*Unas cuantas semanas después*
Pasó una semana cuando informaron a James de que su hermana había despertado, Emma estaba confusa, ni siquiera sabía porque estaba en el hospital. Maxwell no se había separado de ella en ningún momento e iba todos los días al hospital para saber cómo estaba, cuando James le contó que había despertado se dio cuenta de que no podía ir a verla, que no era capaz de arruinar su mejoría, que quizás ella no querría verle. Quería cumplir con su palabra, cuando ella despertara él desaparecería de su vida de inmediato y eso hizo, no era capaz ni siquiera de mirar a James a la cara.
Tamara y Eva se encargaban de Emma cuando James no estaba, ahora él se encargaba de la empresa para no perder a sus clientes y no tener una mala reputación, sabía que esa empresa era muy importante para su hermana. Megan y Mijail fueron a ver a los federales, él quería ver a su padre y quería intentar negociar con ellos, pero era una perdida de tiempo. La madre de Loren fue arrestada acusada de matar a su hija y a su marido, había recibido lo que se merecía.
Para asegurarse de que Emma no tendría ninguna complicación fuera del hospital tenía que pasar un mes entero hasta que le dieran el alta, los médicos le comentaron a James que no hacia falta tanto tiempo, pero a él no le importaba, solo estaba preocupado por la salud de su hermana. Tan solo faltando tres días para que le dieran el alta, Emma había mejorado bastante para haber recibido varios disparos.
— Emma, tienes que comer —le decía Eva mientras le daba la sopa.
— No quiero, sabe asqueroso —hace una mueca de disgusto.
— Dios eres como una niña pequeña —le replica Tamara.
— Mira quién fue a hablar —frunce el ceño la ingresada.
— Dejar de discutir como niñas y come —le mete la cuchara en la boca—. No puedo creer que este haciendo esto, Daniel come mejor que tú.
— Es de buen comer —se ríen.
— ¿Puedo haceros una pregunta? —dice Emma de repente.
— Claro —dijeron ambas.
— A ver, no es que me importe mucho, pero… ¿Sabéis algo de Max? —ambas amigas se miraron, no estaban seguras de contarle la verdad—. Venga, ya lo tengo superado, podéis decírmelo.
— Pues…
— Ya dejémonos de rodeos —dice Tamara—. Maxwell venía todos los días para estar contigo, no te dejaba sola en ningún momento.
— Pero cuando le dijeron que habías despertado… no quiso verte —dice Eva.
— No soportaba la idea de que prefirieras a Tyler y no quiso…
— No puedo creer que sea tan idiota —empieza a reír y ambas amigas la miraron confundidas—. No puedo creer que siga pensando en eso.
— ¿Y no es verdad? —pregunta la pelirroja.
— No —sonríe.
— Pensábamos…
— Pensasteis mal —dice contenta.
— Es que te veíamos tan contenta cuando venía Tyler… que pensábamos que… —niega con la cabeza.
— Vale, necesito que nos aclares esto porque no nos has contado nada.
— Pues a ver…
*Hace dos semanas*
Aun me estaba haciendo la idea de todas las heridas que tenía en mi cuerpo, el dolor que sentía no era normal y no dejaba de solicitar calmantes para soportarlo, había llegado a un punto del no querer vivir, pero después pensé en mis hijos y me di cuenta de que este dolor no es comparable con el dolor que sentiría al saber que les dejaba solos. Desde que desperté James no me dejaba ni un minuto sola, se sentía tan culpable que no soportaba la idea de que hiciera algo sola, ni siquiera dejaba que me moviera sola para acomodar la almohada. Cuando Tyler vino a mi habitación para saber cómo estaba no tenía buena cara, al verme comenzó a llorar como un niño pequeño, me alegre tenerle cerca y al fin y al cabo teníamos una conversación pendiente.
— Creo que es hora de que hablemos —le dije mientras subía el respaldo de la cama.
— Yo también lo creo —dice serio sentándose.
— Siento no haber sido capaz de haberlo hecho antes.
— Lo sé, la verdad… es que todo ha sido una locura.
— Sí, pero bueno.
— Emma —coge mi mano.
— Ty, te quiero, muchísimo, pero lo que sientes por mí no es real —agacha la mirada—. No es amor de verdad, te mereces a alguien que de verdad te quiera, que haga locuras por ti.
— No creo que haya nadie que…
— Tyler —hice que me mirara—. Ya hay una persona que ha hecho todo eso por ti —frunce el ceño.
— No sé de quién me hablas.
— Sabes perfectamente de quién te hablo —sonrío—. Sofía vino a la ciudad por ti y gracias a ella su padre colaboró con nosotros y ahora es un gran socio.