Capitulo 1.
—¿Ya no tienes galletas?— preguntó Tonny. Nos entrabamos en aquellas sillas de la dirección y esperábamos a que su hermana Trisha saliera de la clase de idiomas.
—No y por favor ya deja de fastidiarme que intento concentrarme en los niños de nuevo ingreso— dije con tranquilidad. Estaba intentando observar a través de la ventana del salón de idiomas. Pero me resultaba imposible, ya que estaba lo suficientemente lejos y de ahí con suerte se veía el cabello de la señorita Shirley—. Creo que me voy a acercar un poco más.
—Eres una acosadora Hali. No puedo creer que te hayan dejado entrar en esta preparatoria— murmuró Tonny. Estaba concentrado en su celular y apenas me veía y tampoco me importaba, ya que siempre había sido así y yo no tenía ningún interés en que me prestara atención, ya que yo siempre lo ignoraba de la misma manera.
Ignoré su comentario y empecé a caminar sigilosamente hacia el salón de idiomas. La puerta estaba cerrada. Pero la voz de la profesora se escuchaba claramente y eso me ponía un poco nerviosa, ya que no sabría que decir en caso de que me pillaran espiando a los alumnos. Pero no me importaba porque era yo, Hali Castle, la chica que siempre inventaba grandes historias. Nadie podía ganarme.
Me apresuré a observar por la diminuta cerradura y me di cuenta que todo estaba oscuro. No podía ver nada y eso ya estaba empezando a molestarme ¿acaso era tan difícil? Quería ver a los chicos guapos que todas las chicas mencionaban, pero todo parecía informar que mi suerte había desaparecido aquel día.
La puerta se abrió lentamente y yo me quedé congelada observando al chico que estaba frente a mi. Sus ojos verdes de serpiente me miraron con frialdad y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Era un chico guapo, de piel pálida y cabello rubio, sus labios rosas pálidos le daban un toque perfecto a su rostro y por un segundo me quedé presa en sus ojos.
Un sentimiento extraño recorrió cada parte de mi cuerpo y podía jurar que nunca en mi vida me había sucedido algo igual. No podía reaccionar, no sabía que decir, ni como quitarme de su camino. Aquello era extraño.
—Necesito pasar— murmuró. Su voz suave y bonita recorrió mi piel y ocasionó un terremoto en mi mente.
—Oh si lo siento— dije con nerviosismo. Me aparté rápidamente y él se apresuró a salir del salón. Lo observé mientras se alejaba y noté que iba vestido de negro. Su pantalón un poco ajustado y su abrigo con rayas grises hacía que luciera como un misterioso chico gótico y en serio llamó mi atención, tanto que olvidé por qué había llegado hasta ahí.
Supuse que las chicas tenían razón. Aquel era un chico guapo, en realidad nunca había visto a alguien igual en aquella preparatoria, es decir, estaba el capitán del equipo de fútbol que era guapo por naturaleza, pero la belleza de aquel chico se basaba en lo misterioso que eran sus ojos verdes y yo jamás había encontrado una criatura tan extraña, no señor, se suponía que esos chicos se habían extinguido.
Volví a sentarme al lado de Tonny y esperé a que el misterioso chico regresara. Solo tenía intención de observarlo, aquello no iba más allá de la atracción del momento, ya que sabía que aquello desaparecería pronto, ya que yo nunca me fijaba en los niños de la prepa. Nadie superaba mis expectativas y por lo tanto, no me interesaba nadie.
—Tonny mira a ese chico— susurré y como si el niño de los ojos de serpiente hubiera escuchado, desvió su mirada y sus ojos se encontraron con los míos. Solo pasó un segundo que pareció durar mil años, pero que bastó lo suficiente para que mi forma de ver las cosas cambiara por completo.
—Guau ¿Quién se supone que es?— preguntó mientras soltaba una sonrisa burlona.
—Ni idea, pero me parece misteriosamente perfecto— susurré. El chico entró nuevamente en el salón y yo me quedé pensando en lo que acababa de suceder.
Nunca me había sucedido algo igual. Nunca una mirada me había parecido tan bonita, pero había algo que me decía que aquel chico no era como los demás y eso atrapaba mi mente y me hacía querer regresar el tiempo para mirarlo a los ojos nuevamente, pero aquello era simplemente imposible y tenía que olvidarlo porque él era un chico lindo y yo no lo era. Había mucha distancia entre nosotros, una distancia que nos mantenía como desconocidos y de esa forma no causaba tanto miedo ni tanta confusión y eso era bueno hasta cierto punto.
