Al final del Túnel

Capítulo 2

Me dirigí a la clase de trigonometría y observé que algunos chicos estaban formando un círculo y gritaban cosas extrañas. Me acerqué un poco para observar más de cerca y me di cuenta que estaban intentando armar un álbum de fotografías y que ocasionar escándalo era parte de su objetivo. Sabía por qué lo hacían, el último año era sin duda el más importante de toda nuestra vida en la escuela, ya que eso significaba que ya no éramos niños y que nuestras vidas como adultos estaban empezando a ser reales, pero a mí no me importaba eso, yo tenía asuntos más importantes que debía resolver antes de que el año escolar terminara y eso incluía cambiar muchas cosas de mi vida. 
 Me senté cerca de la ventana y observé el campo de fútbol, algunos chicos estaban entrenando o al menos eso querían aparentar, ya que se detenían a observar sus celulares cada cinco minutos y era demasiado tedioso observar esa escena. Yo usaba mi celular, pero no todo el tiempo, a mí aún no me había consumido la tecnología y estaba orgullosa de eso. 
 Los estudiantes se aproximaban a entrar en el salón y yo solo seguía observando por la ventana porque en realidad no tenía intención de mirar a mis compañeros. No los conocía muy bien y no tenía interés en hacerlo. Observé que un chico vestido de negro se encaminaba hacia el gimnasio en el que probablemente estaban practicando educación física. Llevaba unos audífonos en sus oídos y su mochila—que estaba llena de muchos bolsas—, colgaba de su mano. No sabía porqué la llevaba así, pero supongo que debía tener una razón. 
 Desvíe la mirada hacia la entrada del gimnasio y me di cuenta que Ginny estaba ahí con el resto de las porristas y observaban muy extraño a David Jones. Las chicas porristas eran las más malas de aquella preparatoria, siempre estaban dañando a los chicos buenos y yo era una especie de justiciera porque no me gustaban esas cosas. 
 Me puse de pie rápidamente y tome mi bolso porque no iba a permitir que Ginny intentara algo en contra de David, ya que ni siquiera lo conocía. 
—¡Hali has llegado temprano!— me dijo Tonny. 
—Yo siempre llego temprano— dije sin sonreír y empecé a caminar hacia la puerta. 
—¿Ya te vas?— lo escuché decir—. La clase ni siquiera ha empezado. 
 Ya estaba muy lejos para responder a lo que acababa de decir y no tenía interés en regresar a ese salón, necesitaba impedir que Ginny cometiera una tontería, no la iba a dejar que lograra lo que quería porque la conocía perfectamente, sabía que algo estaba tramando en contra de Jones y eso sin duda terminaría siendo la noticia del año y estaba segura de que Jones no quería aparecer en el periódico escolar, no si se trataba de un artículo diciendo lo tonto que había sido al caer en los encantos de Ginny Crowne. Yo podía imaginarlo claramente: 
«Se rumora que David Jones es la nueva víctima de nuestra guapa Ginny Crowne y ésta ha dejado claro que Jones se enamoró muy rápido y por eso ella tuvo que dejarlo. 
¿El amor es un problema para Ginny Crowne o David Jones se ilusiona muy rápido? Déjanos tu opinión en nuestra página de Twitter con el hashtag #Ginny_Anti-amor» 
 Podía imaginar cada texto del periódico citando lo tonto que había sido Jones al enamorase de Ginny, ya que ningún chico de los que salían con ella cometían ese error, pero no quería darle mala suerte a Jones, así que alejé esos pensamientos de mi cabeza y me encaminé por el césped recién podado, aunque no podía hacer eso, pero yo no respetaba esas reglas insignificantes. 
 Me apresuré a entrar en el gimnasio y me encontré a una oleada de estudiantes que practicaban educación física. Las porristas estaban en una esquina y gritaban cosas que no alcancé a escuchar. 
 Ni siquiera me tocaba esa clase, pero era necesario estar ahí. Dejé mi mochila en la gradería y tomé mi celular para disimular un poco porque no quería que alguien pensara que estaba ahí para acosar a los demás. 
—¡Hola Hali!— gritó Ginny y yo solo hice un movimiento con la cabeza para que no pensara que era una odiosa— ¿No sé supone que deberías estar en trigonometría? 
 Me encogí de hombros y desvíe la mirada hacia una esquina porque sentí el peso de otra mirada sobre mi. David Jones me miraba fijamente, sus ojos de serpiente me estudiaban con tranquilidad y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Ni siquiera sabía porque estaba mirándome, ya que parecía ser el tipo de chico al que no le importan los demás, pero sin embargo, en aquel momento parecía ser todo lo contrario. Me miraba de esa forma extraña, como si tuviera el poder para saber lo que había dentro de mi, me miraba de esa forma, como si fuese lo único en aquel lugar. 
