Al final del destino

Capítulo 37

Con tanta celebración, la música a todo volumen y los niños bailando me puse contenta e incluso estuve hablando con esa chica, Sofía, en el fondo sé que no tiene a culpa, es guapa, lista y es normal que me sienta presionada con alguien como ella. Los niños se marcharon con las cuidadoras y los adultos nos quedamos celebrando en la sala, me preocupaba que algo saliera mal y que Fabrizio hiciera una emboscada en casa estando los niños, pero no es así. Ahora quien me preocupaba era Tamy, no dejaba de beber copa tras copa, no era normal de ella que bebiera tanto, así que Eva y yo intentamos que dejara de beber.

 

—     Tamy, cariño, dame esa copa —dije intentando cogerla.

—     No, venga, no seáis aburridas.

—     Tamara, estás bebiendo demasiado —contesta Eva.

—     ¿Pero no queríais que me divirtiera? Pues eso hago —ríe mientras baila encima del sofá. Ya no era gracioso, ahora se estaba comportando cómo una estúpida y todos la estaban mirando.

—     Tamara —dice James acercándose a nosotras—. Debes parar, bájate.

—     Claro… gruñón —se baja tirando el alcohol al suelo.

—     Estás haciendo el ridículo.

—     ¿Yo?

—     Sí, Tam —añado—. Creo que ya es hora de irte a la cama.

—     Tú también deberías de irte a la cama ¿No crees? Aunque, veamos con quién… ¿Tyler? O ¿Maxwell? O dos los a la vez —le di una bofetada.

—     Dios… lo siento.

—     No digas lo siento cuando ya lo has hecho —me mira con maldad—. Es gracioso que te molestes cuando se trata de ellos —se acerca a los dos, medio tambaleándose.

—     ¿Tamara? —sabía que iba a hacer.

—     Tú —señala a Ty—. Estás perdiendo la oportunidad de tu vida, no sigas perdiendo el tiempo en esperar algo de ella —me señala.

—     Tamara —dije cabreada.

—     Y tú —ahora señala a Max—. Deberías de preguntarle si ha sido totalmente sincera contigo, solo se volvió a acercar a ti porque quería averiguar que tramabas, no porque te quisiera. Era obvio que te aborrecía.

—     ¿Eso es cierto? —me mira con decepción.

—     Max…

—     Ahora ya tienes lo que querías, estar sola —me mira Tamara.

 

Max salió por la puerta disparado, no podía creer que Tamara fuera a contarle la verdad, nunca lo esperé de ella. Afuera hacia frío y estaba nevando, pero me daba igual, tenía que hablar con él.

 

—     Max por favor, para, te lo puedo explicar —dije corriendo como pude entre la nieve.

—     ¿Explicarme el qué? ¿Qué me has utilizado y manipulado a tu antojo? —se para frente a mi llorando—. Lo he estado dando todo por ti Emma, confiaba en ti.

—     Lo siento muchísimo, no pensé que…

—     Exacto, no pensaste.

—     Creí que querías vengarte, no confiaba en ti ni siquiera estaba segura de lo que hacía.

—     Tienes razón, así era —a nuestro lado paso varia gente celebrando—. Quería quitarte a mi hija, no merecías ser feliz, quería arruinar tu empresa, todo. Quería que sufrieras.

—     ¿Y por qué no lo hiciste?

—     Porque no podía hacerle daño a la mujer que amo, pero he sido un idiota en confiar en ti.

—     Por favor, Max —intenté que me escuchara, pero no lo hacía.

—     Aléjate de mí —se dio media vuelta sin mirar hacía atrás.

 

*En la fiesta*

 

—     ¿Por qué has hecho eso? —Eva le reclama cabreada a Tamara.

—     Eso no te incumbe —coge una copa que había en una mesa y la toma.

—     Tamara ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho? —James coge a su mujer apretándole los brazos.

—     He hecho lo que tenía que haber hecho hace tiempo.

—     No tenías porque hacerlo, no eres tú quién se tiene que entrometer en su vida —Eva no solía ser una mujer con carácter, pero cuando lo era…

—     Yo solo quería que me dejaráis tranquila, pero insististeis en que debía de estar presente.

—     ¿Y esa es la razón para que te tengas que comportar cómo una zorra? ¿Qué te ha hecho Emma?

—     No pienso discutir contigo, Eva.

—     No, ahora me vas a escuchar —la coje del brazo—. No es culpa de Emma ni de nadie que no puedas tener hijos, no tienes porque culpar a los demás de tus problemas.

—     Emma mató al hombre que te atropello por haberte hecho eso —añade James.

—     Yo… no —no sabía ni que contestar, era obvio que se había dado cuenta de lo que había hecho.

—     Creo que será mejor que te la lleves a dormir, James.

—     Vamos cariño.




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