Jason estaba en el comedor, moviendo una taza de café en las manos y mirando al vacío cuando Sirius entró.
Sirius lo miró con detenimiento preguntándose qué demonios le sucedía a aquel, porque normalmente, aunque hubiese contestado una pesadez, habría respondido. De modo que aquel extraño silencio lo incomodaba. Sin embargo, antes de poder decir nada, Annie llamó su atención y movió la cabeza en forma negativa.
Aquello no le decía nada a Sirius, salvo que, por algún motivo, la mujer pensaba que era mejor no molestarlo. Unos minutos después entró Remus y fue recibido con el mismo frío silencio, pero cuando Jason notó su presencia, pareció regresar de dónde quiera que estuviese.
Sirius y Remus se miraron, pero en ese momento se hizo la luz en el cerebro del primero. Cuando Lupin había regresado, Lyra había sido llevada nuevamente a la habitación de su padre, y sin duda aquello era lo que tenía a Jason en aquel estado. Por muy superficial que Sirius pudiese parecer, y aunque actuase como si el mundo careciera de importancia para él, no era así. Él, al igual que Annie, había notado el apego del chico por la niña, la diferencia estribaba en que Sirius sí conocía las razones. Aquella era la hija de Hermione y suponía que para Jason era como tener un pedazo de la chica con él.
Sin embargo, y en su opinión, aquello no estaba bien. Lyra no era su hija y por mucho que la quisiese, era Remus su padre y él tendría que aceptar eso. De modo que Sirius, con el pragmatismo que lo caracterizaba, decidió en forma unilateral, hacerse cargo de aquella situación y ver la manera de mantener a Jason apartado de Lyra tanto como fuese posible, porque sabía que en el futuro cuando todo volviese a su cauce, aquel sujeto iba a sufrir mucho con la separación y su vida se volvería más miserable de lo que ya era.
El mes de agosto se había marchado en forma acelerada. Los días habían estado sembrados de caos y noticias alarmantes con la desaparición sistemática de los nacidos muggles. Aquella noche la Orden se reunía en Inverness por primera vez, razón por la cual, los tres hombres habían pasado el día revisando y reforzando todas las medidas de seguridad. Al final de la tarde, Sirius se tiró en el sofá del Salón.
Hacia las ocho de la noche Sirius salió de su habitación y escuchó risas en la de Lupin, de modo que supuso que su amigo estaba jugando con la niña. Sirius miró la hora, y decidió avisarle que mejor bajasen antes de que el niño comenzara a vociferar que habían llegado los miembros de la Orden.
Se interrumpió bruscamente al ver que quien reía y jugaba con Lyra era Jason. Maldijo por lo bajo, y cambió el discurso.
Jason lo miró con antipatía, porque en los últimos días, apenas si había tenido oportunidad de estar con Lyra. Aun así, levantó a la niña de la cama y la llevó a su cuna.