Al final del destino

Epílogo

No me arrepiento por nada del mundo haber tomado todas esas decisiones que me han llevado hasta dónde estoy, no ha sido fácil nada fácil poder llegar a sentirme tan feliz como lo estoy ahora, pero cada día me recordaba lo mucho que lo deseaba. Por las noches pedía que se acabara todas mis penurias, mi dolor, que mi familia pudiera ser feliz y estar sana para poder disfrutar cada día. Si no hubiera decidido ir a Nueva York para encontrar una mejor vida nunca hubiera conocido al amor de mi vida, no hubiera vivido cada momento emocionante ni hubiera sido lo mismo. Ahora que puedo decir mi destino era este, estar con la persona que amo, ser una madre orgullosa y feliz y tener una familia y amigos tan especiales.

Ahora, mirándome con este vestido blanco puedo decir que era mucho mejor que el anterior con el que me había casado, pues sí, Max y yo nos casamos y esta vez habiendo sido sinceros el uno con el otro. Quería pasar el resto de mis días a su lado y cuando me volvió a pedir matrimonio no me lo pensé dos veces, dije que sí de inmediato. Y aquí estamos preparándome para un día tan importante como este, me hubiera gustado que estuviera todas esas personas que ya no están, pero sé que desde donde quiera que estén estarán felices. El vestido de novia ha sido hecho por mi queridísima y hermosa amiga Tamy, se puso tan feliz de saber que nos íbamos a casar que desde el primer día empezó a hacer los bocetos, cabe recalcar que ahora es una hermosa mujer con dos pequeñas mellizas de un año y que ha sacado todo el tiempo posible para hacerlo. Cuando James se enteró de que Tamy estaba embarazada gritó y lloró de alegría, sabía que esta vez se cumplirían sus deseos de poder ser padres.

Todos estábamos en Italia para celebrar la boda y con todos, me refiero a Tyler, Sofía y su padre, Megan y Mijail… todos.

Al final yo tenía razón, Tyler se dio cuenta de que lo que sentía por mi no era amor si no un simple capricho y obsesión, pero a medida que pasaba más tiempo con Sofía sus sentimientos fueron floreciendo, ahora están juntos y me alegro de que haya encontrado a una mujer que le quiera de verdad y sienta todas esas cosas bonitas por él. Ahora viven en Florida y tienen un perro llamado Tod, sus hermanas se pusieron muy contentas de que él y yo ya no estuviéramos juntos, podía imaginarme la cara de ilusión de Caroline al saberlo.

Megan volvió a trabajar para el FBI para encontrar a un narcotraficante australiano, siempre quiso seguir trabajando y volver a coger un arma, lo demostró aquella noche, sé que quería vivir en paz con Mijail y su hijo, pero es algo que no podía dejar de ser. Mijail ahora manejaba el negocio de su padre, quería guardarle el respeto y que se sintiera orgulloso dónde quiera que esté, su padre murió, tenía un cáncer muy avanzado, por eso hizo todo lo que estuvo en sus manos colaborando con los Federales.

Kelian Clarke inauguró su orfanato con un nombre especial, Loren&Clarke en memoria de Loren, él se había enamorado perdidamente de ella y no tuvieron el tiempo suficiente para volver a estar juntos, se sentía tan culpable de no haberla llevado con él que estuvo mucho tiempo sin querer levantarse de la cama, o eso es lo que tengo entendido.

Faltaba poco para que saliera y me casara con mi hombre, estaba preparada para ello.

 

—     ¿Lista? —me pregunta mi hermano que estaba a mi lado.

—     Sí —sonreí.

—     Estás preciosa.

—     Gracias —James me iba a llevar hasta el altar.

 

La decoración era preciosa, las flores, las luces para la noche, todo era tal y como quería. El pasillo hasta donde iba a encontrarme con Max parecía ser eterno, él estaba tan guapo que me dejaba sin aliento, ahora que le tenía solo para mí no le iba a soltar.

 

—     Hola —me dice en un susurro—. Estás preciosa.

—     Tú también —tenía una sonrisa que me hacia cosquilleos en el estómago.

 

Pronunciamos unos votos tradicionales, nada fuera de otro mundo, solo queríamos que llegara la mejor parte.

 

—     Sí quiero —colocó ese precioso anillo en mi dedo.

—     Sí quiero —también hice lo mismo.

 

Y nos fundimos en un precioso y apasionado beso.

 

—     Ahora no te vas a escapar de mí, señora Miller —dice mirándome devorándome con la mirada.

—     Eso es muy difícil, señor Miller.

—     Ven conmigo —arrastra de mí hacia el interior de la mansión.

—     ¿A dónde me llevas?

—     A consumar nuestro matrimonio ¿No es obvio? —gira su mirada hacia atrás sonriendo.

 

Al llegar a la habitación cerró con llave y no esperó ni un minuto para devorarme, sus besos eran tan dulces y tan adictivos que no quería separarme de él. Sus manos tocaban mi trasero con ansia y su lengua jugaba con la mía. Me tiró a la cama y empezó a quitarme el vestido casi arrancándolo, no me importaba, quería que me tomara entre sus brazos cuanto antes. Él causa en mí cosas que nunca nadie me ha hecho sentir, sentir como su lengua lame mi cuerpo me excita a un más. Max no tardó en quitarse la ropa y colocarse frente a mí dejando ver todos sus tatuajes, era perfecto. No tardó en introducir su miembro en mi interior y comenzar con sus embestidas dejándome sin aliento, quería más, todo con él era mucho más de lo que podía desear. Estaba apunto de llegar al orgasmo cuando me coge del pelo, él sabe cuanto me pone eso, se acerca a mi oído solo para decirme.

 

—     Córrete para mí —y dios... sí que estaba por hacerlo

 

Al poco de hacerlo yo, comenzó a correrse en mi interior, me daba igual lo que pudiera suceder a partir de ahora, no me disgustaba la idea de volver a tener un bebé con él.

Al final todo lo que deseaba era esto, Max era el amor de mi vida, si me hubieran dicho hace unos años que iba a terminar casada con mi jefe no me lo hubiera creído. No puedo dejar de pensar en todas las cosas que vamos a poder hacer juntos y en lo felices que vamos a ser, era hora de vivir nuestra vida y no iba a desperdiciarla ni un minuto. Maxwell Miller, mi verdadero y único amor




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