Al filo de la navaja

Cap. 44 ¿Cómo pudiste?

 

Sobreponiéndose al dolor, Arthur hizo un esfuerzo por separar a su esposa del cuerpo de Jason.

  • Vamos Molly, tenemos que…
  • No…  --  seguía sollozando ella  --  mi niño… no

Charlie ayudó a su padre a desprenderla de allí, mientras Ginny con un pañuelo limpiaba los rastros de sangre del rostro del chico. Bill tras mirar a Lupin, sujetó con suavidad a Ginny por los hombros y la levantó.

  • Podrás seguir haciendo eso cuando lo llevemos arriba ¿bueno?
  • ¿Por qué?  --  preguntó ella

Bill sabía a lo que se estaba refiriendo, pero no había ninguna respuesta satisfactoria o que explicara de forma medianamente aceptable, aquel acto de suma barbarie.

  • No lo sé, Ginny, pero te juro que ese miserable va a pagar con su sangre la vida de Jason.
  • Y yo te juro que si no lo haces tú, lo haré yo  --  dijo ella

Y a nadie le cupo la menor duda de que cumpliría su juramento, ese día Ginny había demostrado tanta habilidad, valor y determinación como cualquiera de ellos, y aunque eso les produjo un gran orgullo, también los hizo temer por el futuro de la chica. No sabían cuántos la habían visto pelear durante el sorpresivo ataque, pero por lo menos la media docena de individuos que estaban en el Salón durante el desgraciado interrogatorio, la habían escuchado amenazar a Turel, y estaban seguros que no lo olvidarían.

Bill y Remus apuntaron sus varitas al cuerpo de Jason y lo hicieron levitar escaleras arriba hasta dejarlo sobre su cama, alrededor de la cual se situaron todos.

Aún aquella terrible realidad se les hacía inaceptable. Molly ya estaba un poco más serena, pero las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas, porque, aparte del enorme dolor que le producía la muerte de Jason, verlo así le recordaba a sus hermanos, especialmente a Fabian, el padre de Jason. Ginny terminó lo que había iniciado antes y ya el rostro de Jason no presentaba ningún rastro de sangre. Le ladeó un poco su cabeza y le recogió el largo cabello en una cola como solía llevarla a diario.

Con un suspiro resignado, el señor Weasley tomó el brazo de su esposa y comenzó a alejarse hacia la puerta.

  • Debemos avisarle a los chicos  --  dijo a nadie en particular  --  Donde quiera que estén, deben estar sumamente angustiados.
  • Y es imperativo que por ningún motivo se les ocurra regresar  --  apuntó Bill  --  Creo que es mejor que no les digas que Jason…  --  pero dejó la frase inconclusa y el señor Weasley asintió

Una vez que estuvieron en la cocina, Molly puso a hacer té mientras ellos discutían otro asunto.

  • ¿Cómo haremos para sacar a Sirius y a Lyra del sótano y de la casa?  --  preguntó Remus
  • Creo que primero debemos asegurarnos cuántos guardias han dejado y dónde están  --  dijo Charlie
  • En cualquier caso, no creo que podamos sacarlos de aquí  --  opinó Bill  --  Con toda seguridad nuestra chimenea estará vigilada, y habrán colocado un hechizo anti desaparición sobre la casa.
  • ¿Quieres decir que no nos dejaran salir de aquí a ninguno de nosotros?  --  preguntó Molly  --  ¿Estaremos presos en nuestra propia casa?
  • No, no se trata de eso, Molly  --  intervino Arthur  --  no estaremos presos, pero para poder trasladarnos debemos pasar ante los guardias que seguramente están apostados en la entrada.
  • Y aunque nosotros podremos ir a nuestros respectivos trabajos, porque todo debe “parecer normal”, obviamente no podemos sacar a Sirius y a Lyra de ese modo  --  agregó Bill

Un poco después, cuando los gemelos regresaron de su excursión por el perímetro de la propiedad, les dijeron que solo había dos individuos en la entrada, pero que habían intentado ir más allá de los límites y no había sido posible. De modo que eso confirmaba lo que había dicho Arthur, la única manera de abandonar La Madriguera, era por la puerta principal.

El señor Weasley les había enviado un patronus a los chicos diciéndoles que todo estaba bien, pero que no intentaran ponerse en contacto porque estaban siendo vigilados. Después de eso Bill y Remus fueron a la parte trasera a buscar a Sirius y a la niña, sin tener idea de la sorpresa que les esperaba.

Apenas terminaron de bajar los escalones, Sirius se les acercó con una expresión tormentosa que Remus conocía muy bien, pero que en esta ocasión no sabía a qué atribuírsela.

  • ¿Dónde está mi hijo?

Tanto Remus como Bill habrían podido esperar muchas cosas, pero con seguridad no aquello. Y ciertamente era el peor momento para hacerle esa revelación.

  • Sirius…
  • ¿Dónde está?
  • Escúchame…
  • ¿Por qué no me lo dijiste?  --  y cabe destacar que su tono iba en acelerado aumento

Remus miró a Bill, pero él estaba tan asombrado como Lupin. Era cierto que Jason había dicho que finalmente terminaría por recordarlo todo, pero también había dicho “poco a poco”

  • Sirius, siéntate por favor y…
  • ¡Con un demonio, Lupin!  --  dijo avanzando hacia él, y Remus comenzó a alarmarse, el hecho de que lo llamase por su apellido, por sí solo ya era una señal de peligro  --  ¡Me vas a decir ahora mismo dónde está mi hijo!
  • No lo sé



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En el texto hay: fanfic harry potter outcannon, principio y final

Editado: 11.09.2022

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