A pesar de que Remus había hecho todo lo imaginable por conseguir acercarse a Hermione, parecía que mientras más lo intentaba más se alejaba ella. De modo que el desdichado hombre sufría los horrores del infierno. Ya venía pasándolo realmente mal, pero una vez que Dumbledore lo puso al tanto de la situación de la chica, su angustia había alcanzado límites inhumanos. De modo que la tenue alegría de la lenta, pero segura recuperación de Sirius, se vio opacada por el sufrimiento al que lo tenía sometido la situación con Hermione.
El seguía fiel a su costumbre de pasar las horas hablándole a Sirius, tanto si lo escuchaba como si no, aquello parecía ser mucho más beneficioso para él que para su amigo. Estaba en ello cuando un gato plateado se posó a su lado.
No había terminado de extinguirse la voz de la profesora McGonagall, cuando ya el corría hacia la puerta.
Llegó a la enfermería casi sin aliento después de atravesar a la mayor velocidad que le fue posible, los pasillos del colegio y maldiciendo por no poder aparecerse directamente en el lugar. Dumbledore, que parecía venir entrando también, tuvo que sujetarlo para que no irrumpiese donde Jason y Madame Pomfrey atendían a la chica.
Ellos se miraron durante una fracción de segundo y parecieron llegar a la misma conclusión. De manera que tan sucintamente como les fue posible y tratando de no buscarle problemas a Jason, narraron lo sucedido, pero a medida que avanzaban en el relato vieron como la angustia y el dolor de Lupin eran si no sustituidos, sí superados por la rabia. Tanto Harry como Ron habían sido testigos en una ocasión de cómo sucedía la transformación de Lupin, pero en esta oportunidad no era de noche ni había luna llena, y aunque ciertamente no estaba transformándose en Lobo si fue muy visible para ellos el destello salvaje en sus pupilas.
La expresión los sorprendió tanto como la ira latente tras ella. En los años que llevaban conociendo a Remus, en muy raras ocasiones lo habían visto realmente molesto y nunca lo habían escuchado insultar a nadie. Dumbledore había renunciado a detenerlo por la fuerza, en cambio había sujetado su varita y lo apuntaba en aquel momento con ella.
Todos a excepción de Lupin que no podía hacerlo, giraron la cabeza al escuchar la voz de la profesora McGonagall que acababa de entrar a la enfermería.
Los chicos pensaron que por mucho daño que Jason le hubiese hecho a Snape, y ellos sabían que le había hecho bastante, ese individuo estaba en deuda con el sanador, porque era muy probable que gracias a él, se hubiese salvado de una muerte casi segura a manos de Lupin. Pero en ese momento enfrentaban otro problema. Al escuchar aquello, Remus había recuperado el buen sentido y los miraba con los ojos desorbitados. Dumbledore al ver que el hombre se había tranquilizado, levantó la inmovilización e inmediatamente Lupin se dirigió hacia los chicos.
La voz provenía de algún punto tras Harry y Ron, y todos los demás miraban por encima de sus cabezas, de modo que se giraron y vieron a Jason de pie a pocos metros.
Hubo un largo minuto de silencio, pero tanto Dumbledore como McGonagall, consideraron inconveniente hacer preguntas en ese momento acerca del ataque.
Sin embargo, tuvo que detenerse porque Jason se interpuso en su camino.
A pesar de que no había nada incorrecto o grosero en sus palabras, el tono en el que fueron dichas, dejaba pocas dudas acerca de lo que sucedería si Lupin no prestaba la debida atención a la casi amable sugerencia.