✽ Capítulo 13 ✽

….

El departamento de Alec no era nada diferente a como me lo hubiese imaginado. Aunque tal vez hubiese pensado que estaría algo más ordenado. Había cajas, ropa, libros y alguna otra pertenencia regada en el sitio.

Desorden Post - mudanza, pienso. En el momento en el que entramos, Alec no había dejado de disculparse por el desorden mientras recogía lo más que podía y me daba espacio libre en el pequeño sillón de una esquina. Yo solo me limito a decirle que no importaba y me reía discretamente de su evidente vergüenza.

-Espérame un segundo. - dice levantando un dedo haciendo referencia a lo que acababa de decir. Se apresura a ir y desaparecer detrás de una puerta blanca que de seguro lleva a su habitación, junto con una caja llena de cosas que hace un momento estaba acomodando.

De la nada aparece un chico algo bajo de estatura con un particular cabello rizado naturalmente enrulado, piel morena, y vestía un short con un divertido estampado de barquitos y carros de juguete, suelto y algo pequeño para él, junto a una camisa blanca. Se dirige hacia la chica cocina y se sirve un vaso de agua sin fijarse en mi presencia. De un momento a otro me siento incómoda por su presencia, pues de seguro era el roomie que había mencionado Alec anteriormente y se me hacía extraño estar a solas con él.

Cuando voltea hacia mi dirección, su rostro se contrae en una mueca de sorpresa y susto, una muy graciosa que por poco me hace reír. Pega un grito a la hora de verme haciéndome dar un bote en el mismo sillón mullido.

- ¡Alec! - llama elevando la voz, su voz era grave, pero no tanto, solo masculina. Cuando Alec sale de su habitación con cara de “¿qué ha pasado?”, el chico moreno me señala viéndolo a los ojos. - ¿Qué significa esto? – cuestiona.

-Ella es Emma, Andrés. -aclara Alec acercándose a él, luego me mira a mí, que no he dicho nada todavía y vuelve a hablar. - Emma, él es Andrés, mi roomie o compañero de habitación.

Él me mira con desconfianza, pero una pequeña sonrisa curva sus delgados labios y levanta una mano en modo a saludo, yo devuelvo el gesto con una tensa sonrisa, pero ya no sentía esa mala sensación de antes.

-Debiste haber avisado que traerías a una chica al departamento. – gruñe entre dientes Andrés dirigiéndose a Alec quién todavía no quita su natural sonrisa, pero, aunque su compañero de piso haya querido tratar de no hablar tan fuerte lo había escuchado.

-Te envié un mensaje, si no estuvieras jugando todo el día te hubieses enterado. - devuelve Alec. No lucía como un reclamo sino más como una manera de defenderse inocentemente.

-Deberías haber llamado entonces. – contraataca. Alec le da una mirada de arriba abajo y con una sonrisa burlona le dice:

-Y tú deberías ponerte pantalones

La cara de Andrés vuelve a ser todo un poema, pues sus ojos se abren en demasía y ve hacia sus pequeños shorts de graciosos dibujos. Sin decir ni una palabra, se va hacia otra habitación cruzado de brazos, ligeramente avergonzado, aunque trata de disimularlo.

- ¿No eran shorts? - es lo primero que decido preguntar. Alec vuelve su vista a mí y su sonrisa burlona no se ha ido aún.

-No quieres saber. -termina diciendo, acortando la distancia y sentándose en una de las sillas de plástico junto a mí.

¿Acaso eso eran unos bóxeres?

Ok, la moda de los hombres nunca la voy a entender.

-Bueno, Emma, aquí es. -señala Alec el departamento extendiendo sus brazos. - De verdad, lamento el desorden, es que ya sabes, me acabo de mudar y Andrés no suele ayudar mucho en la limpieza…

-Alec, no importa, en serio. - trato de calmarlo, viendo como su mano se dirigía a su nuca. - ¿Por qué haces tanto eso? -cuestiono.

- ¿Qué cosa? - pregunta confuso, con su mano aun entre las hebras de su cabello.

-Eso, rascarte tanto la nuca. - me río cuando su mano se aleja rápidamente de la zona antes señalada, y la ve como si a penas reparara en su existencia.

-No sabía que lo hacía… ¿Lo hago mucho? -ladea la cabeza como un cachorrito.

¿Un cachorrito, Emma?

¿En serio, no se te ocurrió alguna otra cosa?

-Solo un poco…

-Ya, listo. - vuelve a aparecer Andrés. Esta vez con unos jeans algo desgastados, pero que le lucían bien. Toma asiento junto a mí de manera despreocupada, como si la vergüenza de hace un momento se hubiera desvanecido como si nada. Tiene una bolsa de doritos que no sé de dónde la habrá sacado. - ¿De qué hablan? – me encojo de hombros, sin darle importancia. - ¿Quieres? - me pregunta, extendiéndome la bolsa de chucherías. La boca se me hace agua al notar los doritos en su mano mientras se los come. Niego, tratando de convencerme internamente que no debía de comer algo tan grasoso y con tanto colorante. - No me dijiste que era muda, Alec.

-No soy muda. - me defiendo algo ofendida por sus palabras.

-Ah, pues ahora parece que no. - comenta, cambiando su gesto a uno coqueto. - Bueno, reina, déjame presentarme -coloca su mano en su pecho, simulando una pequeña reverencia en su asiento, lo que me hace sonreír divertida por su actitud- no soy proaborto, ni provida, pero sí, probablemente, el amor de tu vida. - termina diciendo, haciéndome soltar una carcajada. De reojo veo como Alec con una sonrisa tensa, frunce el ceño.

-No entendí. – reconoce.

-No es chiste para gringos. - señala Andrés, llevando más doritos hacia su boca.

- Un poco ofensivo ¿no te parece? - cuestiona Alec, ligeramente molesto. Era la primera vez que demostraba algo a parte de su bonita sonrisa. Andrés suelta una risa entre dientes y le pasa la bolsa de doritos a Alec.

-Déjalo así, no te piques. - tal vez si cualquier otro lo hubiese dicho hubiera sonado mal, pero él lo hacía sonar más amistoso, por lo cual Alec terminó aceptando la bolsa de chuches y formó de nuevo una pequeña sonrisa. Supongo que sabía que Andrés no tenía intención de disculparse, y esa era su manera de demostrarlo sin decirlo, así que sin más llevó una gran cantidad de doritos a su boca sin ninguna queja.