Al final del destino

Capítulo 14

*Tamara*

No dejaba de sonar mi teléfono, Emma no paraba de llamarme y yo no quería hablar con nadie, me encontraba sentada en el suelo del baño sin creer aun lo que acaba de suceder, cogí el predictor y lo volví a mirar, era positivo. Tenía muchas ganas de contárselo a James, pero estaba tan perdido en sus cosas que preferí no decírselo, por el momento, estaba que no me lo creía, había notado algunos síntomas en las últimas semanas, pero a decir verdad pensaba que era solo un problema de mi cabeza pensando en que esta vez sí que iba a estarlo. Lloré tanto que tenía los ojos rojos, no quise adelantarme a los acontecimientos, así que fui directa al coche para ir a una de esas tiendas de bebés, quería comprarle una camiseta en la que pusiera “Vas a ser papá” y entregársela en una cajita a James. Si hablaba con alguien podría gritárselo a los cuatro vientos, quería que fuera una sorpresa, esta vez deseaba que mi bebé se quedara conmigo, que naciera bien y no perderlo.

Al entrar en la tienda una de las dependientas me recibió con alegría y buena armonía, le dije lo que quería y me lo envolvió con cuidado, me encantaron los detalles que tuvo al atenderme, al irme sentí que esta vez sí era mi momento. James estaba en el despacho mirando en la estantería dónde están nuestras fotos de boda, era un buen momento para decirlo, tenía miedo de lo que pudiera decir, siempre es cauteloso y a pesar de que él también desea tener un bebé prefiere no hacerse ilusiones.

 

—     ¿James? —dio un pequeño salto cuando me vio.

—     Hola, preciosa —viene hacia mí dándome un pequeño beso—. ¿Dónde estabas?

—     He salido a hacer unos recados —sonreí inocente. Detrás tenía la bolsa, preferí meterlo ahí que en una caja—. Tengo una cosa para ti —frunce el ceño.

—     ¿Qué cosa?

—     Ven, siéntate —le llevé hasta el sillón, no quería que se diera un susto—. Toma —le mostré la bolsa blanca.

—     ¿Qué es esto? —pregunta mientras saca el papel crepe para ver qué hay en su interior.

—     Es una prenda muy especial.

—     ¿Otra corbata? —sonríe algo burlón.

—     No, es algo más que una corbata.

 

En el momento que saca la camiseta de bebé, la abre para ver la frase que tiene puesta, sus lágrimas comenzaron a salir, estaba algo nervioso y un poco rojo.

 

—     ¿De verdad? —pregunta algo nervioso.

—     Sí —contesté entre lágrimas.

—     Ven aquí —me cogió en sus brazos, me sentí la mujer más feliz del mundo.

 

Tenía que contárselo a todos, llamé a Emma para que viniera a nuestra casa, tenía que organizar una pequeña cena, lo malo es que no podía estar Liam ni Eva, pero me las he apañado para hacer una videollamada desde dónde quiera que estén. Emma, Tyler y los niños habían llegado, desde la cocina pude escuchar cómo los niños correteaban por todas partes, James fue a recibirles mientras yo me quedaba vigilando que pusieran bien los platos. Cuando me decidí a salir me temblaban las piernas, pero hice un gran esfuerzo para que no se me notara, solía actuar muy bien cuando me lo curraba.

 

—     Hola, ¿Dónde te habías metido? Te estuve llamando —me dice Emma al verme.

—     Sí, lo sé, es que he estado algo liada —mentí para que no se me notara el nerviosismo—. Ya sabes muchos diseños y demás.

—     Claro, me lo imagino —por dentro suspiraba de alivio.

—     Bueno, ¿Y esta cena a que viene? —dice Tyler.

—     Bueno —James y yo nos miramos y el habla—. Hacía tiempo que no nos reuníamos, no hay ningún motivo alguno.

—     Ah, pues, genial, espero que no tarde mucho la cena porque me muero de hambre —todos nos reímos.

 

Mientras James y Tyler se quedaban con los niños, Emma me arrastraba hacia mi estudio para poder hablar, no sabía que tan importante era lo que me tenía que decir, pero por la expresión de su rostro parecía algo interesante.

 

—     Tenemos que hablar —dice con los ojos bien abiertos.

—     ¿Qué pasa?

—     Lo he hecho —fruncí el ceño, no sabía a lo que se refería.

—     ¿Has hecho el qué?

—     Pues verás… —se sienta en mi silla—. Hoy he estado con Max y he comenzado con mi plan, le he dicho que no podía decidirme por ninguno de los dos, que tendría que ir descubriendo que siento por cada uno, aunque ya sabes que solo es una tapadera.

—     ¿Crees que no se va a dar cuenta? En fin, no creo que le haga mucha gracia verte con Tyler.

—     Le dije que debía de aguantarse, le guste o no le guste, no iba a cambiar de opinión —se levanta—. Fingir que tengo sentimientos hacia él se me va a hacer difícil.

—     Sí, tú lo dices.

 

Hay una pequeña posibilidad de que su plan salga mal, ella se hace la tonta, pero sé con certeza que aún sigue enamorada de él y Max de ella, eso es algo que no se puede ocultar. Cree que mintiéndose a sí misma no tendrá que enfrentarse a la realidad, pero nada que ver, al final tendrá decidirse antes de seguir haciéndose daño, porque al final no habrá vuelta atrás.

 

—     Señora —entra uno de los guardias—. Me mandan a avisarles para decirles que la cena está servida.

—     Muchas gracias —conteste.

—     Dios… es increíble —la miro con duda.

—     ¿Por qué?

—     Estás muy casada…

—     Cierto —me rio.

—     Pero te sienta muy bien —me coge las manos—. Venga, vamos antes de que nos reclamen otra vez.

 

Al terminar de cenar nos sentamos todos en la sala mientras los niños jugaban con sus juguetes y demás, James y yo nos mirábamos sin saber cómo hacerlo ni en qué momento, pero al final me decidí a hablar.




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