Jason y Bill se miraron solo un segundo y en cuanto el fénix desapareció, se apuntaron el uno al otro y sin mediar palabra.
Ambos rayos alcanzaron su objetivo y los chicos cambiaron de aspecto, Jason se volvió rubio y Bill moreno, y adquirieron facciones que les eran totalmente desconocidas. Una vez hecho esto y tal y como les había indicado Dumbledore, subieron a toda prisa saliendo al pasillo aún desierto. Pero no tardaron en escuchar pasos que se acercaban a toda prisa, de modo que corrieron en la dirección contraria, pero al instante siguiente se detuvieron.
Bill asintió y se preparó para hacer frente a los guardias. Pocos segundos después los vieron aparecer y no perdieron el tiempo.
Jason y Bill corrieron saltando por encima de los cuerpos atados y subieron a toda prisa las escaleras preguntándose dónde estaría Dumbledore y sobre todo si estaba en muchos aprietos. Su pregunta quedó respondida en cuanto llegaron al Atrio, porque allí tenía lugar un verdadero pandemónium. Los guardias estaban siendo atacados, pero no se veía a nadie, todo lo que alcanzaban a ver eran los rayos que partían de diversos lugares. Los chicos se miraron y sonrieron, definitivamente Dumbledore podía estar todo lo loco que la gente quisiera, pero sin duda era un gran mago.
Ellos aprovecharon la confusión para avanzar hacia las escaleras del otro lado y alcanzar de nuevo la oficina del Ministro, pero a medio camino y como era inevitable, fueron notados y varios amenazantes rayos llovieron sobre ellos.
Habían comenzado a defenderse, pero la única manera de salir de allí era atacar.
Los chicos se miraron durante un segundo con cierto grado de arrepentimiento, porque aquellos hombres solo cumplían con su deber, y Dumbledore les había advertido que procurasen hacerles el menor daño posible. Pero era eso o arriesgarse a ser atrapados. Para su buena fortuna no eran tantos y confiaban en ponerlos fuera de combate lo antes posible y abandonar el Ministerio antes de que las alarmas atrajeran a los Aurores.
Dumbledore había despejado buena parte del camino, pero aún faltaba un buen trecho para alcanzar las escaleras. Habían logrado llegar hasta el mostrador de recepción, pero en el momento que Bill se volvió para decir algo a Jason, éste lo empujó y cayó de espaldas. Un segundo después, veían como el mostrador saltaba por los aires.
Bill se cuestionó seriamente la cordura de su primo, porque a quién se le ocurría bromear en un momento como aquel. Pero no tuvieron tiempo para nada más, porque las maldiciones seguían llegando. Se miraron, asintieron y se levantaron al mismo tiempo.
Ambos atacaron y dieron en sus objetivos, pero enseguida les llovieron las maldiciones.
Los estaban atacando sin ningún miramiento, de modo que tuvieron que defenderse de igual forma. Apenas habían logrado avanzar un poco más cuando Bill divisó a un par de individuos que según la información que poseían, trabajaban para Voldemort. Cuando se volvió para advertir a Jason, lo invadió el horror, porque Jason sangraba profusamente, aunque no podía ver de dónde salía la sangre. Se parapetaron tras una columna en el momento que algo estalló en medio de ellos y sus atacantes. Bill aprovecho el breve momento de tranquilidad y miró de nuevo a su primo.
Sin embargo, no pudieron continuar la discusión en ningún sentido, porque una maldición acababa de impactar en la columna tras la que se encontraban y tuvieron que moverse. Después de varios minutos más de enconada lucha y luego de que un “Avada” impactará muy cerca, Jason perdió la paciencia.