6. Reencuentro

El viento me hizo tiritar y cruzándome de brazos intenté conservar el calor, hacía demasiado frío, además de una atípica sensación, como si algo lamiera mi cara. Abrí los ojos y pude darme de cuenta que estaba echado raramente en el piso, en la hierba, y que un lobo me mimaba como un cachorro suyo en la mejilla, lo cual provocó mi estupor junto con un breve estado de shock para después tomar fuerza en mis brazos y pies e impulsarme hacia atrás con rapidez. Pero fue la acción del animal la que me dejó muy perplejo: Clavó su mirada en mí, no se inmutó y de sus ojos, nariz y boca , inadvertidamente, empezó a brotar sangre como si fuera agua hasta que quedó en los huesos; su mandíbula se desprendió y cayó, luego se pudrió al instante, tal fue el mismo proceso que siguió haciendo todo su cuerpo hasta llegar a la inexistencia. Mi rostro espantado no alcanzaba a interpretar lo que había pasado debido a la confusión quimérica y también a lo repudiable que fue, simplemente una escena que me seguirá en todas mis pesadillas, hasta quizás en las desdeñables noches de insomnio. Me impactó en demasía al punto de dudar si de verdad vivía la realidad o una fantasía; algo en el fondo me hacia percibirlo más por parte de la primera, que por la segunda, pese a lo visto.

Me volví a erguir y consideré en dónde me encontraba, observando solo árboles, árboles y más árboles, pareciéndole a mi persona algo demasiado familiar. Pero lo más confuso fue que me hallaba solo, libre, como si ellos me me hubieran botado aquí después de torturarme tanto. Estaba... ¿feliz? Sí, podré volver a casa, olvidarme de esto, desatender todo lo que pasó y volver a mi vida, sentirme igual e ignorar los problemas, esa vida con la que estoy cómodo y ya es costumbre. Prefiero quedarme así, ya son varios años tarde para cambiar.

Oí un llamado desde lejos, era mi nombre y lo gritaban Marc y Deborah. Yo les respondía mientras me iba acercando y los sentía cada vez más cerca, pero repentinamente callaron, entonces continué por esa misma dirección por donde los había escuchado hasta llegar a un imponente árbol, que parecía conocerlo de antes aun cuando en la vida lo vi. Me acerqué y acaricié su corteza con mi palma, algo parecía transmitir ese tronco, una rara energía me conectaba con este, como un conjunto de recuerdos que no tenía idea de cuándo eran o sucedieron mas los tenía muy presentes en mí. El viento comenzó a golpear más fuerte haciendo que arbustos y árboles se sacudieran con brusquedad, las nubes se oscurecieron y ocultaron la luz, y los potentes truenos trastocaron el ambiente; el tiempo se había trastornado raudamente, convirtiéndose en un espectáculo vesánico.

-¡¡Jajajajajajaja!! -puso de manifiesto una voz grave y oscura- Hola, Jack... ¿qué tal? ¿cómo va tu vida? ¡Ah, sí! Recuerdo hace unos días cuando tenías a tus amigos, y también la muerte de uno de ellos... yo estuve ahí, yo lo vi, yo lo hice. Ahora no te aguarda un mejor destino que acompañarlo pronto, y de una manera magistral.

-¡¿Pero qué?! -volvía mi cabeza por todas partes- ¿quién jodido eres tú? ¿qué idioteces dices? ¿de dónde me hablas?

Se reía todavía más fuerte.

-¡Basta! -grité furioso- ¿Por qué no vienes acá? Da la cara imbécil, no te escondas pedazo de porquería.

Todo se silenció, el viento frenó dramáticamente. El sonido de algo acercándose posterior al cese de la ventada fue lo que hizo que me sobrecogiera solo un poquito. Luego una mano tocó mi hombro por detrás desencadenando un susto que me congeló e hizo que tragara saliva, y dándome la vuelta detenidamente lo conocí; ya recuerdo todo.

-Hola hijo.

-No eres tú. Estás muerto. Las llamas te consumieron, yo estaba afuera. ¡Te vi, te vi!

-¿Desconoces a tu padre? ¿Acaso no recuerdas su rostro? ¿Crees de verdad que murió? Estúpido, has vivido con él siempre, no se ha ido.

-Mis ojos no me engañaron, ese día lo vi desaprecer entre el fuego.

-Jajajajaja... pero ¿qué ojos? Hay muchas ventanas, pero hay algunas que no se abren y se cubren de polvo.

-Déjate de malditos acertijos o adivinanzas, habla claro, sin tapujos.

-Hmmm... la vida es tan fácil que es complicado explicar lo sencillo. -se desplazó lentamente de lado al árbol- Por eso lo complicado hace fácil lo díficil, porque te deja lecciones y experiencia. Lo que te dije no es lo que supones, es algo mucho mayor. Y por suerte la vida no te alcanzará para saberlo.

Elevó una mano y su cabeza. Se desprendieron muchas hojas, las cuales se deshicieron todas poco tiempo después de caer, excepto una que cayó en su mano y se quedó observando, yo me acerqué para saber el motivo por el que miraba esa hoja tan especial. Cerró su mano y al abrirla de nuevo había ceniza en vez de la hoja, a la que sopló directo al árbol y provocó en este que su madera se volviera negra en su totalidad, asimismo unos pequeños fragmentos de su tronco comenzaron a despellejarse. Y con una última mirada, expresó:

-No lloverá otra vez en esta tierra. El árbol se secará, todas las hojas se irán y desde sus raíces se pudrirá. Disfruta Jack, dentro de poco solo habrán ramas vacías. Adiós.

Parpadee y se esfumó. Me froté los ojos, quedé en un estado más perplejo en donde ya sospechaba que estaba teniendo alucinaciones, había perdido el juicio. Una sensación de ahogo me hizo volver en sí dejando salir un gran grito con la boca tapada, haciéndome percatar que nada más fue un sueño y seguía en ese cuarto oscuro, explicando así las cosas raras que recuerdo; pero experimentaba un sentimiento de cansancio profundo sin saber el porqué. A continuación alguien abrió una puerta, permitiendo entrar la luz y mostrar la sombra de varias personas que ingresaron. Cerraron la puerta, encendieron una bombilla y uno de ellos se me acercó. Era Luke. Sin pronunciar palabra alguna desató sobre mi mejilla una vigorosa cachetada, tan potente, que hizo tambalear la silla.

-¿Vas a dejar de balbucear o tendré que arrancarte la jodida lengua?