Ginny y los demás esperaban ansiosos el regreso de Harry, pero mientras esperaban, Ron apartó a Hermione.
Ella lo miró durante unos segundos sin saber si aquello era una broma, o si finalmente su amigo se había vuelto loco.
Ella lo pensó un momento, y teniendo en cuenta que no tenían un arma para destruir el Horrocrux, él tenía razón y nada perdían con intentarlo.
Tan sigilosamente como les fue posible, abandonaron la sala y marcharon hacia los servicios. Antes de salir, Ron vio una escoba recostada de la pared y la tomó.
Hermione lo miró con aprensión, pero prefirió no preguntar, en cualquier caso, aún estaba por verse que pudiesen acceder. Para su buena fortuna, no se encontraron con nadie, puesto que ni tenían el mapa, ni disponían de una Capa que los cubriera. Una vez llegados allí, Ron se paró delante del lavabo y comenzó a imitar los sonidos que tantas veces le había escuchado a Harry, y para sorpresa de ambos, el asunto dio resultado.
Hermione dio un suspiro resignado y lo siguió. Ahogó un grito cuando vio dónde había caído, porque el piso estaba lleno de lo que suponía eran huesos de pequeños y no tan pequeños animales. Después de mucho caminar, llegaron al lugar dónde se encontraba el basilisco y nuevamente Hermione ahogó una exclamación al ver el tamaño de aquella bestia. Por un momento pensó que Harry era realmente muy valiente y siempre lo había sido, al recordar que solo tenía doce años cuando se enfrentó a aquel asqueroso bicho.
Ron se acercó a la cabeza del animal, y haciendo fuerza le arrancó dos de los descomunalmente largos colmillos. Se acercó a Hermione y le ofreció uno.
La chica vaciló un momento, pero finalmente se decidió. Sacó la copa del pequeño bolso, y la colocó en el piso.
Aquello no le parecía nada alentador, pero le agradeció que se lo dijera. Tomó el colmillo y lo levantó. La copa comenzó a vibrar de manera enloquecida, pero Hermione no vaciló y clavó el colmillo en el centro. Inmediatamente escucharon una especie de alarido lejano, y un chorro de una substancia negruzca brotó de la copa, para luego quedar retorcida y deslustrada.
Sin perder el tiempo, la tomaron y salieron a todo correr de allí. Cuando llegaron al lugar dónde habían caído, Hermione entendió la necesidad de la escoba. Se subieron a ella, y ascendieron velozmente. Cuando llegaron arriba, Hermione le dio un repentino abrazo a Ron.
Pero antes de que él pudiese contestar, escucharon un gran escándalo, como si muchas personas estuviesen corriendo. De modo que corrieron hacia la salida y efectivamente, vieron a los estudiantes desplazándose velozmente por los pasillos.
Harry había tenido un desagradable encuentro con los Carrow, lo que hizo que Alecto convocara a Voldemort. Luego de deshacerse de los hermanos, Harry informó de la manera más sucinta a la Profesora McGonagall, e inmediatamente ésta se puso en movimiento para que ellos tuviesen tiempo de buscar lo que fuese que tuvieran que buscar. En el camino se habían encontrado con Snape, y aunque Harry experimentó el conocido odio feroz, la Profesora McGonagall fue la que se hizo cargo de la situación y luego le metió prisa para que avisara a los alumnos que estaban en la sala de los menesteres que se reunieran en el Comedor.
Un poco después de que Hermione y Ron habían abandonado la sala de los menesteres, volvió a abrirse la puerta del túnel y comenzaron a aparecer los miembros de la Orden.