Bellatrix estaba exultante cuando se encaminó hacia el salón donde se encontraba su señor. Lo que llevaba en sus brazos, estaba segura le complacería mucho a su amo. Sin embargo, tuvo un momento de vacilación al llegar a la puerta y escucharlo.
Bellatrix avanzó un poco más segura al ver que había despertado su curiosidad más que su ira.
Comenzó a reír de forma desagradable, y destapó la cara del niño.
Bellatrix salió a toda prisa, y pocos minutos después regresó en compañía de un hombre de aspecto hosco.
Recibió al niño de brazos de Bellatrix como si aquello fuese cosa de todos los días, y partió. Voldemort se volvió y mientras miraba por la ventana, una mueca parecida a una sonrisa apareció en su rostro. Aquel niño era heredero de una de las sangres más puras y poderosas del mundo mágico, su único defecto era haber sido concebido con una muggle tan asquerosa como su propio padre, pero al igual que él, eso no lo haría menos poderoso, y con la guía adecuada podía llegar a convertirse en un poderoso aliado. Una vez que se deshiciera de Potter y tuviese bajo su control al mundo mágico, el niño sería entrenado como era debido. Por el momento, se aseguraría de que las personas indicadas, estuviesen preparadas para hacerse cargo llegado el momento. Sí, había sido una muy buena idea.
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Poco después de iniciadas las vacaciones de verano, Narcisa recibió la peor de las noticias. En una reunión de Voldemort con sus mortífagos, dejó claro que la familia Malfoy había caído en desgracia por la lamentable acción de Lucius Malfoy. Sin embargo, ofreció “generosamente” una alternativa para reivindicarse.
Los presentes contuvieron la respiración. Aquello solo era una sentencia a largo plazo, porque todos pensaban que fuese cual fuere aquella misión, Draco Malfoy aún era un niño y tenía tantas posibilidades de éxito, como de que Voldemort adoptase a Potter. Pero el asombro de todos fue aún mayor cuando escucharon a su señor.
Aquello no era en modo alguno una gentil invitación, era una orden y sin posibilidad de ser incumplida. Narcisa al igual que todos los presentes, estaba asombrada, pero al mismo tiempo un terror helado la invadió, porque también al igual que los demás, sabía que aquello era una locura. Ella no temía morir, y lo había estado esperando desde que Bellatrix le relatara en pocas e inmisericordes palabras, lo sucedido en el Ministerio. No obstante, Draco era su único hijo, y por muy negro que aquella mujer tuviese el corazón, aquello la superaba.
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Cuando había avanzado un poco el verano, Dumbledore le escribió a Harry diciéndole que iría por él, pero antes de ello tenía algo que hacer.
Llevaba mucho tiempo estudiando y reuniendo información acerca de la infancia, la juventud, y las actividades de Tom Riddle una vez que este dejó la escuela. Sus investigaciones lo habían llevado por un camino sembrado de muerte y destrucción, con las que nunca habían podido relacionarlo. Así como también había llegado a una conclusión aterradora y que necesitaba ser confirmada, aunque él tenía pocas dudas acerca del asunto.