 Tecleé en mi celular sin saber que estaba haciendo realmente y luego desvíe la mirada hacia los chicos. David Jones no parecía estar a gusto en aquella clase y supongo que cualquiera se habría sentido así si llevaba como título «chico nuevo». No veía que hablara con alguien y noté que su mirada se posaba en Ginny de vez en cuando, pero aunque traté de leer sus ojos, no pude lograrlo porque sus ojos sin expresión no confesaban nada. 
—Oye Hali ¿puedes venir un momento?— la voz de Tamara Clark hizo que mi mirada se desviara de los chicos. Ni siquiera estaban haciendo algo sorprendente y a decir verdad, ninguno de ellos practicaba los ejercicios como se suponía. 
 Bajé torpemente haciendo el esfuerzo para no salir rodando y llegué hasta la baranda. Ahí se encontraba Tamara y sostenía una botella de agua. Sus cabello estaba despeinado y algunas gotas de sudor resbalaban por su frente. 
—¿Qué necesitas?— pregunté sin sonreír. Solo había hablado un par de veces con Tamara y aunque no la conocía mucho, había algo en su forma de ser que me daba mala espina. 
—Haré una fiesta este fin de semana y me preguntaba si querías venir— su sonrisa era demasiado falsa, pero supongo que quería ser mi amiga, como todas las niñas de aquella preparatoria. 
—¿Irán muchas personas?— pregunté sin mirarla. 
—Bueno es una fiesta y no soy una marginada que se diga— su voz sonó demasiado burlona y eso me molestó un poco. ¿Qué tenía de divertido ser marginado?, supongo que nada, pero Tamara no lo veía así y tampoco querría entrar en debate con ella porque sabía que yo terminaría diciéndole algo muy feo y no volvería a hablarme, aunque eso realmente no me importaba. 
—Creo que lo pensaré— dije sin mirarla. Ella solo asintió y yo me apresuré a sacar mi celular del bolsillo, pero en el intento resbaló de mi mano y fue a dar al otro lado de la baranda. Me crucé rápidamente y lo tomé lo más rápido que pude porque no quería ser el centro de atención. 
 Me puse de pie lentamente mientras guardaba mi celular en el bolsillo de mi pantalón. Ni siquiera estaba mirando porque mi brazalete se había atorado en mi jersey blanco y necesitaba separarlo de ahí. 
—¡Cuidado!— el grito de alguien hizo que levantara la mirada y para entonces ya era tarde, el balón estaba a solo unos centímetros de mi rostro. Sentí el fuerte golpe que me hizo caer sobre mi espalda baja. 
—¡Oh como lo siento!— aquella voz que en algún momento fue fría y ahora sonaba preocupada, hizo que abriera los ojos rápidamente. Cuando fui consiente de todo, me di cuenta que estaba rodeada por un grupo de estudiantes que me miraban preocupados. 
 Estaba arrepentida de haber faltado a trigonometría, aquello no habría sucedido si hubiera cumplido el reglamento escolar. Me llevé una mano a la nariz y noté que estaba sangrando y no un poco, mucho y eso sin duda era preocupante porque podía haberme roto la nariz. 
—Perdóname por favor, no presté atención hacia donde lancé el balón— la voz de David Jones sonaba un poco fuerte, ya que quería hacerse oír entre el murmullo que se había extendido en el gimnasio. 
—Descuida— dije sin mirarlo, ya que sabía que entraría en pánico si lo miraba a los ojos. Me tendió una mano para que me levantara y dudé durante un segundo en si debía hacerlo o no, ya que aquello no se veía a diario. Yo nunca aceptaba ayuda de los demás. 
 Tomé su mano y me apresuré a salir de ahí porque no quería sentir el peso de tantas miradas sobre mi. Mi nariz aún sangraba y mi jersey blanco ya se había manchado mucho y lo adoraba, así que avancé más rápido y recorrí el pasillo en busca de la enfermería. 
—¡Oye!— no me detuve al escuchar aquella voz, quería evitar hablar con él porque su voz hacia que las cosas en mi cabeza giraran de una manera extraña y porque definitivamente no lo conocía— ¡Oye espera! ¡Déjame acompañarte! 
 Me detuve en seco y me giré lentamente para mirarlo. Estaba intentando recuperar el aliento y su cabello rubio casi rapado brillaba con los rayos de sol que nos alcanzaban bajo el pasillo. 
