Al caer la última hoja

11. Secretos entre amigos|1 Parte

—Haber, aclárame mejor las cosas le solicité mientras bajaba las persianas, y él se sentaba frente a su ordenador.

Bueno, yo me andaba paseando por el centro comercial empeñándome en comprar un buen árbol para estas festividades. Lo conseguí y lo traje en el carro, al llegar lo descargué y arrastré con mucho esfuerzo hacia adentro. Ya en la mañana de hoy, bien, ya lo sabes.

—Pero no lo veo por ningún rincón de la casa.

—¿La ves? —Indicó con el dedo a una gran y larga caja que se recargaba sobre una paredAhí lo tienes, como lo hice todo en la noche no tuve espacio para armarlo. 

—¿Exactamente qué fue lo que te refirió su abuela?

—Pues que se encontraba angustiada porque no había visto a su nieta llegar en ningún momento, es más, dijo que permaneció somnolienta toda la noche y parte de la mañana. Fíjate.

—Sí, lo capto, pero ¿no te dijo otras cosas además de eso?

—No, añadió que solo le dijo que iba al cine con un amigo, no dijo cuál. Ahora que sé que fuiste tú ya se lo acabé de comentar hace un par de minutos.

—¿Se te quemó una neurona o qué es lo que te pasa? —Le pegué un manotazo en la nuca—. Va a creer que soy yo, me arruinaste.

—Relájate: Le aclaré que tú y ella deambularon un rato luego de ver la película, y que se despidieron en el parque.

—Eh, jamás mencioné que nos despidiéramos en el parque.

—Ya, le agregué eso para darle mayor credibilidad.

—Vaya, eres alguien astuto y muy buena persona.  —Pasé mi mano sobre mi cara aliviado— Sinceramente gracias. Me recuerdas a mi hermano.

—Es que lo soy. He tenido pérdidas, tú igual, eso nos da un vínculo fraternal. Nuestro dolor es el mismo, solo que unos son más fuertes que otros o los logramos curar sin bastante esfuerzo. Depende.

—Wow, para ahí, chico nostálgico. Nos están esperando. Antes de eso, ¿puedes explicarme para que encendiste la bendita PC?

—Ah, es que así me concentro mejor.

Salimos sin demora con mucha tranquilidad. Avanzamos dos calles y doblamos en la siguiente, dimos unos contados pasos hasta que Marc me señaló un gigante departamento al cual ingresamos, dentro de este tuvimos que ascender a un tercer piso subiendo a pie por las escaleras, demasiado agotador.

—367, aquí es —aseguró dando unos golpes en una puerta.

Abrió una señora de una apariencia bastante joven con el cabello recogido, nos permitió pasar al vernos y nos atendió con hospitalidad, conmigo se comportó de mejor manera, no era dato menor porque capté la razón; me puso en una posición muy incómoda con su trato en excesiva atención por lo que, suponía ella, quería yo. Seguidamente, apareció quien creía que era su esposo el cual se sentó a su lado en la misma mesa que compartíamos, sus cejas eran firmes, su mirada profunda, el gesto de su boca no mostraba ni un solo grado que formara un ángulo: venía dispuesto y no a perder más el tiempo.

—Sereno, aquí vamos a resolver esto sin bulla. —Se inclinó abajo del comedor y volvió a enderezarse con un revólver que estrelló violentamente contra el tablero de madera.

»No quiero gastar la última que me queda, y tras el caso, tener que pintar de nuevo las paredes, su sinceridad es su boleto de salida querido muchacho. Díganos la verdad, admítalo, es muy oportuno para hacerlo ahora.

Me estremecí, pasé saliva, Marc y yo nos observábamos estupefactos, se suponía que ya se había despejado todo antes de que viniéramos a este lugar, mis cesos estaban que se salían por mis orejas. Pero algo inaudito acaeció. Se reía.

»Ay, joven, no se va a morir nadie. Me cercioraba de que no estuvieran disimulando, su reacción es típica de personas que dicen la verdad pero son fáciles de asustar. Relájate, tranquilo; Lucy, querida, tráele un vaso de agua. Discúlpame, es que quiero encontrar lo más pronto a mi nieta.

Qué gracia me causa, anciano gran infeliz. "Se asustan fácil" Sí, a cualquiera que le sacan un revólver real no haría otra cosa. Si no fuera porque Marc colocó su mano sobre mi hombro, esta vez no sería nada dócil, sin importarme lo que hubiese sido de mí después, estas bromas hacen que no fluya sangre por las venas sino fuego.

—No hay problema, señor —aseveró Marc—. No tenemos ni un indicio de dónde está, pero es nuestra amiga y daremos con ella, junto con la ayuda de los chicos.

—¿Cuáles? —manifesté con desconcierto.

—Evelyn, Spencer, Morgan y Justin. Nuestros amigos. ¿Ya los olvidaste?

—Desde el sepelio de Thomas. De ahí en adelante ha habido muchas cuestiones en las que he estado ocupado. Tú lo sabes.

—Por supuesto, solo que los amigos se hacen más presentes en ti en los peores momentos. Supongo.

—Nah, funciona mejor para ti.

—Eso es muy cierto, querido joven —intervino el viejo—. Estas canas y esta larga barba dan la razón a esas palabras.

—Como sea... —redondee los ojos.

—Bien —pronunció parándose de la mesa—, el tiempo no se retrasa solo para algunos. Vámonos Jack.

—¡Espera! —nos detuvo alzando su mano—. Llévate mi arma, puede que tenga únicamente una bala, pero para mí una bala bien disparada es mejor que una munición completa.

La acogió Marc y le agradeció, luego hizo un gesto para que yo la tomara, con una cara de desagrado la acepté, la cual no escondí de ese viejo, que al notarlo sonrió y me dio unas palmadas por la espalda. Nos despedimos y salimos camino a la casa de Justin, esta se localizaba a un par de cuadras más adelante, por ende, teníamos que aligerar el paso si no queríamos tardarnos. Nos permitíamos palabras mientras avanzábamos, por ejemplo, me recordó que vendría a quedarse dentro de muy poco, no mencionó cuándo, simplemente dijo que las cosas en la ciudad se están desequilibrando. Asimismo, charlamos muchísimas cosas convenientes a Deborah, y, en mi opinión, una pregunta más que embarazosa y que te obliga a evadirla. "¿Sientes algo por ella?" o "¿Tú eres algo con..?" Como sea, se lo despejé al comentarle que lo que pasó en el hospital fue una reacción espontánea e inconsciente, dejé en claro que si sentía algo por mí lo dejaría pasar hasta que lo entendiera.



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En el texto hay: asesinatos, pasado oscuro, amor

Editado: 31.05.2021

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