Remus caminaba cabizbajo por uno de los pasillos del colegio. Una vez más había intentado hablar con Hermione, pero ella seguía negándose. Un par de días atrás, Harry había conversado con él y le había transmitido su preocupación por la chica. Según él, Hermione no comía ni dormía lo suficiente, siempre era la primera en levantarse y la última en irse a la cama, cuando no era por estar haciendo deberes, era por las rondas que como prefecto le correspondían. Aunque Ron se había ofrecido a cubrirla, ella se había negado, y de no haberlo hecho no habría sido ella. Sin embargo, en esta ocasión Remus no había tenido mejor suerte, Hermione después de mirarlo con desprecio, se había limitado a decirle que ese bebe era suyo y de nadie más. Hasta ese momento había tenido toda la paciencia del mundo, Dumbledore le había recomendado no presionarla, pero ya estaba llegando al límite, y aunque no tenía la menor idea de cómo o qué hacer para que ella modificara su actitud, tenía que encontrar la manera y pronto. Iba tan distraído que se sorprendió cuando literalmente choca contra alguien.
Todos sabían que las misiones de Remus no eran precisamente gratas ni fáciles, pero él pareció ignorar también aquello.
Pero aquella chica definitivamente no era de las que se rendía fácilmente, y antes de que él se diese cuenta, había enlazado sus brazos alrededor del cuello de Lupin y lo había atraído hacia su rostro. A pesar de la sorpresa, Remus reaccionó con bastante rapidez sujetando los brazos de la chica y apartándose. Pero con todo, quizá no fue lo bastante rápido.
*****************************************
Jason había llegado a casa muerto del cansancio, cuando Molly lo sintió llegar se alegró, pero en seguida la alegría fue substituida por la preocupación.
Como en otras ocasiones, Jason se preguntó si su tía no poseería el mismo poder que él y al igual que en su caso, lo ocultaba de los demás. La observó mientras terminaba prepararle la comida, y como lo miraba a intervalos regulares con la decisión en la mirada. El chico llegó a la conclusión que de nada le valdría negarse, o bien se inventaba alguna historia o bien le decía el motivo real de su preocupación.
Tuvo que hacer un enorme esfuerzo por comerse todo lo que le había servido, porque después de la sopa en realidad no le apetecía nada más. Sin embargo, negarse a comer habría supuesto aguantar una interminable diatriba acerca de su irresponsabilidad al no alimentarse como era debido, de modo que decidió esforzarse y ahorrársela.
Una vez que hubo terminado, y que apartó el plato, se encontró con la mirada inquisitiva de Molly.
Ella había aguantado pacientemente mientras él comía, pero no estaba dispuesta a dejarlo ir sin respuestas. Jason se llevó las manos a las sienes y luego la miró.