Los planes habían variado un poco, debido a que los Granger ya no estaban en el país, Remus había decidido dejar a Lyra en La Madriguera por dos razones. La primera, porque era el punto de reunión final. Y la segunda, porque Sirius y Jason por separado eran excelentes, pero juntos constituían una fuerza difícil de enfrentar. De modo que dejarlos a ambos a cargo de la seguridad de La Madriguera y de su hija, representaba una tranquilidad para todos.
Una vez que se marcharon, Sirius y Jason revisaron una vez más que los encantamientos protectores estuviesen activos. Si todo salía como debía, en dos horas a lo sumo deberían estar todos de vuelta.
Molly decidió hacer café solo por hacer algo, ya que los nervios la estaban consumiendo. Ginny aunque parecía tranquila, no dejaba de mirar por la ventana, Sirius se paseaba de un lado a otro porque no estaba acostumbrado a la inactividad, mientras que Jason trataba de no pensar entreteniéndose con Lyra. Durante esos pocos días que no la había visto, parecía haber cambiado mucho, y aunque se repetía que era una necedad de su parte, seguía viendo diferencias en la niña. Le veía más cabello, los ojos parecían haber definido su color finalmente y eran de color caramelo con el borde dorado. Y sin duda la notaba mucho más despierta, seguía con los ojos cualquier movimiento a su alrededor y sonreía mucho. Hermione le había dicho que la bebé había estado llorosa e inquieta los últimos días, pero, aunque la revisó de arriba abajo y le hizo muchas preguntas a Hermione acerca de todo lo que se le ocurrió, no encontró nada. Lyra seguía estando perfectamente bien hasta dónde había podido comprobar.
Cuando se acercaba el momento en que debían comenzar a llegar, la colocó en la cuna y la niña comenzó a llorar apenas él dio la espalda, de modo que se devolvió y la miró.
Molly y Ginny estaban de pie cerca de la puerta y tenían las manos enlazadas, en tanto que Sirius se paseaba ahora por el patio mirando a todos lados. Jason se acercó a él y éste detuvo su nervioso caminar.
Sirius podía decir todo lo que quisiera, pero él estaba tan seguro de lo que estaba sucediendo, como de que estaba parado allí en ese momento, porque seguía teniendo el colgante. Intentó en vano soltarse, pero Sirius no se lo permitió. Su angustia estaba alcanzando niveles peligrosos al ver que el tiempo pasaba y aquel infeliz no lo dejaba en paz. Se hartó y ya estaba a punto de sacárselo de encima con una maldición, mientras él seguía hablando de forma aparentemente incansable.
Pero se interrumpió cuando vieron un destello azulado un poco más allá y escucharon la voz de Ginny.
Los cuatro corrieron en esa dirección, pero antes de llegar apareció ante ellos una vieja lata de aceite oxidada.
Ginny abrazó a su madre y comenzaron a caminar hacia la puerta, pero se detuvieron cuando otro destello llamó su atención. Esta vez lo que apareció ante ellos fue una vieja y desgastada zapatilla deportiva… y nadie venía junto con ella tampoco.
Las dos mujeres miraban a Sirius y a Jason con expresión de desconsuelo, mientras que Jason hacía inhumanos esfuerzos por mantenerse allí. Cuando estaba a punto de mandarlo todo al demonio, otro destello los hizo volverse, pero esta vez…