Al caer la última hoja

8. Tarde que temprano, el Iceberg se fragmenta

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 Perdón por si el capítulo resultó más corto de lo acostumbrado, pero no quiero alargarlo innecesariamente y meter puro relleno. Nada más va a ser un capítulo tranquilo, sin emociones ni giros inesperados.

Espero que les guste :D

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Salimos de allí el mismo día, no hubo mayores complicaciones, a pesar de que el flujo de sangre fue muy abundante de parte de Marc, llevamos a Deborah a casa y por último me acompañó a mí también, antes de despedirnos me afirmó que acomodaría su agenda en el menor tiempo posible para venir a quedarse por un tiempo conmigo aclarando que no correría riesgos con lo que presenció en el callejón, que necesitaba un apoyo, una persona con la pudiera hablar y desahogarme, alguien con quien sentirme amado. A eso me opuse rápidamente por un instante, pero luego calificando lo que vivía en contraste con lo que me contó, determiné ceder.

—Ten cuidado Marc.

—Seguro —respondió sacando la pistola de su bolsillo—. Tú deberías serlo aún más, eres tu propio riesgo, en serio.

—Está bien, está bien, trataré de no pensar nada y distraerme un poco.

—No, distraerte no. A  lo que quiero referirme es que te relajes e ignores a tu mente, porque si te distraes por un momento no harás nada, ya que cuando dejes de hacerlo vas a volver a pensar. Puedes creer que es difícil o imposible, no te lo niego, todos peleamos nuestras batallas; solo que a veces se ve más simple cuando observas una imagen motivacional. ¿No es cierto?

—Sí, tienes razón. Aunque lo primero de no prestar atención a mi mente no lo veo por ningún lado, te lo juro.

—Relajate, se inicia así.

—Ok, adiós

—Nos vemos.

Tomé las llaves, abrí la puerta y se oyó un molesto rechinido. El interior de la casa estaba oscuro, se me había olvidado la última vez mover las cortinas y abrir las ventanas, dando la impresión de que me había ausentado por mucho tiempo, también el lavaplatos se hallaba desorganizado y muy sucio con el detalle de que encontré variedad de insectos que se movían o volaban sobre este; asqueroso, despreciable y reprochable. Todo pareciera haber cambiado en un corto lapso de tan solo una semana, cuando yo pensaba que llevaba meses, quizás la angustia mortificó esos horribles instantes los cuales se dieron la mano con el reloj que dieron como resultado la aparente convicción de mayor duración. Hasta esto se compararía con lo que viví en ese callejón: oscuro... sucio... donde mi cabeza es el martillo que da aún más duro a los clavos que tengo en mis manos y pies, que me privan de mi libertad. Ahora que lo pienso, no es muy diferente el escenario. Pero me siento, por decirlo de una forma concreta, una minúscula parte más ligero respecto a mis problemas.

Volví a la sala principal, me senté cómodamente en el sofá, tomé el control y encendí la televisión; no lo disfrutaba, estaba exageradamente aburrido, sin motivación alguna y nada cambiaba cuantos canales pasara. Odio estos momentos, es un círculo vicioso del que no puedo escapar, desearía poder ser feliz verdaderamente algún día, ¿a quién engaño con mi vida? Solo me lo creo yo. Presioné el mismo botón para apagarlo, lo tiré de lado con fuerza y me froté la cara de la misma frustración, ¡No sé qué hacer! ¡No sé qué hacer! ¡No quiero hacer nada!

Entré en una etapa de desesperación por no saber cómo poder desechar este sentimiento que me impedía disfrutar de las cosas, era muy parecido a como si me estuvieran extrayendo el alma, porque mi atención e interés se iban desvaneciendo hasta que sentía que un simple gesto de sonreir hacía que me pesara la cara y esta decayera, a lo que quedaba contemplando vacíamente el suelo. Nunca había llegado a este punto tan extremo, esta vez es más intenso que en otras oportunidades, en donde no lograron interferir enteramente con mi juicio. Ya se extralimitó de mis manos este asunto, es hora de pedir ayuda después de una década de soportar todo esto; espero que Marc no demore mucho, si no fuera por él... Dios; me estoy volviendo más débil cada día y no dudo que esa aflicción que sufrí en ese melancólico lugar regrese para despedazarme por completo nuevamente. Yo he sido la causa de todos mis problemas, mi actitud me ha echo digno de padecer únicamente lo malo, mi mente está tan dañada que creo que es imposible cambiar el rumbo que tomé hace años, lo que me provoca que tenga miedo de mí mismo.

¿Por qué decidimos esto apenas hoy? ¿Por qué me di cuenta hasta ahora? ¿Acaso no me desagradó también esto antes, y ahora es igual? Le tenía y tengo temor a cambiar, pero ¿es razonable seguir cavilando en esa idea?

Ya me duele la cabeza de tanto considerar el asunto, quiero descansar, iré a dormir en contra de mi voluntad. Era aún de tarde, aproximadamente las 3:00 p.m., según alcancé a revisar en el reloj, pero eso no me importa.

 

¡Gracias por leer!



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En el texto hay: asesinatos, pasado oscuro, amor

Editado: 31.05.2021

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