5. Andando entre las sombras |1 Parte

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ACLARACIÓN

*Durante este capítulo veremos desde la perspectiva de Marc el desarrollo de los hechos después del término del apartado anterior.

¡Disfrútenlo!

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El despertador zumbaba en mis oídos. Abrí los ojos y vi que marcaban las 8:00. Me levanté y luego me senté sobre la orilla de la cama, tomé mi celular y le mandé un mensaje escrito a Jack preguntándole sobre si tenía algo que hacer durante el día; los mensajes raramente no le llegaron, lo que hizo que me sintiera un poco confundido, pero no le presté más atención creyendo que el suyo podía estar apagado.

Sentándome en el sofá de la sala encendí el televisor y comencé a pasar los canales, hasta que me detuve en el que transmitían las noticias. El anuncio estaba dentro de un recuadro de color rojo y presentaban en frente de un café, idéntico al que acudimos Jack y yo los últimos días. Poco después logré identificar que se trataba de ese mismo lugar solo cuando entrevistaron a el dueño de este, quien se llamaba Max Roxwell. El pobre sujeto contaba de cómo se habían llevado todo su dinero, tanto el que tenía en la caja como el que guardaba en unas vasijas, la noche anterior, además de un extraño saco que habían encontrado tirado debajo del mostrador, lleno de lo que parecía droga, a la cual le atribuyeron que se trataba de la llamada GHB. Una sustancia psicoactiva de producción ilícita muy peligrosa. Todo me parecía sorprendente, pero fue inclusive mayor mi sorpresa, cuando indicaron que encontraron un chaleco negro que estaba posado encima de una silla, que curiosamente se me hacía muy familiar, ya que era prácticamente similar al que llevaba Jack el día de ayer, y en el pecho mencionaba la marca que lo diseñaba, cuyo nombre, culposamente, se dice igual que el del sitio donde fuimos ambos una semana antes de acudir al funeral. Pero fue definitivo cuando mostraron unas fotos dentro de una cartera que se hallaba en uno de los bolsillos, y ahí estaba él, era inconfundible ese rostro.

—Estas son las imágenes, de lo que supone, sería el sujeto que asaltó la tienda anoche —aseguró una voz de fondo.

No había palabra, o siquiera alguna que todavía no estuviera patentada por el intelecto humano, para declarar cómo me sentía por esto. Jack, ¿tú lo hiciste?, pensé incrédulo.

No tardó en sonar mi teléfono y correspondí la llamada de inmediato.

—Hola.

—Hola, Marc, ¿estás viendo lo que pasa por la televisión?

—Sí, Deborah. No lo puedo creer, no, no debe ser él.

—Yo opino igual, tengo la firmeza de que esto es una rotunda mentira o un gran malentendido.

-—Jack no podría hacerlo, he estado con él desde hace muchos años a su lado y lo conozco, nunca mostró una actitud estrafalaria o atraída hacia la delincuencia.

—Tienes razón, pero necesitamos encontrarlo primero para aclararlo todo.

—Me he intentado comunicar con él, pero no contesta.

—Es aún más extraño. Va a ser muy complicado poder dar con un lugar en concreto.

—Es cierto, ¿pero dónde?

—No sé. Lo único que sí se sabe es que esto se va a poner feo, muy feo.

—Eso es seguro. Cuídate bien.

—Adiós.

¿Ahora qué demonios está pasando con esta ciudad? De verdad que se está descontrolando todo. ¿Luego qué? ¿Siren Head visto en Grindbonne? ¿El alcalde desaparece? Ja, no me sorprendería que pasara lo último, como están las cosas, lo único que te puedes esperar es lo que no tienes tiempo de pensar o imaginar.

No tardó en timbrar de nuevo. Estaba atónito: era Jack. Contesté.

—¿Hola? ¿Jack?

—¿Qué tal, Marc? —se introdujo una voz profunda e inédita— Me siento afortunado por hablar contigo. Lamento manifestarte que no está en condiciones de atender. Qué pena.

—¿Cómo? ¿Quién eres tú? ¿Qué sucedió con Jack?

—¿Te gustaría escucharlo? Aquí lo tienes:

—¡Mmph! ¡Marc...! —se escuchaba cómo gritaba al otro lado— ¡No vengas... busca ayuda...! ¡No los escuches... no les hagas caso...! ¡¡Mmph!!

—¡¿Jack?! ¡¿Jack?!

—¿Suficiente? Está en buen estado, por ahora.

—¡Perros desgraciados! ¡¿Dónde se esconden?!

—Cuidado con tu vocabulario muchacho. Que te quede bien claro, tu amigo pende de un hilo.

—¿Y? ¿Qué es lo que quieres?

—Tú harás algunas tareas por mí, serás mi conejillo de indias.

—Pfff, ¿y qué si acepto?

—Me pensaré apiadarme de tu amigo y lo liberaré.

—Ya eso me suena a lo típico. No cumplirán ni una letra de su palabra.

—Eres muy astuto. —se oía entre risas— Bueno, acabas de presionar el botón de la cuenta regresiva del cronómetro. Prepárate para encontrarlo en las portadas de los periódicos y en todos los centros informativos.

Cortó abruptamente, dejándome en un alto grado de preocupación e ira que proporcionó que soltara el celular encima del sofá y me levantara para precipitarse hacia una pared, para luego aventar unos cuantos puños contra esta, hasta que fue mayor el dolor que la furia que tenía. Seguidamente volví a tomar el móvil y le escribí un mensaje de texto a Deborah, solicitándole que nos reuniéramos en un lugar privado para contarle algo acerca de Jack; lo recibió al instante, y comentó que sería buena idea la biblioteca.

Entonces me preparé y, con ya todo cubierto, salí apresurado por la puerta con el corazón en la mano, cargando con una gran angustia, tanta, que me ensimismé y cuando alcé la cara de nuevo ya estaba en la entrada de la biblioteca. Sin mucha demora me dirigí hacia la becaria, a la cual le pregunté si había visto a una chica de cabello rizado pelirroja entrar y me indicó que no.

Así que me acomodé en una mesa donde otros más estaban leyendo, y aguardé durante un tiempo a que ella llegara. Pasaron los minutos y alguien se paró de ahí con un libro, quien se adelantó directamente a la salida sin solicitar su préstamo a lo que la becaria lo llamó, advirtiéndole que no podía llevárselo sin antes firmar un acuerdo de renta, por lo que corrió y huyó rápidamente.