una pastilla de una cajita para luego servirme un poco de agua. Me lo entrega— Esto te ayudará a sentirte mejor.

— ¿Puedo quedarme a descansar? —lo ingiero.

—Claro, pero tendré que dejarte sola por unos minutos. Debo ir a recoger unas cajas donde…

La puerta de la enfermería se abre y… «No. No, por favor» De todas las personas del colegio, tenía que ser él quién trajera el pedido de la enfermera Ana. Estoy helada, y al parecer él también ya que de seguro no supuso que estaría aquí. Unos segundos después, su semblante se relaja y no se inmuta en dirigirse a ella con una sonrisa.

—La auxiliar Luz me pidió que le trajera esto.

—Siempre tan amable, Valenzuela. —le indica dejarlo sobre una mesa y lo abre. Con sumo cuidado, lo revisa— ¿Y los documentos de revisión de cada medicina?

— ¿Documentos? —él se queda pensando y entreabre los labios— Me indicó que debía ir a recogerlos porque debe firmarlos con un sello.

—Bien. —lo mira con una expresión de súplica— Por favor, ayúdame a colocarlo dentro del estante, ¿sí?

Detallo que quiere negarse, pero… ¿Quién podría hacerlo frente a una cara tan angelical? Él suspira rendido y acepta sin más. La enfermera Ana me recuerda que descanse y termina por dejarnos completamente solos. En otras circunstancias saltaría de felicidad al estar a solas con él, sin embargo, pareciera que ninguno de nosotros lo deseara, sobre todo Santiago que prefiere ignorarme y darme la espalda para realizar su buena acción del día.

Me quedo observándolo por algunos minutos y es irreal que no me contemple como hace dos días: Con tanta adoración. Su indiferencia me estaba quemando, actuar como si yo no existiera me hervía la sangre y me encabronaba el hecho de que no sea capaz de darme una buena explicación sobre… «Pensé que él te lo contaba todo, ya que eres su novia». Las palabras de Lucía invaden mi mente, una sensación rara recorre mi cuerpo y de la nada, un miedo se apodera de mí.



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En el texto hay: juvenil, romance, drama

Editado: 29.12.2024

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