Cap. 32 Y todavía no termina
Harry sentía que estaba en una de sus pesadillas, Dumbledore muerto, Bill gravemente herido y ahora esto.
- Jason, pero aquí no podemos… -- comenzó madame Pomfrey
- No hay tiempo para llevarla a San Mungo -- dijo él y se volvió hacia la cama
En ese momento se sitió aferrado por un brazo y al girar la cabeza se encontró con la mirada de Lupin.
- ¿Estás seguro de que estás en condiciones de atenderla?
- Por supuesto que estoy seguro -- le dijo -- y si no quieres que las cosas empeoren, apártate de mi camino.
Molly apartó con suavidad a Remus mientras que la profesora McGonagall se dirigía a Jason.
- Confiamos en ti -- le dijo en voz baja -- pero no olvides que él es el padre, no puedes impedirle estar aquí.
- Y no lo haré, pero que no me estorbe -- dijo en su habitual forma cortante
La profesora se dio por satisfecha y se volvió hacia Harry que seguía paralizado por el miedo y la culpa.
- Vamos Harry, necesitamos hablar
Aquellas palabras lo hicieron reaccionar y lo hizo de forma muy parecida a Jason, ya que le parecía impensable que ella estuviese pidiéndole marcharse justo en ese momento.
- No pienso moverme de aquí, profesora
- Potter -- dijo ella adoptando su tono brusco -- necesito aclarar ciertas cosas y…
- ¡Al demonio con todo! -- exclamó provocando que Ron, Ginny y Luna lo mirasen con los ojos muy abiertos, pero fue la voz de Hermione la que serenó los ánimos
- Harry -- llamó la chica y él se acercó a la cama tomándole la mano
- Aquí -- le dijo
- Debes ir con la profesora -- le dijo -- yo estaré bien, pero regresa.
Harry sintió un nudo en la garganta que le impidió decir nada, de modo que se limitó a asentir y dándole un beso en la frente caminó hacia la puerta.
Unos minutos después todos abandonaron la enfermería a excepción de Fleur que estaba al lado de la cama de Bill, y Lupin al lado de la de Hermione.
Aunque Ron con su proverbial simpleza no entendía por qué razón debían abandonar la enfermería, porque si era por cuestión de privacidad ya tenían un biombo que se las proporcionaba, pronto se alegró de no estar allí y en realidad hubiese querido estar mucho más lejos cuando comenzó a escuchar los gritos de Hermione. Su rostro había adquirido un color ceniciento y parecía a punto desmayarse. Luna se acercó a él y le sujetó la mano haciendo que se sentara en una de las sillas que el señor Weasley había hecho aparecer para todos.
- Parece como si…
- No te preocupes -- lo tranquilizó Luna -- ella va estar bien, ya lo verás
Un rato después, vieron aparecer a Harry a toda carrera, frenó ante Ron y Luna, pero antes de poder preguntar cómo iba el asunto, un grito de Hermione hizo que se le encogiera el estómago. Ginny se situó a su lado e hizo que tomara asiento.
- ¿Cuánto tiempo va a demorar esto? -- preguntó
- Eso es algo impredecible -- dijo la señora Weasley -- puede ser algo muy rápido, pero puede durar horas.
- ¿Horas? -- preguntaron Harry Ron horrorizados
- Según mi madre -- intervino Tonks -- mi nacimiento comenzó a la hora de la cena y terminó a la mañana siguiente
Los chicos sintieron que alma se les iba a los pies. No se veían capaces de soportar aquello toda una noche, aunque en realidad ya casi había amanecido y ni cuenta se habían dado.
Al cabo de una hora poco más o menos, salió Lupin y todos se abalanzaron hacia él. Por un momento Harry tuvo la horrorosa sensación de que había sucedido lo peor, porque el aspecto de su antiguo profesor era todo menos alegre.
- ¿Y bien? -- preguntó Molly con ansiedad
- Las cosas no van bien, pierde sangre y se debilita -- dijo intentando mantener la voz firme, respiró profundo y miró a Harry -- Quiere verte
Entre tanto, Hermione había aprovechado la ausencia de Remus y había sujetado el brazo de Jason.
- Jason dime la verdad -- le dijo mirándolo y con voz débil -- ¿Mi bebé está bien?
- Lo está -- dijo él -- pero debes tener paciencia linda, a veces estas cosas demoran -- pero vio que ella aun dudaba -- ¿Confías en mí?
- Como en nadie
- Entonces tranquilízate, necesitaras todas tus fuerzas para traer a este bebe al mundo. De modo que en los momentos que el dolor ceda, intenta relajarte. A medida que se acerque el alumbramiento, las contracciones serán más seguidas ¿me comprendes? -- concluyó con suavidad
- Te dije que confío en ti, pero prométeme algo
- Dime
- Si en algún momento las cosas van mal, aunque no me lo digas, júrame que harás todo para salvar la vida de mi hijo.