—No me digas que te gustó— bromeó Tonny y yo solo negué con recelo porque aquello era absurdo.
—¿Crees que me fijaría en alguien de este cuchitril?— pregunté sonriendo. Tonny se encogió de hombros y continuó mirando su celular y solo en ese momento empecé a cuestionarme si era verdad lo que acababa de decir y es que aquel chico de ojos de serpiente me había dejado confundida y no estaba muy segura de mis pensamientos.
—¿Quieres que hagamos una apuesta?— preguntó dejando su celular a un lado.
—¿Qué quieres apostar?— pregunté con interés.
—Si logras hablarle sin enamorarte te llevaré al cine durante dos meses seguidos, pero si te enamoras de él, tendrás que hacer mi tarea de Química durante dos meses— estaba esperando mi respuesta y parecía emocionado por ello y la apuesta no estaba tan mal y como sabía que iba a ganarle, no dudé en decir que si.
—Si fallas en lo que has dicho te mataré— dije con expresión sería.
—Que comience el juego Hali Castle— su mirada desafiante me confirmó que aquello era real y que cualquiera podía cometer un error y terminaría pagando caro y yo no podía permitir que eso sucediera, ya que siempre había tenido el título de mejor apostadora, no habían pérdidas en mi lista y no iba a permitir que un chico de ojos verdes de serpiente rompiera mi récord.
Cuando sonó la campana me detuve lentamente y observé al chico de los ojos verdes. No parecía ser consciente de lo que sucedía a su alrededor. Parecía un fantasma.
No permití que Tonny me mirara mientras lo observaba, así que cada vez que me miraba, yo apartaba la mirada y me concentraba en cualquier tontería que estaba cerca de mí y eso también incluía a las personas.
No sé si estas cosas suceden a diario, si las chicas conocen chicos con ojos de serpiente y quedan enganchadas de ellos porque simplemente les parecen perfectos, si es así significa que sentir que mi cabeza estallaba no era algo extraño, a alguien en algún lugar del mundo le había sucedido eso y si era real, hacía que mi mente se mantuviera en completa tranquilidad y no quería dañar eso.
El resto de las clases resultaron demasiado extrañas, no sabía en donde tenía la cabeza, mi mente estaba viajando de un lugar a otro en aquellos ojos de serpiente y quería que esa sensación desapareciera, pero también entendía que aquello era imposible.
—¿Y si vamos a tomar un café o a comer papas fritas?— preguntó Trisha, mi mejor amiga en aquella preparatoria. Tonny y yo asentimos y nos marchamos al centro. Hacía un poco de frío, pero todos habíamos llevado abrigo, así que nadie se quejaba lo suficiente.
Tonny condujo su Honda Civic azul y estacionó frente a la cafetería. Algunos alumnos solían reunirse ahí después de clases y aquel día estaba abarrotado de personas. Con suerte conseguimos una mesa en la esquina y eso nos permitió ver a todo el que entraba.
Vincent Baker entró con su grupo de amigos y los niños frikis que estaban cerca de la entrada tuvieron que ceder su lugar, ya que eran jugadores del equipo de fútbol y todo el mundo los respetaba y eso les daba muchas ventajas, como por ejemplo tener un lugar en la cafetería más popular del pueblo aun si el lugar estaba abarrotado. Yo pensaba diferente, a mi no me importaba que fueran sexys jugadores, en realidad, ni siquiera me parecían chicos guapos y supongo que nadie pensaba igual que yo, pero aquello no me importaba mucho porque aunque conocía a muchas personas, no me agradaban la mayoría de ellas y trataba de alejarme lo suficiente.
El ambiente de aquel lugar era muy bonito, siempre había un murmullo expandido por todo el lugar y hacía que nadie se sintiera mal, ni siquiera el tipo raro que se sentaba solo a dibujar bosques oscuros y a escuchar su Rock antiguo. La cafetería era el hogar de todos nosotros en Rosewood y me encantaba tener un lugar así, ya que podía escaparme cuando quería y no tenía que ir tan lejos para tener un poco de tranquilidad.
La campana de la puerta sonó informando que un nuevo cliente había llegado y la verdad es que no era cualquier cliente, era Ginny Crowne, la sexy chica que llevaba locos a todos los chicos de la prepa. Era mi supuesta mejor amiga en ese tiempo o al menos eso creía, ya que aún no tenía el valor suficiente para ver cómo estaban pintadas las cosas a mi alrededor.
