El día que los chicos volvieron a la escuela, Molly se encontraba en la cocina pensando en la tranquilidad que se sentía sin ellos en casa, pero también en la soledad que dejaban tras su partida. Iba a subir a revisar las habitaciones por si se habían dejado algo, cuando llamaron a la puerta. Con gesto de extrañeza se volvió y fue a abrir.
La chica entró y Molly suspiró, definitivamente Tonks no lo estaba pasando nada bien y eso se notaba en su aspecto general. El cabello ya no lo llevaba con el habitual rosa chicle, había perdido peso y también parte de su alegría, y unas sombras oscuras rodeaban sus ojos.
Dicho esto, apuntó con su varita hacia la cocina y enseguida una tetera apareció sobre el fuego, mientras ella tomaba asiento al lado de la chica.
Ciertamente si había algo que no se podía negar, era el evidente amor de Lupin por Hermione, de modo que de nada valía intentarlo. De modo que se limitó a intentar convencer a la chica para que pensara de modo distinto, recordándole que era joven y hermosa, y que ya llegaría el indicado.
Y por mucho que Molly intentó disuadirla, cuando Tonks se marchó, a ella le quedó el desagradable presentimiento de que la chica haría algo estúpido, y que aparte de resultar totalmente inútil, con toda probabilidad haría daño a alguien.
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Apenas Harry vio Hermione, supo de forma inmediata que algo no iba bien, de manera que en cuanto salieron del comedor arrastró a Ron con él hacia uno de los pasillos.
Dicho esto, le dio la espalda y comenzó a caminar hacia la Torre de Gryffindor, pero un momento después sintió que lo tomaban del brazo.
Emprendieron el camino nuevamente, pero tuvieron que tomar un atajo al ver que Lavender se acercaba. Por alguna razón que Harry no comprendía, Ron parecía decidido a evitarla, pero por el momento en su cabeza solo había lugar para el asunto de Hermione, ya se ocuparía de averiguar qué demonios le pasaba a su amigo, porque, aunque a él le había parecido bastante ridículo el regalo de Lavender, no creía que fuese motivo suficiente para que Ron huyese de ella. En cuanto entraron a la Sala Común, vieron a Hermione que estaba a punto de subir a las habitaciones.
Por una fracción de segundo ella consideró la posibilidad de decir que estaba muy cansada, lo cual era cierto, porque en cuanto llegó se reunió con Dumbledore y para su sorpresa, unos minutos después de llegar al Despacho del Director, apareció Remus. La conversación había resultado en extremo penosa para ella, aunque el profesor Dumbledore se había mostrado considerado y muy amable, pero la presencia de Lupin, a quien aún no perdonaba, había hecho todo más difícil. Luego de eso tuvo que hablar con la profesora McGonagall quien insistió en que Madame Pomfrey la examinara y dijese que todo estaba en orden. De manera que en realidad estaba agotada y lo único que quería era irse a la cama, pero aun así pensó que de nada valía retrasar aquella conversación, así que aceptó hacerlo de una vez.