Al final del destino

Capítulo 23

Hoy me había dispuesto a trabajar durante todo el día, los niños estaban con Liam y Eva, así que no tenía que preocuparme por llegar temprano a casa. Prácticamente, todos se habían ido a casa después de haber terminado su jornada de trabajo y solo quedábamos los guardias, el servicio de limpieza y yo con mi soledad. Quise aprovechar para mandarle un correo al responsable de recursos humanos para que encontrara a un nuevo empleado para sustituir a Tyler en su ausencia, es un puesto importante que no puedo dejar a la intemperie. Cuando miré el reloj marcaban las siete, solo había comido unos fideos que había pedido que me trajeran y unas varias botellas de agua. Me dispuse a recoger mis cosas para marcharme e irme al hospital a ver cómo seguía Tamy cuando siento que alguien había entrado a mi despacho, lo primero que pensé es en coger algún objeto que tuviera cerca como una figura de metal que tenía al lado. Me asusté tanto que al girarme casi le doy en la cabeza a Max, que estaba parada frente a mí, sorprendido por mi reacción, si no fuera por su rápido reflejo podría haberle rozado en la cara.
  

  —     Dios mío, Max, ¿Qué haces aquí? —me puse una mano en el pecho mientras que con la otra dejaba el objeto en la mesa.
  —     Tenía una pequeña intuición en que aún seguías aquí —sonríe.
  —     No puedes entrar así porque sí y menos en silencio.
  —     ¿Te he asustado? —dice con vacile mientras se acercaba a mí.
  —     Pues… sí —un paso más y casi lo tengo en mi nariz.
  —     Lo siento, no era mi intención asustarte —dice en modo de susurro mientras coloca una de sus manos en mi cintura acercándome a él—. ¿Has cenado?
  —     Yo… no tengo hambre —desde luego que tengo hambre.
  —     Tienes que comer Emma —dice serio—. No estás siendo responsable.
  —     Soy… muy responsable, señor Miller —digo intentando aclarar mi voz.
  —     Ya lo veo —dice esto último y se acerca a mis labios para devorarlos con pasión.
  No me quejo.
  

  Me lleva hasta el sofá dejándome caer con delicadeza, sus besos se iban repartiendo por mi cuerpo a medida que iba quitándome la camisa que tanto me estorbaba. Antes de que pudiera llegar a más, el teléfono comenzó a sonar.
  

  —     No lo cojas —dice mordiendo mi pezón—. Olvídate.
  —     No… puedo… —dije resistiéndome—. Podría ser importante.
  En ese momento paró tras escuchar mis palabras, dándome a entender que podía ir a cogerlo.
  

  Inmediatamente antes de que dejara de sonar contesté, mi respiración era algo agitada, pero me compuse al instante. Era James, por el tono de su voz podía sentir que estaba contento y podría decir qué asustado, no fue una conversación larga, solo un “si claro” y “enseguida voy”
  

  —     ¿Qué pasa? —pregunta Max con cara de preocupación.
  —     Es… Tamy —digo mientras me vuelvo a colocar bien la camisa—. Ha despertado.
   
  Una de las cosas de las que me había dado cuenta es que no necesitaba palabras para entenderme con Max, de cierta manera podía entender cuáles eran mis emociones, ya no me presionaba ni intentaba manejarme a su antojo. No tardó ni un minuto en coger nuestras cosas y salir de la oficina.
  Nos subimos en su coche y el trayecto no fue tan largo como pensaba que iba a ser, solo quería ver a mi mejor amiga, abrazarla, decirle que todo estaba bien, que no importaba que no tuviera al bebe ahora porque podría tener en un futuro no muy lejano, quería asegurarme de que estaba bien. Al llegar al hospital subimos a la planta en dónde se encontraban, por el pasillo, un hombre con un aspecto horrible, cansado y al mismo tiempo contento.
  

  —     James —abracé a mi hermano con tanta fuerza que soltó un pequeño quejido.
  —     Hola —dice dulce y con la voz cansada.
  —     ¿Qué tal está? ¿Cómo ha pasado? Quiero verla —no era consciente de que estaba muy nerviosa y hablando y preguntando sin parar—. Estará muy asustada —me iba a acercar a la puerta, pero James me detiene.
  —     Emma, espera —agacha la mirada.
  —     ¿Qué pasa?
  —     Hay un pequeño problema —se me encogió el corazón.
  —     ¿Cuál?
  —     No… no recuerda nada de lo que ha pasado.
  —     ¿Cómo que no recuerda nada? —miré tras la pequeña ventana, los médicos la estaban revisando.
  —     Por el gran impacto que recibió no recuerda nada de las últimas semanas, los médicos la están revisando y no sé qué pensar.
  Las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas.
  

  Los doctores comenzaron a salir de la habitación y se acercaron a nosotros.
  

  —     Dígame que son buenas noticias —dice James a uno de los médicos.
  —     Verá, señor Bernard —dice el hombre más mayor—. Tras el gran traumatismo que ha sufrido le ha dejado algunos daños, por suerte no ha sido tan grave como en otros pacientes.
  —     Hay pacientes que tras este tipo de accidentes no sé recuperan. En el caso de su mujer ha sido un gran avance, sus constantes son normales y sus lesiones están disminuyendo —dice el médico más joven.
  —     ¿Y la pérdida de memoria? —dije.
  —     Sobre eso… —dice el joven de ojos marrones—. Su pérdida de memoria se podría deber a muchas cosas.
  —     ¿Cómo cuáles? —pregunta borde Max.
  —     Por la conmoción que ha sufrido —contesta el médico mayor.
  —     Un evento traumático o estrés —el más mayor mira mal al joven.
  —     ¿Qué podemos hacer? —James estaba con los brazos cruzados.
  —     Lo importante ahora es que descanse, sería bueno no comentarle nada de lo que ha pasado, emitirle algunas cosas —tiene razón.
  —     Podría causarle estrés y tener que enfrentarse a algo así estando como está… no sería bueno.
  —     Por lo demás todo está normal, mañana la revisaremos de nuevo.
  —     Gracias —dice James dándole la mano a los dos médicos.
   
  Se marchan, pero en ese momento voy hacia ellos.
  




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