✽ Capítulo 9 ✽

....

- ¡Qué mierda, Emma! Fallas en el mismo estúpido paso. -grita Michael deteniendo la música. Yo estaba inclinada hacia adelante, apoyando mis manos en las rodillas tratando de recuperar oxígeno. Estaba muy cansada y me faltaba el aire. - ¿Cuántas veces tienes que hacerlo mal para empezar a hacerlo como te digo? -su rostro mostraba frustración y enojo. No lo culpaba, llevaba equivocándome hace rato.

                Michael estaba enseñándome la nueva coreografía que haría en conjunto con Alec. Se suponía que yo me la aprendería primero para así adelantarnos a corregir algún paso que no debía estar, como si yo estuviera haciendo el borrador de lo que sería la coreografía original, pero nada me salía. Al criterio de Michael, parecía estarme yendo del asco. Y mi criterio siempre estaba basado en lo que opinaba él, así que, tenía razón.

                -L-lo siento. -dije entre respiraciones entrecortadas.

                -Pues, no me sirve de nada que lo sientas.

                -Lo estoy intentando, de verdad. -me defiendo muy a mi pesar. Me deslizo en la pared hasta caer en el suelo evitando la mirada de Michael, que se encuentra clavada en mí. Son estos momentos en los que Michael se ve muy aterrador: su mirada lanzallamas junto con sus cejas pobladas y entrecejo marcadamente fruncido.

                -No sé qué coño piensas hacer, pero más te vale aprenderte esa coreografía antes del lunes. -dijo. - No creí que pudieras causar más vergüenza de la que diste cuando te presenté a Alec, -sus ojos me miraron de arriba debajo de manera despectiva. - pero ya veo que sí.

                - ¿Qué quieres decir? - esta vez sí lo miré, y fijamente, picada por lo que había dicho.

                -Lo que digo es que si no te aprendas la maldita coreografía te quedas sin baile, sin presentación, sin nada. -amenazó.

                Ya a este paso, casi se me salían los ojos por el impacto de sus palabras. Planeaba sacarme, elegir a otra y botarme como si nada. No entendía qué pasaba en la cabeza de Michael, y me hubiese gustado saberlo cuando se pasó una mano por el cabello con frustración, alborotándolo. No creía realmente que por tan poco como estar equivocándome en un paso me estuviese amenazando con eliminarme de cualquier pronóstico.

                -Es injusto lo que estás haciendo. -reclamé. Él alzó la cabeza como un resorte, seguramente incrédulo porque, por primera vez me animaba de criticar algún comportamiento suyo. No era el único, yo también me había sorprendido a mi misma de haber encontrado el valor suficiente para hacerlo.

                - ¿Sabes lo que es injusto? Que me encuentre aquí perdiendo mi valioso tiempo contigo que te antojaste hoy de demostrarme una vez más lo inútil que eres. -escupió venenoso.

                - ¡No soy inútil! -grité fuera de mí con los ojos empañados y la voz más chillona de lo normal. Michael solo mostró una pequeña sonrisa que podría ser denominada como sádica. Las lágrimas caían solas, sin ni siquiera poder evitarlo, solo dándome cuenta por la estela húmeda en mis mejillas.

                -Sí lo eres, Emma. Eres una inútil que se conforma con lo poco que puede hacer. -continuó. - Solo mírate, das pena. Crees que hay que tenerte lástima porque te comportas como una chica buena, pero realmente lo único que haces es decepcionar a las personas. Me decepcionas a mí, a tus padres, y peor que todo, a ti misma. Eres una inútil. Solo sirves para dar pena. No eres más bonita que nadie, ni más talentosa que nadie, ni siquiera presumes de inteligencia. Las pocas personas que están a tu alrededor lo saben y solo se quedan contigo para sacar provecho, pero cuando terminaron de usarte, te dejan y te desechan, como planeo hacer si no empiezas a colaborar y poner de tu parte. - terminó, con una mirada que nunca había visto en él. Sus ojos despilfarraban desprecio y rabia hacia mí, mientras que sus labios tenían una mueca despectiva, como si le diera rechazo mi presencia.

Todo había quedado en un silencio horriblemente tenso, ninguno decía nada, no creía que Michael tuviera algo más que decir después de todo lo que había dicho. Yo me sentía una idiota, una gran idiota de mierda, tanto o más de lo que era mi novio para mí en ese momento. Mis defectos fueron develados, no todos, pero sí los que él sabía me lastimarían más en ese momento

- ¿Realmente… crees todo eso? -pregunté dubitativa.

-Sí.

-Pues sabes qué. -salté de un brinco del piso y lo encaré como nunca lo había hecho antes. – Yo pienso que eres un arrogante egoísta que lo único que hace es creerse superior a los demás. Crees que por tener un gran porte de bailarín o creerte importante por ser profesor tienes el derecho de decirle a la gente sus defectos, pero sabes una cosa, Michael, cuando estoy en el escenario, cuando tus estudiantes están en el escenario, no le importas a nadie. Nadie pregunta por Michael Rivero. Tal vez no son muchas veces en la que yo destaque, pero tú tampoco y eso te da envidia porque…

Plaf.

Un sonido seco que reverberó por todo el salón. Sonido causado por la gran bofetada que me había propinado mi supuesto novio, con una fuerza que por poco me lleva al piso. Me llevé las manos a la zona afectada, y en mi tacto lo sentí caliente por la reciente acción. Miré con miedo a Michael.

Me había golpeado.

Nunca lo había hecho, nunca. Y aquí me encontraba, con la marca de su mano en mi mejilla, gimiendo entre sollozos lastimeros, paralizada. Me había quedado en blanco, con la boca semiabierta y los ojos abiertos como platos.

Me golpeó, me golpeó, me golpeó, me golpeó, me golpeó…

En su rostro se reflejaba el asombro de sus actos, lo podía leer claramente: al igual que yo no se había visto capaz alguna vez de lastimarme… físicamente.

-Emma, yo…-no pudo terminar la frase, al parecer también se quedó en blanco, cosa rara en él, muy pocas veces lo podía ver vacilando. Se acercó unos pasos que yo me encargué de retroceder con miedo, alejándonos.