—¿Qué quieres?— pregunté con expresión seria. Era verdad que me parecía un tipo interesante, pero no iba a ser obvia, actuaría como siempre. No le prestaría interés, sería uno más del montón. 
—Déjame acompañarte a la enfermería— dijo tímidamente y yo solo solté una risa sarcástica. 
—¿Acaso voy a perderme? 
—Es lo mínimo que puedo hacer después de golpearte— murmuró. 
—Fue un accidente, olvídalo— dije sin mirarlo. Me giré y seguí caminando, pero supongo que él no iba a rendirse tan fácil. El sonido de sus zapatos me lo confirmaba. 
—En serio insisto— dijo colocándose a mi lado. Negué con la cabeza y él solo siguió caminando a mi lado.  
 Me sentía extraña caminado junto a él, ya que no era el tipo de chico que se presenta y no para de hablar, no, él solo caminaba con la cabeza alta y sus pantaloncillos me parecían divertidos. Sus piernas eran pálidas y no era muy alto, en realidad sólo era un par de centímetros más alto que yo y eso causaba una pequeña diferencia entre nosotros, pero nada más. 
 Entré en la enfermería y la señora Déborah me miró sorprendida, ya que era la primera vez que visitaba aquel lugar. Supongo que conocía a muchos estudiantes y ya sabía cómo era yo, nunca estaba metiéndome en problemas, no al menos en aquel año. 
—La golpeé con el balón y su nariz empezó a sangrar— explicó  Jones y la señora Déborah lo escuchó con atención mientras inspeccionaba mi nariz— ¿Cree que está rota? 
—No lo creo— murmuró la anciana—. Si estuviera rota no pararía de llorar. 
—Es bueno escuchar eso— susurró David. Yo solo solté una risa sarcástica porque ella no tenía la menor idea de lo que realmente me dolía, había aprendido a soportar todo dolor físico y estaba aprendiendo a que las cosas del corazón no me afectaran y sabia que tarde o temprano lo lograría, solo era cuestión de tiempo, solo tenía que ignorar los sentimientos. 
—¿Puedo irme ya?— pregunté sin mirarla. 
—Claro que si— dijo sonriendo—. Es adorable que tú novio te haya acompañado. 
—¡No es mi novio!— dije casi gritando y rápidamente me puse de pie. Aquella señora estaba mal de la cabeza y no quería que me contagiara de su síntoma tan extraño. 
 Mencionar aquello había hecho que mi buen humor se esfumara por completo y había dado paso a un sinnúmero de emociones que me estaban revolviendo la cabeza. ¿Mi novio?, aquello había sonado muy tonto, ya que yo jamás habría salido con alguien de la preparatoria y menos con aquel chico que no conocía. 
 Me apresuré a salir y David vino detrás de mí. El sonido de sus deportivas sonaba demasiado en el suelo de cerámica, caminaba de una forma divertida, parecía que su pierna derecha daba un salto más alto que la izquierda y eso me resultaba extraño y divertido, pero había visto cosas peores, así que no dije nada. 
—Ya puedes irte a tu clase— dije sin detenerme para mirarlo. Creo que sí el habría querido me habría dejado atrás porque se veía que caminaba rápido. 
—¿Quieres que te traiga tu mochila?— preguntó ignorando mi comentario. 
—La buscaré ahora mismo— murmuré. 
—Entonces ambos nos dirigimos al mismo lugar. 
—Lo que trato de decir es que no te quiero cerca de mi— dije tratando de no ponerme a gritar. 
—Bueno la verdad es que los pasillos son libres y puedo caminar por donde quiera— me dijo con tranquilidad. Podía ver que una sonrisa asomaba en su rostro. Él lo veía de una manera divertida, pero yo en cambio estaba a punto de golpearlo. Solté un largo suspiro y cerré los ojos durante un segundo. 
 Aquel chico si que era extraño. 
 Me aproximé a tomar mi mochila y salí casi corriendo de aquel gimnasio. Aquello había sido una mala idea desde el principio, debí haberme hecho caso a Tonny, si hubiera estado con él lo único que habría pasado habría sido que el profesor Callaghan gritara como loco porque no comprendíamos de que iba el tema, pero ya todo estaba hecho y no podía cambiar nada, ahora tenía una mancha horrible en mi jersey blanco y probablemente un fuerte golpe en el rostro. 
 Cuando me reuní con Tonny y Trisha me llevé la peor sorpresa de todas. El profesor había pedido los deberes y al no responder cuando me había llamado había decidido castigarme y me había enviado un folleto de al menos cincuenta preguntas que tendría que responder para la próxima clase. Sabía que jamás lograría hacerlo, pero haría el intento para no recibir más castigos. 
