Al filo de la navaja

Cap. 19 Las historias se repiten

 

Después que Sirius se marchó, Anne Marie hizo todo lo imaginable para intentar calmar a Anthar, pero nada dio resultado. Ya había pasado mucho tiempo desde la partida de Sirius y el niño seguía llorando, de modo que a esas alturas, Anne ya estaba verdaderamente desesperada y pensando en hacer lo que no quería.

Sirius le había dicho que aquella noche tenía una reunión con su grupo, así que lo último que Anne Marie deseaba era interrumpirlo en algo que estaba perfectamente al tanto, que era muy importante. Sin embargo, estaba segura de que la única forma de que Anthar se tranquilizase era con la presencia de su padre.  Su hijo había sido un niño tranquilo y de poco llorar, de manera que aquel extraño comportamiento, no solo desesperaba a Anne por el llanto en sí, sino porque despertaba en ella  un temor que no podía explicar.

Estaba por levantarse y llamar a Warren para que se pusiera en comunicación con Sirius, cuando Anthar se quedó repentinamente silencioso, y unos minutos después dormía profundamente.  Anne Marie se quedó observándolo durante un rato, sin dejar de preguntarse el motivo de todo aquello, y era algo que nunca llegaría a saber.

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Cuando Voldemort y Bellatrix habían huido del Ministerio, habían terminado en la casa de los Malfoy. De manera que apenas Narcisa los vio aparecer corrió hacia ellos, pero se sintió aterrada al ver que Lucius no venía.

  • ¿Dónde está Lucius?

Sin embargo, lo que recibió como respuesta fue una dolorosa bofetada producto de la ira de Voldemort.

  • ¡Todos son unos inútiles!  --  bramaba el individuo, mientras su asquerosa mascota reptaba tras él  --  ¡Todo se ha perdido, todo por culpa de unos desgraciados sin cerebro!
  • Mi señor…  --  intentó Bellatrix pero fue silenciada de inmediato
  • ¡CRUCCIO!

La maldición fue lanzada con tanta violencia, que una vez que Voldemort apartó la varita, Narcisa tuvo un momento de pánico al ver a su hermana desmadejada en el piso. Estaba segura de que Voldemort la había matado.

Entre tanto él, indiferente a la suerte de una de sus más fieles seguidoras, seguía paseándose de un extremo a otro. Su situación distaba mucho de lo que originalmente habían sido sus planes. Aquel odioso mocoso estaba resultando un verdadero obstáculo en su camino y se hacía imperativo deshacerse de él.

Todo lo que había intentado hasta la fecha había sido arruinado por aquel bastardo. Pero también era cierto que tampoco había contado con los mejores colaboradores hasta el momento. Quirrel había resultado un inútil sin precedente. El estúpido intento de Lucius con el Diario, había resultado un fracaso absoluto, ya que ese imbécil ni siquiera tenía idea de lo que hacía. El año anterior sus planes se vieron frustrados por el extraño comportamiento de su propia varita. En ese momento le dio vueltas entre sus dedos a la misma, pero decidió que ya se ocuparía de averiguar eso luego. Y ahora nuevamente sus mortífagos habían tenido un comportamiento decepcionante y la Profecía se había perdido. Sin mencionar el hecho de que Albus Dumbledore era un enemigo realmente difícil. De ningún modo su arrogancia le permitiría reconocer que Dumbledore era un enemigo temible porque poseía unos poderes extraordinarios.

  • Eres una vergüenza para nuestra raza, Dumbledore  -  dijo hablando consigo mismo  -  Habiéndosete concedido unos medianamente considerables poderes, no eres capaz de hacer un uso adecuado de ellos.

Sin embargo, aquel individuo también representaba un problema del que debía deshacerse, porque de no haber sido por él, a estas horas el estúpido muchacho estaría muerto. Pero al momento en que pensó aquello, una idea brillante le vino a la cabeza. Se detuvo en seco y miró al vacío. Unos segundos después soltó una estruendosa carcajada que hizo que Narcisa, que no se había atrevido a moverse se sobresaltara. No obstante, Voldemort nada dijo, sino que abandonó la estancia riendo sin siquiera dedicarle una mirada a la mujer que yacía tirada en el suelo.

Una vez que Voldemort salió, Narcisa se apresuró a arrodillarse al lado de su hermana.

  • ¡Bella!  -  dijo sacudiéndola en cuanto comprobó que seguía respirando, pero no obtuvo respuesta.

Estaba por sacar su varita, cuando la mortífaga comenzó a moverse.

  • Bella  - repitió la mujer  -  ¿Estás bien?
  • No seas estúpida, Cissy, claro que estoy bien
  • Pensé… pensé que te había…
  • Mi señor no sería capaz de matarme  -  le aseguró
  • Bella… Lucius…
  • El muy imbécil se dejó atrapar  -  le informó y sin mayor consideración agregó  -  ahora debe ir camino a Azkaban en compañía del idiota de Rodolphus y los demás.
  • ¡Bella!  -  pero ella no estaba prestándole atención
  • Debo hablar con mi señor.
  • ¡No!  -  la detuvo Narcisa  -  Piensa un poco Bella, está furioso, al menos espera a que esté más tranquilo.

Bellatrix iba a protestar, pero lo pensó mejor. La información que poseía y que quería darle a su amo, bien podía serles de mucha ayuda en el futuro. Aún no sabía cómo o para qué, pero el simple hecho de poseer “aquello”, estaba segura de que podría cambiar las cosas. No obstante, quizá podría atraerse el favor de su señor si lograba hacerlo sola, aparte de que, si por algún motivo fracasaba, no tendría que dar explicaciones.

  • Sí  -  dijo más para sí misma, que para tranquilizar a su hermana  -  quizá sea mejor así



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En el texto hay: fanfic harry potter outcannon, principio y final

Editado: 11.09.2022

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