Bill estaba terriblemente preocupado, porque le había quedado claro que los chicos tramaban algo serio con Griphook, y conociendo como conocía a los duendes, temía que algo saliese mal. En su experiencia, los duendes no hacían nada si no iban a obtener un beneficio, y si este involucraba alguna clase de tesoro, entonces las cosas podían ponerse muy feas, y no porque Harry no pensara en cumplir con el trato, sino porque las nociones de negocios de los duendes diferían mucho de las de los magos.
Sin embargo, y como los chicos se negaban a hablar del asunto, hasta la fecha no había podido averiguar nada.
Hermione había mejorado mucho y muy de prisa, pero ella al igual que los muchachos se pasaban los días encerrados en la habitación, y Bill suponía que trazando sus planes futuros.
Remus, Sirius y Jason habían espaciado sus visitas y procuraban no venir juntos. Según le había informado Sirius, los habitantes de Inverness, habían comenzado a mostrarse curiosos con relación a sus constantes salidas. Jason le había dado las instrucciones precisas a Fleur de cómo tratar a todos, y le aseguró que si lo necesitaba iría en seguida.
Desde el día de la tensa conversación acerca de Lyra, Jason era el que menos iba, pero igualmente Sirius le había informado que tenía la nariz enterrada en los libros, y que había salido en un par de oportunidades, pero no sabía nada más.
Una mañana, Grace acorraló a Sirius en el comedor.
Sirius sonrió de esa manera que hacía temblar al corazón más gélido, y Grace lo miró con desconfianza.
Le dio la espalda y se marchó seguida de la carcajada de Sirius. Por el camino iba maldiciéndose por haber tenido la pésima idea de preguntarle algo a aquel monumento a la arrogancia.
Un par de días después, se encontraban Sirius y Andrómeda enfrascados en un pleito verbal por causa de Lyra.
Sirius colocó a Lyra en el piso y se volvió hacia Grace.
Jason estaba como de costumbre enterrado entre libros, pero al escuchar el grito de Sirius y sabiendo que estaba con Lyra, porque Remus estaba en Shell Cottage, salió disparado hacia el salón, y cuando llegó a la puerta, una enorme sonrisa se dibujó en sus labios. Lyra estaba de pie en medio del salón y sin ninguna ayuda. Se acercó despacio a la niña, pero ella dio un inseguro paso en su dirección. Jason se arrodilló en el piso aun a cierta distancia y extendió los brazos.
Con cierta dificultad, Lyra comenzó a dar inseguros pasos hacia él hasta lograr cubrir la distancia que los separaba. Jason la recibió en sus brazos, enormemente emocionado, la levantó y la besó, mientras la niña reía.
Esta era una palabra que Lyra escuchaba mucho, porque siempre que la animaban a hacer algo, le decían que lo hiciera solita, y definitivamente había aprendido su significado, porque acababa de usarlo con corrección.