—¡Odio este lugar!— dije casi gritando y Tonny y Trisha solo se rieron. Siempre les divertía mi mal humor y eso me molestaba aún más ¿acaso eran tan insensibles?. Yo lo era, pero tenía en cuenta de que éramos muy diferentes, así que de mi parte era muy aceptable. 
 Estaba agotada y ni siquiera había asistido a las clases, pero es que el ambiente que se respiraba en aquella preparatoria era deprimente y agotador y realmente quería que cambiaran algunas cosas, pero aquello era imposible; no entendía como los demás no se daban cuenta de lo superficiales que eran sus vidas y ellos en sí y quería gritárselos, pero sabía que sus cerebros no entenderían mi punto de vista y todo terminaría peor, ¿se supone que así debe ser la vida de un adolescente?, tenía que luchar con toda aquella mierda y lo que más me resultaba irritante eran las personas que me rodeaban, todos estaban tan metidos en las redes y en lo superficial como lo era la popularidad, que no se daban cuenta que todo lo que conocían se estaba acabando. 
 Me aseguré de que mis llaves estuvieran en mi bolsillo y luego me apresuré a cruzar la calle para luego tomar el autobús o simplemente caminar. No había ningún auto, así que decidí poner un pie en la calle, pero cuando me encontraba en el centro de ésta, escuché un frenazo horrible y solo me quedé congelada por un segundo y luego mi corazón volvió a latir y con ello llegaron un montón de emociones, pero la que más se hacía sentir era el enojo. 
—¡Eres un imbécil!— grité mientras me giraba para mirar al responsable. Para mí sorpresa, David Jones me miraba sorprendido y creo que hasta estaba más pálido de lo normal. Salió de su auto rápidamente y me miró asustado y debo confesar que lucía muy guapo. 
—Lo siento no estaba prestando atención— dijo con voz nerviosa.  
—¡No jodas!— dije con enfado aunque aquel enojo era una farsa—. Se supone que si tienes auto es para que mires al frente cuando lo conduces. 
—Tienes razón, en serio lo siento— me miró durante un segundo y luego volvió a hablar— ¿Quieres que te lleve? 
—¿Para que ahora ambos arrollemos a alguien?— pregunté con ironía—. Puedo caminar. 
—Por favor déjame llevarte a tu casa— se acercó más a mí y yo retrocedí un poco porque mantener cercanía con las personas no era mi especialidad. Rodé los ojos  y solté un largo suspiro, nunca habría imaginado que aquel chico fuera tan fastidioso, era guapo, pero fastidioso. 
 Asentí lentamente no muy convencida y el solo medio sonrió. ¡Joder! Se veía muy guapo haciendo eso, pero supongo que aquello solo era una de las ventajas que tenía ser guapo. 
—¿Hacia a dónde?— preguntó sin mirarme. Y yo solo señalé que siguiera conduciendo porque no quería hablar. Sabía que mi voz sonaría muy extraña y no quería estropear el silencio tan abrasador que invadía su auto negro. 
 Al cabo de un rato me di cuenta que una canción sonaba en el reproductor. Tenía un sonido tranquilo y el volumen estaba demasiado bajo como para escuchar lo que la letra decía, así que solo me conformé con escuchar el ritmo y hasta cierto punto me imaginé sentada en el asiento del copiloto escuchando aquella canción bonita, pero en aquel acto de imaginación ya no me resultaba tan desagradable y de alguna u otra forma sonreía. Era extraño. 
—¿Cómo te llamo?— me preguntó con voz tranquila. 
—Olvídalo, es mejor sin presentaciones— dije sin mirarlo. Él no dijo nada solo siguió conduciendo porque supongo que eso era lo único que quedaba para hacer. 
 El silencio no era incómodo, no al menos para mí, ya que por lo general me sentía incómoda al estar cerca de otros, pero él era diferente, irradiaba tranquilidad y eso era extraño. 
 Detuvo su auto frente a mi casa y luego me miró sonriente, aunque yo no presté mucha atención a eso, ya que no quería mirarlo a los ojos porque me parecía un tipo raro solo con el hecho de ponerme de los nervios con aquellos ojos casi grises. 
—¡Ha sido un placer traerte!— me dijo mientras me bajaba de su auto y yo solo ignoré su comentario porque no tenía intención de agradecerle. Me había golpeado y luego casi me había arrollado ¿qué más esperaba? 
 Lo observé mientras se marcaba y sentí que el latido de mi corazón iba a un poco más rápido y aquello no tenía explicación. 
 Algo malo empezaba a sucederme. 

 




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