El sonido de sus tacones hizo que los chicos levantaran la cabeza de su comida y centraran su atención en la chica tan guapa que desfilaba por la cafetería.
—Hola mis amores— dijo sonriendo. Su labial rosa era perfecto y combinaba perfectamente con el vestido escotado que llevaba. El otoño estaba comenzando y hacía un poco de frío, pero Ginny no parecía notar eso, ya que no llevaba abrigo y parecía inmune al frío.
—Hasta que apareces— murmuró Tonny y Ginny solo se acarició el cabello rizado que le caía por la espalda.
—Tenía asuntos que resolver— me miró—. Mi vida no es tan tranquila como la de ustedes.
—Hablas como si tuvieras una vida de famosa o de reina— la acusó Trisha. Aquello era normal porque ambas se odiaban y más de una vez se habían peleado, pero yo siempre terminaba uniendo a todos y por eso Ginny había vuelto a hablar con Trisha.
—¿Te molesta eso cariño?— preguntó Ginny. No iba a permitir que empezaran con el mismo drama de siempre y tenía el método perfecto para callar a Ginny, ya que a mí tampoco me agradaba mucho.
—Por favor, el diablo aún no ha comenzado el torneo de brujas Ginny, así que no actúes como tal— ni siquiera la miré porque yo no era de ese tipo de persona, a mi no me importaba romper los sentimientos de los demás, solo decía lo que pensaba sin detenerme a pensar en los sentimientos de los demás, ya que no me importaba en absoluto toda la mierda que tuviera que ver con ser popular o humillar a otros.
—Tan amable como siempre Hali querida— me dijo sonriendo y yo solo hice una pequeña reverencia para dejarle claro que no me importaba en absoluto su opinión.
Nadie dijo nada después de aquello. Ginny pidió una malteada de fresa y Trisha comió sus papas fritas y se acabó la bebida en grandes sorbos; mis amigos si eran extraños, ya que contaba con el típico chico narcisista como lo era Tonny y la extraña chica con complejo de psicópata que quería exterminar a todos y a la guapa chica que llevaba la corona como peor persona en la preparatoria y nadie quería ser su amigo. Ginny nos elegía a nosotros porque éramos los únicos que no nos importaba su personalidad o quizá sí, pero teníamos una manera de lidiar con ella y supongo que eso hacía que se sintiera un poco mejor.
Nuestra vida en Rosewood era como cualquier otra vida. Asistíamos a fiestas los fines de semana y pensábamos en la universidad o al menos la mayoría, yo no estaba muy convencida de ir, pero tenía que hacerlo para no decepcionar a mis padres, ya que ellos habían dado todo por mí y no podía romper las esperanzas que tenían en mi.
Le di un sorbo a mi bebida y escuché el sonido de la campana que estaba en la puerta. Un nuevo cliente estaba llegando, pero cuando levanté la mirada me di cuenta que no era cualquier cliente. El chico ojos de serpiente desfilaba con su ropa negra por la cafetería y su mirada viajaba entre las mesas buscando una libre y había una mesa libre, ya que unas chicas habían salido solo unos segundos antes.
Lo observé mientras se sentaba y noté que sacaba un cuaderno de dibujo de su mochila. Parecía que le gustaba aquello, ya que empezó a trazar líneas y no levantó más la mirada y yo lo prefería así, ya que no terminaría intimidándome y mi estancia en aquel lugar no sería incómoda.
—Pero si es nuestra apuesta— murmuró Tonny.
—¿De quién están hablando?— preguntó Trisha.
—Del chico que está solo en esa mesa— señaló Tonny. Su mala educación me molestaba, pero no podía decirle nada porque empezaría a pelear.
—¿David Jones?— preguntó Ginny y todos la miramos fijamente—. Ese es el nombre, es nuevo y no habla con nadie.
—Creo que parece un chico interesante— dije en un susurro.
—Es raro y nada sexy— me atajó Ginny y yo solo le lancé una mirada asesina porque nadie había pedido su opinión.
Observé al chico nuevamente y me concentré en sus movimientos. Movía su mano izquierda al ritmo de la música que sonaba en sus oídos y con la otra seguía trazando líneas. No entendía como funcionaba eso, el observar a alguien que apenas conoces y sentir que todo va a empeorar de alguna manera porque puedo asegurar de que presentía que algo extraño sucedería y no lo sabía porque era psíquica, sino porque nunca nadie en ninguna historia, me había hecho sentir de esa manera. Nunca había quedado atrapada en unos ojos de serpiente.