Al final del destino

Capítulo 28

 

*Loren*

Había salido temprano de casa con Lara porque nos habían recogido para ir a los Hamptons, estaba nerviosa, no sabía que era lo que me iba a encontrar al llegar y mucho menos que Vivian y Will me recibieran con los brazos abiertos. Sé con certeza que me odian por alejar a Max de Emma, muy egoísta de mi parte según ellos, pero a mí eso no me importaba y mucho menos la cara de desaprobación que me lanzaba Will. No se tardaba tanto en llegar así que por el camino iba jugando con Lara para que no empezara a llorar y agobiarse, no le gustaba nada estar mucho tiempo en el coche. El chofer paró, baje un poco el cristal para comprobar que habíamos llegado.

 

—     Ya hemos llegado señorita Foster —comentó amable—. Le ayudaré con las cosas —comenta saliendo del coche para coger las maletas.

—     Gracias —le contesté y cogí a mi hija en brazos.

Ahí estaba, frente la gran mansión, la nieve solo hacía que fuera más majestuosa.

 

El mayordomo me recibió, puso cara de asombro pues claramente no me esperaba, me hizo esperar en la entrada. A lo lejos podía escuchar ruido, pero no con claridad así que supuse que Vivian estaba con unas amigas.

 

*En la sala de estar*

El mayordomo fue hasta Maxwell para avisarle en voz baja al oído de una llegada, sus padres lo miraban con curiosidad mientras que los demás seguían hablando con normalidad. Los niños estaban a un lado jugando. Maxwell se levantó del sillón metiéndose el teléfono en el bolsillo vaquero. Avanzó con grandes paso a la entrada encontrándose con la madre de su hija, la niña al ver a su padre emocionada se tiró hacía él. Parecía que Loren se derretía con el momento padre e hija.

 

—     Hola —dijo él una vez que terminó de darle un beso a Lara.

—     Hola —dije yo.

—     Bueno… —dice serio, pero sin ninguna emoción—. Ahora que has llegado tienes que saber que Emma y los demás están aquí.

—     ¿Cómo que Emma y los demás? —no sabía cómo me sentía, si enfadada o con temor por lo que se me avecinaba.

—     No tengo porque decirte más, solo espero que podáis convivir estos días como personas normales. Comportaros —dijo como si fuera una niña. Caminamos hacia la sala de estar, no quería entrar, pero no tenía otra alternativa.

 

Si ya era raro hablar con Max no me quería ni imaginar entrar ahí y que me estuvieran fulminando con la mirada. Max tenía en brazos a Lara, ella contenta de estar cerca de su padre, yo irritada, pero aun así entramos, las voces que había escuchado antes ahora se callaron, todos nos miraban como si hubiéramos interrumpido la buena armonía que había ahí dentro.

 

—     Vete a jugar —suelta a Lara para que fuera con los hijos de Emma que estaban jugando tranquilamente, sin importarles mucho nuestra presencia.

—     Hola —es lo único que logre decir y aun así mi voz no salía con firmeza.

—     Maxwell —dice con furia Vivian.

—     Ahora no —levanta la mano.

—     Loren se quedará estos días con nosotros, así que por favor intentemos llevar la fiesta en paz.

—     Pero hijo —Vivian se colocó al lado de Emma.

—     Y no se hable más he dicho —su voz sonaba con firmeza, como si quisiera demostrar ser el macho alfa.

 

En ese momento Vivian cabreada salé disparada casi empujándome a un lado, Emma y las demás la siguieron a la salida.

 

—     Espero que estés contento —dice su padre mirándome con desprecio—. Por favor Gladys, preparar un cuarto a esta… señorita.

—     Sí, señor Miller —la joven Gladys se marcha casi corriendo de la sala.

—     Ya que estás aquí y no tenemos otra opción… ¿Quieres algo de beber? 

—     No, muchas gracias —contesté aún de pie.

—     Ven conmigo —dice severo caminando hacia otro lado. Yo le sigo sintiendo en mi espalda las miradas de los demás.

 

*Maxwell*

Me había llevado a Loren al despacho de mi padre, ahí estaríamos más tranquilos para hablar, ella parecía como si no estuviera aquí, como si tuviera la mente en otra cosa. Me senté en la silla de mi padre y ella en la silla de al frente.

 

—     Bien… ¿de qué querías hablar? —dice ella cruzando las piernas con elegancia.

—     Como verás, no eres bienvenida en esta casa —no veía impresión en su rostro.

—     Soy consciente de ello —dice casi con dolor.

—     Mira, te he traído porque eres la madre de Lara y tiene que tener a su madre en estas fechas tan importantes como está, pero créeme que a mí tampoco me hace mucha gracia que estés aquí.




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