La película fue buena, no excelente, algunas partes eran predecibles, pero me dejaban satisfecho, otras sí eran algo más complicadas y sobre todo la última escena que planteó un enigma sin resolverse que sencillamente puede fomentar para una secuela. No es que me interese, solo que el final deja muchas cosas sin concluirse. Me hallaba cansado, me pesaban los ojos. Era temprano, la noche seguía joven y las frías corrientes de viento tomaban las calles donde eran muy pocos los que se paseaban por ahí, andamos hasta que en la esquina de una calle vimos, de frente, a varias personas que intentaban subir un gran pino en la parte posterior de un camión, acto seguido uno le pagó al que aparentaba ser el dueño de la tienda. Se me hace conocido esto, me trae recuerdos familiares.
—No lo recordaba —dijo entusiasmada—, se acerca Navidad.
Ya sabía yo que nadie compraría un árbol sin un motivo claro. Esta época siempre es la más dura para mí, una época que odio con el corazón, en mi alma no cabe ningún espíritu festivo únicamente la amargura que siento al estar solo, ODIO LA NAVIDAD.
—¿Ah, sí? —denoté cierta ironía mientras bostezaba— Qué bien... para algunos.
—Oye, no es nuestra culpa que tú no aceptes cuando junto con Marc te invitamos a pasarla juntos.
—¿Los 3 nada más?
—Con mi familia o con la de él, la noche de las fiestas vamos de una casa a la del otro ya que no están tan alejadas, en comparación con la tuya. No seas un caradura esta vez, vamos.
—No, no quiero. No me convenzas.
—¡Ay! ¿Hasta cuándo vas a madurar? ¡¿Eh?!
Estaba enfadado por la fatiga que tenía, no encontré algún razonamiento por lo que no dirigí ni una palabra, simplemente me largué de allí rápidamente con pasos adelantados abandonándola a ella en ese lugar; oí enérgicos gritos que me reclamaban a volver a mis espaldas. Continué, continué y continué, cuando erguí mi semblante busqué por delante y por atrás, no había ni un alma, todos los faroles encendidos mostraban un cuadro aterrador, aun si le agregamos el incómodo silencio que vibra en el aire; pero, escuché risas, no por el frente ni la retaguardia, provenía del lado, además era chillona como la voz de un niño. Me di un giro y lo contemplé, una casa con las luces encendidas, las otras a su alrededor también copiaban la acción, decidí acercarle al cristal de la ventana para poder observar qué proporcionaban esas carcajadas, transmitían ternura y diversión: Un padre con un disfraz de un reno cargaba en sus hombros a un pequeño niño Closs. Conmovedor. Me retiré y seguí caminando, pasos más adelante una residencia corto el circuito de alumbrado de la calle al estar apagada, esa era la mía, con un gran rostro de desaliento, molestia y adolorido metí la llave para introducirme adentro.
Siento que en cualquier instante voy a terminar cayéndome al suelo del sueño que tengo, me fui directamente a la cama sin cambiarme de ropa, caí desplomado al verla apenas. Es un gusto descansar después de los altercados que ha habido durante el transcurso del día, este momento no lo cambiaría por... Un sueño profundo me tomó y de inmediato quedé inconsciente.
—Fue un simple error, Señora Rose, le garantizo que arreglaré esto con él. Mis disculpas.
—Oh, no. Es solo un niño, es muy creativo, tiene una imaginación asombrosa, no lo castigue, no es su culpa. Es parte del desarrollo.
—Sí, parte de su desarrollo... No se repetirá, muchas gracias.
—No es nada señor Meilbourne.
Ingresó al auto. Todo mi cuerpo pintado de diferentes colores se asemejaba a un arcoíris, ¿quién diría que la clase de artística resultaría ser mejor que su mismo nombre? Papá miró al retrovisor, yo, ansioso, agaché la cara y junté mis manos aguardando para que me empezara a interrogar. No se debería molestar conmigo, eso debe hacerlo con mi mente ya que no es mi intención jugar con mis ideas. Primero suspiró.
—Jack, ¿no te he dicho desde hace mucho que se pinta con pinceles y no con los botes de pintura, y que es sobre el lienzo más no sobre la pared? Tendré que pagar todos esos implementos.
—¿Por qué en vez de pagarlos no los rellenas con el jugo de las frutas? Nadie se daría de cuenta y sería lo mismo.
—Je, tienes demasiada imaginación. No puedo castigarte porque tampoco lo hiciste de mala manera, entonces yo seré tu nuevo profesor y trabajarás en casa.
—¡¿Tú?!
—Sí. Hablaré con la maestra.
—¡Es increíble! Lo contaré a todos mis compañeros.
—No, sé más obediente y mantenlo en secreto. ¿Ok?
—Ok.
Encendió el carro, arrancamos. Qué hermoso día para vivir, me sentía irradiado de un grandísimo gozo, mi papá iba a convertirse en mi profesor. Nada puede ni podrá arruinar este momento, ¡EL MEJOR DÍA DE MI VIDA!
—¡Detén el auto! —reaccioné a una sola voz.
Todavía no salía el sol, otra pesadilla. Cómo desearía alterar mis sueños y poder darles el final que sí se merecen, así sea sentirlos reales solamente por unos minutos. Mi teléfono sonó, ¿Marc? Pero si son las 7:00, algo atípico, ya que no trabaja ni tiene responsabilidades que me haya dicho, nah, de seguro hubo un imprevisto y quiere que lo acompañe.
—¿Hola?
—Hola Jack. Necesito que vengas aquí ya.
—Oye, oye, ¿qué sucedió para que te levantaras más temprano, me llames y me digas que tengo que ir a tu casa? O sea, explícamelo.
—Necesito que estés aquí para explicártelo, no me tomarás en serio y me tratarás de payaso si te lo digo acá.
—Pero dilo sin tapujos, nadie se enterará.
—... Deborah desapareció la noche de ayer. Recibí una llamada de su abuela hace muy poco preguntando que si se había quedado con uno de nosotros. Yo respondí que no.
—¡¿Desapareció?! Pero anoche estuve con ella para ver una película. Deambulamos por las calles por un largo rato, luego nos despedimos.
—Creéme, ni me lo creo de verdad todavía. No tardes.